“¿Qué mal me está haciendo la perdiz?”, se preguntó Héctor Herrera Parra, quien desistió de dispararle y optó por componer “El perdicito y yo”.
De eso hace ya unos 55 años y desde entonces se ha dedicado a escribir canciones en defensa del medio ambiente, solo que se han quedado, en su mayoría, en los cuadernos que guarda como un tesoro en su “finquita” de la vereda Ipaqué, en el municipio de Garagoa, Boyacá.
“Éramos un grupo de muchachos que nos dedicábamos a cazar pájaros, pero me vino al pensamiento que eso no estaba bien, que los animalitos no nos hacen ningún mal y que, por el contrario, debemos es cuidarlos. Yo tendría unos 14 o 15 años; desde entonces me he dedicado a trabajar en defensa de la flora y la fauna”, dice Héctor.
“Además, como vivo en el campo, uno siempre ve los pájaros, los animales y el trato que la gente les da. Los mataban con caucheras o escopetas. Yo hacía lo mismo. Me propuse realizar una campaña para defenderlos y empecé dándoles por ahí algunas monedas a los muchachos para que me entregaran las caucheras”, recuerda.
Añade que “los pájaros lo que hacen es cantar para alegría o tristeza. Por eso compuse la canción ‘El perdicito y yo’”.
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Al traer a su memoria aquellos días, tararea la melodía: “Cuando yo era cazador tuve un arrepentimiento de matar un perdicito que cantaba contento. Cuando yo le apuntaba se me vino al pensamiento que cantaba de alegría o tal vez de sentimiento…”.
“Desde entonces me he dedicado a escribir canciones en defensa del medio ambiente”, señala, y ha participado en el concurso que realiza Corpochivor sobre música campesina, ecológica y ambiental.
El premio consiste en que la canción que gane, “nos mandan a Tunja a grabar y queda para un programa que hacen semanal. Allí la ponen, la promocionan”, indica.
Dice que la música la lleva en la sangre. “Mi papá, José del Carmen, era músico y yo le heredé eso. Somos seis hermanos como tal y 13 en total con los medio hermanos. Yo vivo en la casa paterna, conservándola porque es de tapia pisada, cocina empedrada y la conservo”.
A la espera
Su primera canción la grabó hace 20 años. Lo tiene muy presente porque le tocó hipotecar la propiedad donde reside para poder cubrir los gastos.
“Cuando hice la grabación hace 20 años duré cuatro meses pidiendo ayuda. El alcalde de la época me dio $500 mil y un político $200 mil. El costo total fue de $8 millones, por lo que me tocó hipotecar la casa donde vivo. Me quedé solo con el máster un año y me tocó venderlo para poder pagar y librar la casa de la hipoteca”, cuenta este hombre que anhela poder dar a conocer sus melodías a nivel nacional.
Y algo ha logrado. “Hace poco grabé ‘Aventurando se puede’, son 14 canciones, no todas ecológicas o ambientales, entre ellas ‘Adiós, año viejo’, ‘Cuando me querían’, ‘Se van para fiestas’, ‘Donde nací’, ‘El hombre alegre’, ‘La ramita de mango’, ‘Garagoense soy’, ‘Fiesta en mi casa’, ‘La brinquitos’ y ‘Triplecito’”, señala.
Agrega que “hace poco grabé una canción que nombra todos los animales de la vereda donde habito. Se llama ‘Los cantares de mi tierra’ y menciono animales que uno ve a diario como el gorrión, la chisga, el azulejo, el paparote, la perdiz, el colibrí, la guanda y la mirla”.
Pero sus composiciones no solo hablan de pájaros. También “unas canciones hablan de no tumbar los árboles, de no talarlos, de cuidar los animales, no contaminar los ríos o de no hacer quemas”.
No todas son conocidas porque “no las he registrado. Cada canción ecológica que escribo la guardo porque es difícil grabar. El proceso es mandarla a registrar, hacerle los arreglos, introducción musical, yo soy afiliado Sayco, pero no he mandado mis composiciones porque no hay apoyo, lo que hice me tocó con mis propias uñas”, enfatiza.
Es por ello que las 80 canciones ecológicas o de defensa del medio ambiente están en el baúl de los recueros, mas “no olvidadas porque guardo la esperanza de grabarlas, darlas a conocer y que ayuden para que la gente tome conciencia de la importancia que tienen la flora y la fauna”.
Tampoco las puede interpretar, por ahora, en las presentaciones que hace en Garagoa o en otros pueblos de Boyacá porque “como no las he registrado, no se pueden difundir”.
“Hemos salido con mi grupo, ‘Los Ipaquireños’ a varias partes del departamento, nos presentamos en universidades, a concursos, en ferias y fiestas”, indica.
Proyectos
Aparte de escribir, Héctor se dedica a la agricultura. “Siembro café, pitaya, así paso el tiempo. Vivo solo. La gente en el pueblo me dice que si no me aburro, que si no vivo triste, pero no, soy feliz estando en mi casa, componiendo, labrando la tierrita”.
“Me acompañan cuatro gallinas, no se puede más porque el maíz está muy caro, dos perros y un gato… ellos son mi compañía”, señala.
Agrega que “a veces vienen del Ministerio de Cultura, de colegios, de diferentes entidades a hacer los asados, tengo la ventaja de que la finquita queda a tres minutos de la carretera central”.
Además hace coplas. “Tengo unas 300 coplas, todas relativas al cuidado del medio ambiente. Tan pronto se me ocurre una la escribo en mis cuadernos”.
“No las recuerdo pero podría decir que son algo así como ‘Ayer por la mañanita me fui a bañar al río y no me eché agüita porque hacía mucho frío’. Otra: ‘No tumben los arbolitos porque es lo que yo presiento, que más adelante a los muchachitos solo les quedará un desierto’”.
Y mientras sigue componiendo canciones o haciendo coplas, Héctor tiene entre sus planes realizar un programa radial, “para hablar de medio ambiente, que la gente entienda su importancia. También quiero rescatar la música antigua para gente de todas las edades y gustos. Esa música de hoy no es tan buena como la de antes y hay que rescatarla”, dice.
Añade que seguirá componiéndole a la flora y a la fauna porque “lo importante es defender el medio ambiente, la naturaleza nos pertenece y hay que cuidarla. Si logro hacer el programa radial seguiré componiendo coplas ecológicas, haré campañas y motivaré a la gente que me escuche a preservar lo que tenemos”.
El problema es que, como le ocurre con las canciones, no tiene apoyo. “Del Ministerio de Ambiente no he recibido nada; de Corpochivor, pues la participación en el concurso y nada más, pero no me doy por vencido”.
¿Qué le dice la gente? “Los que escuchan una canción dicen que es muy cierto lo que expongo; sin embargo, los que trabajan en eso, los que viven de tumbar árboles, no le paran bolas, aunque de algo ha servido, se ha frenado un poco la tala”.
“Mi mayor anhelo es seguir protegiendo el medio ambiente y escribiendo. Dejar por ahí mis apuntes porque cuando uno se muere, entonces lo reconocen, a lo mejor graben mis canciones y las den a conocer. Tal vez sea famoso después de muerto. Eso pasa”, afirma Héctor.
HÉCTOR HERRERA Parra ha dedicado su vida a componer melodías y coplas en defensa del medio ambiente. Ha escrito no menos de 80 canciones.