Un grupo de ciudadanos pertenecientes al departamento de Nariño expulsó la semana pasada a unidades del Ejército de Colombia mientras realizaba labores de patrullaje en la región.
Sin embargo, no es la primera vez que la fuerza pública colombiana se encuentra con el rechazo de la población local en esta región, que ya ha expresado su rechazo a la presencia del Ejército, debido a que consideran que la presencial de la institución agudiza los choques con los grupos armados irregulares que operan en la región y les dejan a merced del fuego cruzado.
Los hechos tuvieron lugar entre el 5 y el 7 de enero en los corregimientos de La Esmeralda, donde un grupo de personas armadas con "machetes" y "pretendiendo provocar a la tropa" expresaron a los militares "que no eran bienvenidos"; y en El Rosario, donde "200 personas" les rodearon e hicieron saber que su presencia no era de su agrado, ha informado el Ejército.
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Ante esta situación, el Ejército Nacional ha hecho un llamamiento a las autoridades locales para que tomen medidas e investiguen y adelanten las medidas legales oportunas frente a estos hechos cometidos por la población civil.
Cabe resaltar, que hace menos de un mes en El Rosario, el policía Tomás Blanco Rolón permaneció cerca de un día secuestrado por una de las facciones de las disidencias de las ya desparecidas FARC.
Un día después de su liberación, el 27 de noviembre, un grupo de campesinos retuvo a una quincena de soldados en una zona rural del municipio de Leiva, en el norte de Nariño, después de que cinco civiles, entre ellos dos menores, resultaran heridos en el fuego cruzado entre el Ejército y las disidencias de las FARC