El chavismo y sus diferentes caminos este 28 de julio | El Nuevo Siglo
EL PRESIDENTE de Venezuela, Nicolás Maduro, durante el desfile militar que conmemoró este viernes el 213 aniversario de la Independencia de Venezuela, reiteró, con bastón en mano, su cargo como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. / AFP
Sábado, 6 de Julio de 2024
Pablo Uribe Ruan*

“Hugo Chávez, corazón del pueblo” sonaba de fondo, un tema musical compuesto para el entonces presidente Chávez durante las elecciones de 2012, en el momento en que Nicolas Maduro, este jueves, subió al escenario en El Zulia y dio comienzo a la recta final de su campaña electoral. Detrás de él, en la tribuna, estaban Diosdado Cabello y Delcy Rodríguez: el corazón del madurismo.

Unido, el núcleo de Maduro parece confiado en que, con fraude o sin él, el hoy presidente ilegítimo se va a mantener en el poder. Los cuadros medios y algunos líderes de barrios y comunas chavistas, sin embargo, no son tan optimistas. La potencia y la ilusión que ha generado la campaña de Edmundo González Urrutia y María Corina Machado les da razones para dudar incluso de la capacidad del régimen para hacer fraude o reprimir.

Así como ellos, muchos chavistas ven las próximas elecciones del 28 de julio como un posible escenario de transición de un régimen autoritario a uno democrático, aunque el régimen que gobierna desde el Palacio de Miraflores parezca tener una lectura distinta, guiada por una lógica que Phill Gunson, experto en Venezuela, llama “vocación hegemónica”.

Precisamente, en un interesante análisis en terreno de “Crisis Group” en Venezuela, Gunson y sus colegas se han preguntado: ¿qué está pasando dentro del chavismo, en este momento?

Con base en este interrogante, han publicado un reciente informe (28 de junio), “¿Vientos de cambio en Venezuela? El chavismo enfrenta su mayor desafío electoral”, con el que responden cuáles son los incentivos y obstáculos que tendría la dictadura venezolana para iniciar la transición o hacer fraude y profundizar el modelo autoritario.

“Más allá de los motivos ideológicos, entran en juego consideraciones pragmáticas y materiales: en efecto, dejar el poder podría acarrear enormes costos personales. Pero entrevistas con decenas de líderes chavistas y activistas de base, incluidos algunos que han roto con el gobierno y otros que ocupan posiciones clave en él, revelan que el grupo está lejos de ser homogéneo”, dice el informe.

Heterogéneo

Aunque la dimensión de la crisis humanitaria, institucional y económica de Venezuela es tan grande que cuesta entender como el chavismo aún tiene algo de respaldo, en algunas partes del país este modelo político-militar sigue teniendo algunos seguidores que, además de su lealtad, sirven para entender cómo se configura hoy y qué esperan unos y otros actores dentro del movimiento.

Según Alonso Moleiro, del medio venezolano Tal Cual, existe una distancia importante entre lo que piensan la base social y los líderes de rango medio del chavismo a la posición férrea del núcleo de Maduro, distanciada cada vez más de sus bases como se ha visto en los videos electorales y sus mítines transmitidos en Telesur.

“La base social del movimiento está en gran medida desencantada, desmovilizada y harta de sus líderes. El apoyo al gobierno ha disminuido dramáticamente, especialmente en áreas que históricamente habían sido sus bastiones, tales como zonas urbanas pobres y estados rurales como Barinas, Portuguesa y Sucre”, dice Crisis Group.

Las entrevistas hechas a diferentes líderes locales en barrios y comunas dan cuenta del poco interés que despierta Maduro en las bases chavistas. “Está cuesta arriba animar a la gente para que vote. Hay mucha decepción”, afirmó un activista de base, citado en el informe.

La mirada es distinta en las altas esferas del chavismo. La urgencia de mantener este régimen cívico-militar de gigantesca corrupción, prebendas y autoritarismo, hace que la lectura unívoca de casi todos los funcionarios de alto nivel, militares y aliados sea la de mantener un discurso confrontativo contra la oposición y, por debajo, sin que se conozca, trabajar para construir la narrativa antifraude.

Cambio de estrategia

El cambio de discurso de Maduro ha contrastado con sus declaraciones de hace unos seis meses, cuando en televisión nacional el dictador venezolano hacía énfasis en la importancia de la inversión privada y el crecimiento económico como pilares de desarrollo.

De un tiempo para acá, sin embargo, ha vuelto a sus formas clásicas. A la permanente alusión al poder comunal y popular como base del socialismo y la retórica antiimperialista; ahora ha “desempolvado las referencias de Chávez, después de casi una década de progresivamente restar importancia” y habla de polarización política de 2019, tras la asunción del gobierno interino de Juan Guaidó.

“La administración de Maduro intenta volver a la polarización que caracterizó la conflictiva política venezolana entre 2019 y 2022. El chavismo respondió a esta presión manteniéndose cohesionado, a pesar de algunas deserciones individuales, y evadiendo las sanciones a través de alianzas comerciales con Rusia e Irán, entre otros”, reporta Crisis Group.

¿Transición?

A pesar de la cohesión y experiencia del núcleo duro de Maduro, que ha sobrellevado las crisis de 2014, 2017 y 2019, no es un secreto que algunos cuadros militares han estado en diálogos secretos para una salida negociada del poder del régimen chavista en diferentes ocasiones.

Uno de ellos fue el día antes de que Leopoldo López huyera de la embajada de España en Caracas, donde se asilaba desde abril de 2019.

Vladimir Padrino López, comandante de las Fuerzas Militares en aquel entonces, tenía organizado un diálogo con sectores de la oposición para negociar las bases de un gobierno de transición, el cual fue frustrado por el conocimiento de sectores chavistas que alertaron al núcleo madurista.

En los regímenes autoritarios, como analizan varios estudios de cambio de régimen, entre ellos los del reconocido politólogo Adam Pzeworsky, existen sectores blandos que están dispuestos a negociar a cambio de algunos beneficios. Pero, en el caso del chavismo, el sector duro es predominante y su visión de la transición –si es que la tiene– seguramente está marcada por posiciones maximalistas.

Para Crisis Group, “los chavistas están convencidos de que cualquier eventual gobierno de oposición intentaría perseguirlos e intimidarlos, ya sea a través de los tribunales nacionales o mediante los cargos penales interpuestos en EE. UU. contra sus dirigentes, incluido Maduro”.

“Por eso no parece probable que nos pongamos en una situación en que se pueda perder”, concluye.

Este 28 de julio, es poco probable que el régimen que hoy gobierna Venezuela asuma un riesgo tan alto de celebrar elecciones democráticas y transparentes. En ese sentido, su apuesta será construir una narrativa antifraude que incluya todo tipo de bloqueos a la oposición, hasta, como apunta Crisis, la destitución de Edmundo González en los días previos a las elecciones.

Pero, ante este escenario, queda una pregunta en el aire: ¿Cómo el chavismo va a enfrentarse a un fenómeno de masas tan popular y unido como el que ha construido María Corina Machado, que no parece comparable ni siquiera con el de las marchas de 2017, cuando se vio acorralado?

* Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.