EN un ejemplo global se convirtió el empobrecido barrio La Pintana de Santiago de Chile con su proyecto de reciclaje que, nacido hace 17 años de la necesidad, es hoy fuente de ingresos, bienestar y cultura ciudadana.
Cada mañana, camiones recorren esta humilde como habitada zona y recogen cáscaras de papas, aguacates o naranjas, que los vecinos clasifican, embolsan y cuelgan en sus puertas, árboles o depositan en tarros para su reciclaje. El cambio de mentalidad y actividad contemplado desde 2015, posicionaron este proyecto que hoy es un modelo a seguir no sólo en el país austral, que genera la mayor cantidad de basura en Sudamérica y recicla solo el 0,8%, sino en el mundo entero.
Los vegetales representan el 50% de la basura producida por cada familia de La Pintana, donde el 15,3% de sus casi 190.000 habitantes vive en la pobreza, el porcentaje más alto de la capital chilena según datos oficiales.
"Ahora la gente saca más vegetales, se entusiasma más", dice Escarlett Irles, recolectora del camión 512, unos de los cuatro que recorre el barrio.
"Hubo un cambio en las personas, porque se preocupan de reciclar y ya no juntan los vegetales con la basura" no orgánica, afirma de su lado José Vera, dueño de un pequeño almacén de verduras.
Tras cruzar la comuna los recolectores depositan los desechos en plantas de lombricultura y compostaje, donde se crean los fertilizantes que se utilizan en el vivero municipal.
En este lugar, levantado en un antiguo basural, cada año se producen 100.000 plantas de 400 especies distintas, las que le están cambiando la cara a este barrio, que posee uno de los menores porcentajes de áreas verdes por habitante de Santiago.
"Este trabajo nos da riqueza, nos da alegría. La comuna se está arreglando con los jardines", dice Jeannette González, una funcionaria municipal, luego de plantar varias flores cerca de un edificio deportivo comunal.
"Círculo virtuoso"
La Pintana fue una de las primeras comunas de Santiago en recoger los desechos orgánicos de sus habitantes.
En los 17 años de funcionamiento del programa se ha logrado crear una cultura de reciclaje en un país que produce en promedio 1,13 kilos de basura diaria por persona y que recicla solo el 0,8%, de acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente.
En generación de basura, Chile ostenta la cifra más alta de Sudamérica según el Banco Mundial, mientras que en materia de reciclaje el país se ubica muy por debajo del promedio de América Latina, de un 4%, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Gracias a este proyecto, el municipio de La Pintana recicla cerca de 20 toneladas diarias y se ahorra unos 100.000 dólares al año, que posteriormente reinvierte en la comunidad.
"Cuando asumimos esta gestión, era una comuna donde cada 200 metros encontrábamos un basural. Hoy día eso ya no lo estamos viendo", destaca la alcaldesa del barrio, Claudia Pizarro.
Por este programa La Pintana ha obtenido una serie de reconocimientos, entre ellos el Premio de Agua del Banco Norteamericano de Desarrollo (BID) y de la Fundación Femsa y el Premio Nacional de Innovación Avonni.
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"Esto es un círculo virtuoso; la gente ve, donde había un basural, una maceta con vegetación y que todo va floreciendo y deja de tirar basura en ese lugar", agrega la alcaldesa.
Los vegetales no son los únicos que reciben una segunda oportunidad en este barrio. Más de la mitad de la quincena de trabajadores que cuida el vivero son personas que cambiaron la cárcel por el trabajo comunitario.
"Todo lo que se produce acá les beneficia también a ellos, porque son chicos de la comuna. Eso da un sentido de pertenencia", destaca Cintia Ortiz, encargada del vivero municipal desde hace casi siete años.
Para el responsable de la Dirección de Gestión Ambiental de la comuna, Felipe Marchant, incluir a los vecinos les ha permitido crear una identidad alrededor del reciclaje.
"Se puede generar un cambio donde las personas digan: 'Yo me identifico con esto y somos los mejores; no somos los que salimos en la televisión por la delincuencia o por los bajos recursos'", destaca Marchant.
La ministra chilena del Medio Ambiente, Maisa Rojas, anunció un proyecto de ley que busca replicar este ejemplo en el resto del país.
Así comenzó
Este proyecto, amén de los premios recibidos, ha merecido reportajes en importantes medios de comunicación, como el publicado el año pasado por la BBC bajo el título ¿Qué puede aprender un país como Finlandia de una comuna como La Pintana?, posicionando a esta región chilena del sur de Santiago de Chile como un referente global en materia de reciclaje.
Meses atrás, el portal chileno Plaza Pauta, entrevistó a Ana María Cavieres, entonces directora suborgante de la Dirección de Gestión Ambiental (Diga) para conocer los orígenes de este exitoso proyecto y la forma como lograron comprometer a una comunidad que por sus índices de pobreza y delincuencia ha sido muy estigmatizada.
"Esto nació en el 2005 por la necesidad de poder generar planes y programas de ahorro para el municipio. Veníamos planificándolo porque para nosotros cambió la Ley de Renta en aquellos años, lo que generó una carga para el presupuesto municipal y tuvimos que empezar a generar políticas y planes de manejo de residuos", recuerda la funcionaria Cavieres, al tiempo que destacó que la ejecución de los mismos fue muy simple: puerta a puerta se solicitó a los vecinos separar sus residuos vegetales de los que no lo eran y entregarlos así clasificados al camión recolector.
"Conversamos con la gente, les explicamos que la generación de residuos es responsabilidad de cada uno, que la responsabilidad del municipio es la disposición final pero que la generación y la acumulación es parte de las personas", recordó Cavieres, quien también se mostró muy orgullosa por el compromiso de la comunidad, la artífice del éxito de este proyecto.
Los residuos vegetales son tratados en dos plantas: la de compostaje y la de lombricultura que tiene el municipio. De allí se genera un producto mejorador de suelos (tipo abono) y en la otra hummus.
También gran parte de ellos tienen como destino final el vivero para producir especies arbóreas, arbustivas, rastreras y cubresuelos que luego son trasplantadas en cualquier espacio público de la comuna o de la ciudad.
Otro programa de este ambicioso proyecto y que también ha sido muy exitoso es el reciclaje del aceite. Se concibió para solucionar los problemas que estos residuos provenientes de las ventas callejeras de comida y sobre todo los fritos (frituras), base de la alimentación chilena, generaban.
Esta problemática inicial llevó a un químico ambiental de la Diga, que ya tenía conocimientos y experiencias en la materia, a proponer que se podía reutilizar dicho aceite para producir biodiesel, como en efecto lo hacen desde años atrás, y se han convertido en una solución para movilizar ciertos vehículos y camiones de esa municipalidad.
De esta forma, la comuna de La Pintana, descubrieron hace 17 años que a través del reciclaje de la porción más grande de residuos –frutas, vegetales y restos de poda- ahorraba dinero, producía compost y reducía las emisiones de gases de efecto invernadero.
Este proyecto podría resumirse en las cuatro ‘r’ en que se basa: resimple, reeducación, reciclaje y re-exitoso