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En los humedales, el agua es protagonista. Pueden ser naturales, como ríos, manglares, sabanas inundables, lagos y lagunas, o artificiales, como una represa, y en Colombia abundan e, incluso, algunos son reconocidos de importancia internacional. Aunque son indispensables para la vida, y estos ecosistemas representan la mayor pérdida de biodiversidad en el mundo.
Según el Informe Planeta Vivo 2024 de WWF, hay una reducción promedio global del 73% de las casi 35.000 poblaciones de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles estudiadas entre 1970 y 2020. En el caso de las especies de agua dulce la situación es alarmante, pues las poblaciones monitoreadas han sufrido el mayor declive, con una caída del 85 %.
La pérdida de biodiversidad en los humedales -hábitats naturales de los peces y otras especies acuáticas- obedece a conocidas amenazas como la deforestación, la minería y la sobrepesca, agravadas por el cambio climático.
Aunque el agua y los humedales han sido determinantes para la formación de asentamientos humanos, lo cierto es que, hoy, muchas ciudades y centros urbanos siguen creciendo ‘dándoles la espalda’, convirtiéndolos en el destino final de desechos y aguas residuales.
Para Saulo Usma, especialista en Agua Dulce de WWF Colombia, “los humedales son nuestras principales fuentes de agua dulce y son los que proveen alimento para muchas de las comunidades, económicamente más vulnerables, a través de la pesca”.
Los humedales son indispensables no solo para obtener el agua para consumo humano, sino para la agricultura, la industria, la navegación, el turismo de naturaleza. Además, tienen un profundo valor cultural y espiritual arraigado en muchas comunidades por generaciones (que ha sido fundamental para su conservación).
Por ello, WWF realiza esfuerzos conjuntos con autoridades e instituciones, organizaciones de la sociedad civil y comunidades que los habitan para monitorearlos, conservarlos y que se usen de manera sostenible. Entre estas acciones, se destaca el apoyo a las autoridades ambientales en la designación de humedales de importancia internacional Ramsar, procesos en donde WWF Colombia trabaja por la efectiva participación de las comunidades en la formulación y desarrollo de sus planes de manejo.
Especies en humedales
Los humedales de Colombia son el hogar de una gran diversidad de especies. Por ejemplo, los delfines de río de Suramérica no solo se encuentran en la Amazonia, sino también en la Orinoquía. Tanto el delfín rosado (Inia geoffrensis), como el gris (Sotalia fluviatilis) desempeñan un papel clave en la salud de estos ecosistemas acuáticos al regular las poblaciones de peces, lo que también los convierten en indicadores de la calidad del agua.
Asimismo, en las cuencas del Orinoco y el Amazonas también habitan otras especies como la nutria gigante (Pteronura brasiliensis) y la neotropical (Lontra longicaudis), y de manatíes como el manatí amazónico (Trichechus inunguis) y el manatí del Caribe (Trichechus manatus) que también se encuentra en la cuenca del Orinoco colombiano. Estas y otras especies dependen de la calidad del agua y la disponibilidad de presas en los humedales.
Los humedales cuentan con un tratado global para su conservación y uso sostenible: la Convención Ramsar, que reconoce humedales por su gran valor para toda la humanidad. Los llamados ‘sitios Ramsar’ son especiales por los beneficios que proporcionan: suministro de agua dulce, alimentos, materiales de construcción y biodiversidad, control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático. Colombia tiene 11 de los más de 2.300 designados en el mundo.
WWF Colombia trabaja en sitios Ramsar del país, junto a las comunidades, mediante el monitoreo comunitario de pesca y el fortalecimiento de capacidades en torno a la gobernanza territorial y sus medios de vida, y en articulación con instituciones, sector privado y organizaciones de la sociedad civil.
Gracias a sus humedales, la Orinoquia y la Amazonia no solo comparten flujos de especies como las ya mencionadas, sino que se dinamiza la vida y las interacciones entre sus demás ecosistemas. “La zona transicional Orinoco-Amazonas hace referencia a la región geográfica donde coinciden las selvas del Amazonas con la cuenca del río Orinoco. En esta interacción, las coberturas vegetales de los variados ecosistemas terrestres de la Amazonía interactúan con todas las aguas de los humedales lóticos que pertenecen a la cuenca del Orinoco, como los ríos Guaviare, Inírida, Atabapo y el Orinoco mismo, y de los lénticos, como lagunas y madreviejas. Esta es una razón más para decir que la Amazonía no puede existir sin la Orinoquia”, explicó Usma.