Reforma a la salud: ¿prueba ácida a la coalición petrista? | El Nuevo Siglo
Foto: archivo ENS
Domingo, 9 de Abril de 2023
Redacción Política

EL MARTES y el miércoles de la próxima semana, cuando se reúnan las bancadas de los partidos Conservador y Liberal, no solo estará en juego la suerte de la reforma a la salud que impulsa el Gobierno, sino la supervivencia misma de la coalición parlamentaria que apoya a la Casa de Nariño.

Como se sabe, estos cónclaves de dos de los principales partidos del bloque oficialista se precipitaron luego de lo ocurrido el viernes 31 de marzo, cuando sorpresivamente se radicó en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes la ponencia para primer debate del proyecto gubernamental de reforma a la salud, con la firma de parlamentarios del Pacto Histórico, Verdes, Comunes y de curules para la paz, pero también con la de dos congresistas que nadie esperaba: el conservador Gerardo Yepes y Camilo Ávila, de la U.

Sorprendieron estas últimas firmas, ya que días antes los dos partidos habían advertido que se apartaban de respaldar la ponencia pues que en ella no se incluyeron los ajustes que ambas colectividades propusieron al articulado y que, se supone, habían sido acordados tanto con el presidente Gustavo Petro como con la ministra de Salud, Carolina Corcho, en sendas reuniones en la Casa de Nariño.

De hecho, antes de esa decisión de la U y los conservadores, ya los liberales, por intermedio de su jefe único, el expresidente César Gaviria, se habían apartado del proyecto gubernamental por considerarlo altamente inconveniente. Incluso anunciaron que radicarán su propia reforma en el segundo semestre, pero a través de las comisiones primeras, esto bajo la tesis de que la reingeniería al sistema de salud regula un derecho fundamental y, por lo tanto, tiene rango estatutario y no ordinario, como la iniciativa de Petro y Corcho.

Como se sabe, la sorpresiva radicación de la ponencia el viernes 31, después de las cinco de tarde, cuando se pensaba que ya el Parlamento estaba en receso por cuenta de la Semana Santa, generó una dura reacción del presidente del Directorio Nacional Conservador, senador Efraín Cepeda, y de la directora única de la U, Dilian Francisca Toro. No solo desautorizaron a Yepes y a Ávila, sino que insistieron en que esas dos colectividades no apoyan ese articulado, al tiempo que le renovaron toda la carga crítica.

A la par, mientras que Cepeda citó a reunión de bancada para el martes 11 de abril y Gaviria para el 12, se sabe que la U también tendría esta semana un cónclave. En esas reuniones habrá análisis de fondo sobre las reformas y la propia coalición.

Cuentas en blanco y negro

Es evidente que la negativa de esos tres partidos a votar positivamente el proyecto en comisiones y plenarias del Congreso prácticamente determina la inviabilidad de la reforma. En el caso del Senado, por ejemplo, a la mayoría de casi 70 escaños de la coalición gubernamental (de un total de 107 curules), habría que restarle 15 conservadores, 14 liberales y 10 de la U. Es decir, 39 congresistas menos, lo que dejaría al resto de la coalición en minoría.

En cuanto a la Cámara, son 32 liberales, 25 conservadores y 15 de la U. Es decir, 72 votos menos, con lo que también la coalición quedaría en minoría en esta corporación de 188 escaños en total.

Y más complicado aún es que en el bloque verde, del que hacen parte 13 senadores (ocho de ellos de la Alianza Verde), hay una fuerte división frente a la iniciativa. En la Cámara ocurre algo similar.

En ese orden de ideas, a hoy, el proyecto gubernamental solo cuenta con respaldo cerrado del Pacto Histórico, Comunes y los escaños de algunas minorías y de las curules de paz. Por lo tanto, voto a voto perdería, ya que a la negativa de liberales, conservadores y la U, habría que sumarle los votos en contra del bloque opositor, compuesto por el Centro Democrático y Cambio Radical, que en Senado son 24 y en la Cámara 31.

En otras palabras, si el Gobierno insiste en no concertar con los tres partidos de su coalición, la reforma a la salud no pasaría. Esto implicaría, entonces, que sería la segunda gran apuesta que estaría perdiendo la Casa de Nariño, ya que hace apenas dos semanas se vio en la obligación de retirar el proyecto de reforma política en quinto debate en la Comisión I de Senado, en gran parte porque desde el Pacto Histórico le colgaron una serie de ‘micos’ que terminó por hacer inviable el articulado, sin duda una de las principales promesas de campaña.

¿Qué puede pasar?

Tras la que muchos congresistas y analistas han calificado como ‘jugadita’ del Gobierno al obtener el respaldo sorpresivo de Yepes y Ávila a la ponencia, es claro que la coalición quedó con una fisura grande.

De un lado, porque ya liberales, conservadores y la U anunciaron medidas al respecto para evitar un nuevo intento de deslizamientos de sus senadores y representantes. Cepeda, Toro y muy posiblemente las toldas de Gaviria impondrán la Ley de Bancadas para garantizar que todos sus congresistas voten de manera unificada y cerrada. De hecho, tanto Yepes como Ávila, blanco de muchas recriminaciones y sospechas por haber respaldado la ponencia, ya admitieron que a la hora de la votación lo harán en la línea de lo que determine su partido.

Es decir, que ya las tres colectividades tomaron medidas para atajar sorpresas.



Eso hacia el interior de sus colectividades. Pero es claro que en las bancadas (sobre todo conservadora y de la U) hay molestia política por la ‘jugadita’, e incluso muchos de sus parlamentarios culpan directamente a Corcho de haber maniobrado para obtener esos dos respaldos que, al final de cuentas, le sirvieron para mostrar por algunas horas una ponencia de respaldo ‘amplio’, pero que terminó de aumentar las objeciones de estas colectividades y los liberales al articulado de la reforma. Es decir, que se tomó un riesgo muy alto y los resultados, a la luz de lo explicado, terminaron siendo muy pobres y el daño colateral muy alto.

¿Se saldrán estos tres partidos o uno o dos de ellos de la coalición? Por ahora, según las voces de las mismas colectividades, no se ve inminente esa posibilidad, aunque es claro que en las tres toldas crecen las posturas que urgen pasarse a la franja de los independientes o de la oposición.  

Lo que sí es innegable es que cada partido tiene una realidad distinta. Los liberales son los que parecen más alejados del petrismo, no solo por los alcances de la reforma a la salud, sino por el contenido de la pensional y la laboral, que ya están radicadas y generan tanto o más debate que la primera.

Los conservadores, a su turno, cada día tienen más objeciones para seguir en la coalición petrista, sobre todo por la dificultad de explicar esa adhesión a sus bases rurales y semiurbanas en medio de la campaña para las regionales de octubre.

La U, entre tanto, tiene un poco más de margen de acción para seguir en el bloque oficialista, aunque ya se apartó de la reforma a la salud y le hizo reparos de fondo a la laboral.

Con el presidente Petro y la ministra Corcho sin dar señales de querer abocar en esta semana un nuevo diálogo con estos tres partidos, que lleve a una verdadera concertación de la reforma a la salud, sobre todo en lo relativo a mantener el rol de las EPS, la participación del sector privado y no dejar en manos de alcaldes y gobernadores el manejo de recursos, es claro que la supervivencia de la coalición se jugará esta semana su futuro. Será la prueba ácida más fuerte en sus casi nueve meses de existencia. ¿Resistirá o hará implosión? Esa es la pregunta.