Desde el lunes 21 de enero, una cantidad incalculable de vegetación y fauna de diversos puntos de Bogotá ha sufrido las consecuencias del fenómeno de El Niño, del cambio climático e, incluso, de manos criminales que iniciaron quemas.
Aunque a la fecha los incendios en los cerros orientales de Bogotá fueron controlados por el trabajo articulado entre el Cuerpo de Bomberos, la Alcaldía, Secretaría de Seguridad y demás entidades distritales y departamentales de diversos organismos especializados en la prevención y atención de desastres, la alerta por nuevos incendios aún no cesa.
Ante este panorama poco alentador, EL NUEVO SIGLO consultó con docentes de diversas instituciones de educación superior cómo fortalecer el sistema de protección de los cerros orientales de Bogotá frente a la amenaza de nuevos incendios forestales, tanto por el fenómeno de El Niño, como por el cambio climático.
Germán Jiménez, Ph.D. coordinador Maestría en Restauración Ecológica de la Universidad Javeriana, enfatizó en que es clave que se tenga en cuenta la necesidad de una gestión más sostenible de nuestros ecosistemas.
“Las prácticas productivas inadecuadas son responsables, en su mayor parte, de los incendios que estamos enfrentando. Si a esto le sumamos la presencia de especies invasoras y la inadecuada prevención de fenómenos que sabemos que son repetitivos y sistemáticos, y que también sabemos se van a agudizar, estamos abriendo la puerta a más desastres. Ya estamos en mora de implementar el Plan Nacional de Restauración, que se convierta en la guía idónea de las acciones que debemos seguir para el adecuado manejo y conservación de nuestros ecosistemas”, señaló.
Asimismo, explicó que se deben reemplazar de manera gradual las especies invasoras de los ecosistemas nativos. “No debemos correr a sembrar una vez han ocurrido los incendios y los desastres. Hay que dejar al ecosistema un tiempo para ver cómo responde al daño y evaluar alternativas para su restauración”, aseguró.
A su turno, Jorge Torres, docente de Gestión Ambiental del Politécnico Grancolombiano, indicó que es primordial iniciar un proceso de planificación para reemplazar las especies exóticas que favorecen la propagación del fuego.
“En los cerros orientales se tiene presencia principalmente de pinos, eucalipto, acacias y retamo espinoso, que son especies que forman un colchón, es materia seca que en un momento de alta temperatura se puede llegar a incendiar. Estas plantas segregan aceites esenciales que facilitan el incendio. Se tiene que empezar con la siembra de especies que tengan crecimiento rápido, eso con el fin de ganarle el espacio a estas especies exóticas”, explicó.
El docente señaló además que uno de los mayores problemas es la gestión de residuos sólidos, que en algunos casos favorece los incendios. “Por lo tanto, ese proceso de planificación tiene que incluir el trabajo con la comunidad para mejorar la gestión del sistema de residuos”, enfatizó.
Propuestas
Adriana Sánchez, profesora de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, compartió algunas propuestas e iniciativas que han discutido junto a otros docentes para este fin. No obstante, advirtió que pese a las grandes ideas que nacen de la comunidad científica, todo depende de decisiones políticas y económicas y a veces de la coyuntura social.
“Este no es un problema nuevo, pero sí es algo que puede empeorar con fenómenos de El Niño más fuertes o con la coyuntura del cambio climático. Claramente es algo que queremos evitar por el material particulado que queda en el aire, los problemas que esto conlleva como enfermedades respiratorias, los riesgos que hay en la infraestructura y por supuesto por los cerros”, enfatizó la docente.
“Algunas soluciones radicales que hemos evaluado desde la Facultad son por ejemplo hacer un cambio de cobertura. Es decir, quitar los pinos y los eucaliptos, se hace un aprovechamiento forestal, pero acá lo clave es que inmediatamente tendríamos que tener un plan gigantesco de siembra de plantas. Esto es bien costoso y no queremos repetir el desastre que ocurrió en el Neusa, en el que se removieron todos los pinos y eucaliptos y se dejó así mientras se hacía la intervención, y ese espacio se lo tomó el retamo espinoso. Hay la capacidad técnica, por ejemplo con el Jardín Botánico, que tiene muchas plántulas, tiene vivero y podría hacerse un plan uniéndose con otros viveros para tener plantas de 70 centímetros a un metro, aproximadamente, para empezar a trasplantar. Con esta opción se podrían hacer jornadas con ciudadanía, voluntariados, trabajo con estudiantes, intervención de las universidades. Sería un plan a largo plazo”, explicó.
Otra opción, señaló, es hacer cortafuegos con plantas nativas que no sean muy inflamables. Esto corresponde a hacer líneas de defensa con plantas que no se quemen muy fácilmente, que crezcan rápido y que creen un ambiente propicio para otras plantas nativas que puedan ir creciendo más lentamente.
“El asunto con las plantas nativas es que varios de los árboles de los bosques nublados crecen más lentamente, entonces tocaría combinar unas plantas que crezcan rápido y otras que crezcan más lento. Esto podría ayudar a apaciguar los incendios. También sería ideal empezar a hacer carriles dentro de estos bosques exóticos que tenemos en los cerros para ojalá empezar a introducir más diversidad de especies que sean nativas y que no se van a quemar tan fácilmente”, propuso.
La profesora concluyó aseverando que desde la Universidad del Rosario tienen voluntad de ser copartícipes de las estrategias. “Tenemos ideas, podemos hacer diseños, hay estudiantes que están muy interesados en participar, en hacer restauraciones, parte de lo que hacemos desde una carrera como la biología. Esto se va a resolver con muchos actores, pero las universidades tenemos un rol importante y la voluntad. Queremos ser tenidas en cuenta y ser parte de esto”, enfatizó.