La economía alemana creció un 1,9% en 2022, más de lo esperado, según datos preliminares publicados el viernes, un respiro para el gobierno que tomó medidas para frenar la crisis energética desencadenada por la guerra de Ucrania.
El crecimiento del PIB en 2022 superó las expectativas a pesar del "difícil contexto" de la guerra en Ucrania y la subida de los precios, informó el viernes la oficina federal de estadísticas (Destatis).
A finales del año pasado el gobierno solo esperaba un crecimiento del 1,4% en 2022, tras el 2,6% de 2021.
La mayor economía de la eurozona "sigue desafiando a la recesión", según Carsten Brzeski, analista de ING.
Según Destatis, el PIB se "estancó" durante los tres últimos meses del año pero evita de momento entrar en números rojos.
Frente a la crisis, Alemania resiste, gracias al consumo, las ayudas públicas y el ahorro energético en la industria, aunque "las pérdidas económicas globales han sido considerables, ya que antes de la ofensiva rusa sobre Ucrania aún esperábamos que el crecimiento fuera aproximadamente el doble", comentó Fritzi Köhler-Geib, economista del banco KfW.
La crisis energética, provocada por la guerra de Ucrania, ha sacudido el modelo alemán, basado en la importación masiva de gas barato de Rusia.
La guerra puso fin a los suministros rusos e hizo disparar los precios en Europa durante parte del año.
La inflación se disparó, al igual que los costes de producción en la industria, motor del crecimiento alemán, alimentando los temores de una crisis económica de gran envergadura para el país.
Pero el consumo privado ha tomado el relevo, convirtiéndose el año pasado en "el principal pilar" del crecimiento, explicó Destatis, y volvió casi a su nivel anterior a la pandemia.
Ayudas públicas y consumo limitado
Las masivas ayudas públicas para sostener el poder adquisitivo impidieron que se hundiera el consumo cuando se dispararon los precios de la energía y los alimentos.
La industria, por su parte, "ha sido creativa" a la hora de ahorrar gas, afirma Jan-Christopher Scherer, experto del instituto económico DIW.
Según un estudio del IFO, "tres cuartas partes" de las industrias que utilizan gas han reducido su consumo sin limitar la producción.
Los precios de la energía, especialmente del gas, también han bajado en los últimos meses, gracias a un invierno suave en Europa y a los esfuerzos del gobierno alemán para aumentar su suministro de gas licuado.
Por el lado de la oferta, la mejora gradual de la cadena de suministro en los mercados mundiales ha supuesto un alivio para la industria exportadora.
"Estos efectos positivos han compensado en parte las consecuencias de la guerra y los altos precios de la energía", afirma Brzeski.
Sin embargo "los próximos meses serán difíciles", apunta Oliver Holtemöller, investigador del instituto económico IWH.
Aunque los precios del gas se han desplomado en los últimos meses en los mercados a corto plazo, los precios seguirán siendo estructuralmente más altos que antes de la crisis y durante mucho tiempo.
El gas licuado, que sustituye a los suministros rusos, es más caro de producir y transportar que el gas por gasoducto.
Las ayudas de 200.000 millones de euros (216.000 millones de dólares) permitirán congelar los precios de la energía y el gas en 2023 y 2024 pero no podrán compensarlo todo, sobre todo si los precios suben bruscamente.
Además las cuentas públicas de Alemania tienen un déficit de un 2,6% del PIB, que debería aumentar al 3,25% el año que viene.
La industria automovilística, un sector clave de la economía alemana, debería registrar este año unas cifras de ventas todavía "una cuarta parte inferiores a las de 2019", antes de la pandemia, según la federación de fabricantes de automóviles VDA.