Es el ave emblemática de Colombia y verla volar es un espectáculo “indescriptible”, pero su supervivencia está amenazada, por lo que se hace necesario protegerla y que nazcan muchos ejemplares del cóndor de los Andes.
Sin embargo, la tarea no es fácil. Solo hace algo más de un año tres de estos imponentes animales fueron asesinados, con lo que la población se redujo a tan solo 60 en total en las zonas que habita: la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía de los Motilones, el Páramo del Almorzadero, el Parque Nacional Natural Los Nevados, en Coconuco y Puracé, y el Parque Chingaza.
Además, porque el cóndor de los Andes es monógamo y enamorarse no le es fácil. Por ello, de las tres parejas que fueron traídas desde Chile con el fin de que se reproduzcan, solo una ha tenido cría. “Desafortunadamente uno de los animalitos murió y el otro está en etapa de crecimiento”, cuenta la bióloga y experta en derecho ambiental, Estefanía Gómez, coordinadora de monitoreo e investigación de la Fundación Jaime Duque, que lidera el programa de conservación cóndor de los Andes.
“La buena noticia es que la pareja que tenemos en el Parque Jaime Duque inició galanteos este año y esperamos que pronto nos den buenas noticias”, agrega.
“Los cóndores de los Andes tienen una pareja para siempre y cuando se tienen estos planes de reproducción para repoblar, ellos se pueden tardar en congeniar y reproducir. Sin embargo, con los eventos de cortejo que hemos visto en el parque este año, esperamos que sigan en su fase de conquista”, añade.
En riesgo
Hasta hace más de un año se creía que en el país había 160 ejemplares de esta majestuosa e imponente especie, pero el año pasado se hizo un censo y se determinó que tan solo quedaban 63 en todo el país.
Unos meses después, tres cóndores de los Andes fueron envenenados y baleados en Santander, aumentando la preocupación por el riesgo de extinción y por esa “enemistad” entre el hombre y la especie.
“Los campesinos de las zonas en donde habita el cóndor de los Andes tienen rebaños de ovejas o cabras y derivan su sustento de la venta de un animal al mes, lo que les representa un ingreso de $400 mil o $500 mil, por lo que la muerte de un ejemplar les representa perder su sustento de un mes, y de allí que se desquitan con el cóndor de los Andes”, relata Estefanía.
Añade que “los envenenan o les disparan, pero no siempre es el cóndor de los Andes el que se come la cabra o la oveja, sino que en lugares como el Páramo del Almorzadero hay otras especies como pumas u otros depredadores que son los que atacan los rebaños”.
Es por ello que “empezamos un proceso de reconversión, para que los pobladores del Páramo el Almorzadero no tengan un sistema extensivo sino uno en que cada campesino tenga control sobre sus ovejas o animales”, cuenta Estefanía.
Lamenta que hoy ya no hay programa de conservación y liberación, pero la Fundación Parque Jaime Duque trabaja con sus asociados con cuatro componentes básicos: uno de conservación fuera del hábitat natural que es de cría y liberación; dos, de monitoreo permanente en el páramo a través de cámaras trampa; tres, de producción sostenible, que consiste en la reconversión con el fin de que sea reserva natural: se están construyendo dos viveros en tres sectores diferentes con especies propias del páramo, recolección de semillas, de plántulas, y los campesinos los mantienen para que estén listas y se hagan procesos de restauración; y el cuatro está relacionado con educación y comunicación, que es transversal a todos los actores, con universidades, colegios, SENA, muchos procesos de comunicaciones para que se conozca el programa y quieran ser parte de él.
Por ahora el trabajo avanza con 20 familias y la meta es llegar a 50, “que sean parte de la asociación. Trabajan en conjunto, cuando tienen que cercar, en el mantenimiento de huertas, se reúnen mensualmente”, dice.
Unido a ello, el año pasado la Fundación Parque Jaime Duque ganó una convocatoria para comprar un predio en el Almorzadero, “en donde tenemos la guardería de frailejones, que sea modelo para los otros miembros de la asociación: 90% para conservación y 10 para que sea sostenible”.
Señala que “en Almorzadero se estima que hay unos 28 cóndores de los 60 que se contaron en el último censo. Ese páramo es importantísimo porque es un punto que conecta la Sierra Nevada de Santa Marta y el Nevado del Cocuy, donde hay buena población de la especie”.
Recuerda que “hace un tiempo se produjo un evento de envenenamiento, en 2018 y en 2019 se liberaron con seguimiento satelital, se movieron hacia el Cocuy y la Sierra. Las hembras se mueven en espacios más amplios porque buscan el alimento, eso presumimos, la población se está moviendo”.
“Ahora estamos trabajando en determinar a ciencia cierta cuántos cóndores hay en el Almorzadero, cuántas hembras, cuántos machos, cuántos adultos y polluelos”, indica Estefanía.
Para incrementar las posibilidades de repoblación “tenemos en los planes traer al zoológico una nueva pareja que ayude a fortalecer ese componente”.
Añade que “lo que hacemos es fortalecer el proceso en las fincas, impulsar la diversificación de ingresos que no dependa solo de ganadería sino de huertas, otras del cultivo de trucha, gallinas para huevos, además del turismo que potencialmente puede llegar a la región”.
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Una maravilla
“Ver los cóndores es sencillo, que el turismo llegue de manera organizada, cuántas personas puede recibir, se busca hacer cursos en el SENA y montar ruta del cóndor para intensificar el turismo”, indica Estefanía.
“Es muy lindo ver los cóndores. Si se sube al páramo fácilmente se ve un cóndor, muchas veces haciendo los monitoreos, cuando realizamos las caracterizaciones en cada previo, uno tiene la oportunidad de ver cosas espectaculares como un cóndor volando a un metro, sobre todo cuando instalamos las cámaras trampa”, dice emocionada Estefanía.
Explica que “hay lugares muy estratégicos, les dicen a los cóndores ‘el mensajero del sol’ porque van llegando a las rocas, el aire se calienta y planean mejor”.
“Es muy emocionante porque usted sabe que está trabajando para ellos, verlos sabiendo que están a una gota de extinguirse, se siente uno pequeño al lado de ese animal tan imponente, es satisfactorio. Eso da más motivación”, agrega.
Además, dentro del Parque Jaime Duque, que lidera el programa de conservación, “intentamos hacerlo muy visible, una atracción que se llama Tren de los Andes, se paga un valor adicional para el programa de conservación, principalmente a una línea que se llama ‘Mi Hogar, mi tradición’, es beneficio y lo que se recauda se lo damos a los miembros de la asociación”.
¿Por qué el programa de conservación del cóndor de los Andes? “Porque su fundador, Jaime Duque, trabajó en Escarta y Avianca, el logo siempre era un cóndor, era muy patriota, no es casualidad que haya muchas esculturas de cóndores en todo el parque”.
ESTEFANÍA GÓMEZ lidera el programa de la Fundación Jaime Duque para la conservación del cóndor de los Andes./Cortesía
“ES MARAVILLOSO ver volar al imponente cóndor de los Andes”, dice la bióloga Estefanía Gómez, quien trabaja con el proyecto de repoblación en el Páramo del Almorzadero, entre Santander y Norte de Santander./Cortesía