Su cuerpo de entre 64 y 74 centímetros, su cresta aguda y sus anchas alas surcan los aires de los Andes, un espectáculo que los observadores de aves disfrutan al máximo y por ello, con el fin de que los peligros a que está expuesta el Águila real de montaña no la extingan, se han integrado redes de protección.
Parte de esa tarea es la de buscar los nidos en donde se cree se pueden reproducir, labor en la que es fundamental la ayuda de los campesinos.
Justamente los labriegos, a través de las capacitaciones que les brindan diferentes entes, entre ellos la CAM, la Asociación de ornitólogos o pajareritos, apoyados por Wild Second, dedican horas, días enteros o semanas, si es necesario, a establecer los sitios donde anidan.
Erik Camilo Gaitán, licenciado en Ciencias Naturales: Física, Química y Biología de la Universidad Surcolombiana, doctorando en Educación y Cultura Ambiental y experto en fauna vertebrada, quien forma parte de la recién creada Red de Conservación del Águila de Montaña en el Huila, explica que “la dinámica de la red es básicamente cumplir diferentes actividades, estamos buscando nidos y cuando encontremos áreas reproductivas las monitoreamos y cuidamos”.
El primer paso para monitorearlas es establecer que está en el territorio a través de gente que trabaja ornitología y los observadores. “Se visita el lugar donde encontramos áreas reproductivas. Como son fieles a su nido, lo usan para toda la vida. Al hallar un nido se hace seguimientos con integrantes de monitoreo e investigadores”.
“Actualmente yo no he registrado ningún nido. Pero los que se han encontrado son gracias a las comunidades campesinas, como viven en las zonas conocen las especies y los comportamientos. Cuando nosotros conocemos de alguno o nos llaman, esta noticia es un evento muy emotivo porque se direcciona un esfuerzo más para la conservación”, dice Erik, representante de Wild Second.
Además, no solo para el cuidado y protección de los nidos, sino de la especie en general, se hacen campañas de educación ambiental con las comunidades campesinas. “Con el esfuerzo de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) y los grupos de trabajo se vienen haciendo murales en los municipios, investigaciones regionales, nacionales e internacionales y estudios, con el fin de que la población se involucre en la conservación de la especie y entienda su valor”.
El águila en el Huila
Explica que “tenemos la certeza de que una buena cantidad de campesinos están conociendo la importancia, ya no las cazan sino que ayudan a conservarlas para la estabilización en el Huila”.
Aunque no se tiene un censo reciente, se sabe que la imponente águila real de montaña está en 21 municipios del departamento, “pero no sabemos cuándos individuos hay”. Sí conocen algunas áreas reproductivas en municipios como San Agustín y Rivera, entre otros, e incluso de una pareja activa que se está reproduciendo y criando polluelos.
El Águila Real de Montaña (Spizaetus isidori) se distribuye en seis países sobre la cordillera de los Andes y es la rapaz más grande en la zona. En su estado juvenil es de color blanco con negro y en su estado adulto es de color castaño con negro. Se estima que existen menos de 1.000 individuos en el planeta, y su población se encuentra decreciendo. Sus amenazas se deben a la pérdida de hábitat y al conflicto humano-especie que genera cacería por retaliación.
En Colombia se encuentra desde los 1.400 hasta los 3.300 metros sobre el nivel del mar. El Águila crestada hace presencia en la Sierra Nevada de Santa Marta, Serranía de Perijá y las tres cordilleras. Con los nuevos registros y los antiguos se reporta la especie en los departamentos de Antioquia, Boyacá, Caquetá, Cauca, Cundinamarca, Huila, Magdalena, Meta, Nariño, Quindío, Risaralda y Valle del Cauca. También se encuentra en el norte de Venezuela y en el noroeste de Argentina.
“No queremos que ataquen el águila, porque es un ser vivo como nosotros, sabemos que las personas hacen un esfuerzo grande por tener sus gallinas, pero venimos dejando un mensaje para que no les hagan daño cuando estas aves se alimenten de sus gallinas. Es importante que todos nos sensibilicemos sobre la importancia de esta especie”, puntualizó Sarita Martínez Bastos, integrante de Los Pajareritos.
Esta especie es considerada vulnerable ya que ha perdido el 63% de su hábitat, y se ha visto una reducción de más del 30% de su población en tres generaciones. Su principal amenaza es la destrucción de los bosques primarios por la expansión de la frontera agrícola y para sembrar cultivos de amapola. También, aunque se desconoce la magnitud del problema, esta águila es víctima de la cacería ilegal. Se recomienda ubicar áreas prioritarias para garantizar la conservación de la especie.
Ubican sus nidos en árboles emergentes en bosques bien conservados, que se componen de ramas gruesas en la parte alta de los árboles.
Muy cazadas
El hecho de que los campesinos informen en dónde se encuentran los nidos no significa que tengan una relación amable con el águila real de montaña.
“Es vista de las intervenciones que los humanos hemos realizado en los biomas de sus hábitats, esta especie ha variado su dieta. Como no encuentran aves silvestres, acuden a las domésticas. Al águila no le queda otra opción, es ahí donde inicia el conflicto con los humanos. Estamos promoviendo diferentes actividades para beneficio de las comunidades y la conservación del águila”, dice Erik.
Reconoce que realmente sí son muy cazadas. “Hay un estudio de Restrepo y Colaboradores, que es de 2019, en donde se evidencian casos, entre ellos en diferentes departamentos y uno de los mayores casos es en el Huila; primero está Cundinamarca y tercero Boyacá. La cacería es por conflicto con los humanos”.
El mismo estudio señala que de las 63 águilas que recibieron disparos o fueron capturadas, en el 60% la excusa fue la depredación de gallinas. Además, el 53% de los eventos ocurrieron entre 2000 y 2019.
Pero no son solo los humanos los enemigos del águila crestada. El clima también les ha jugado una mala pasada.
“Realmente con el apoyo de los grupos de monitoreo, de los campesinos se han conocido casos en los que no mueren o que quedan heridas. Se reporta a la CAM, los profesionales van hasta el lugar, la recogen y tratan de rehabilitarla. Hace poco, el 1 de enero, por un evento natural (llovió mucho) el nido del polluelo se cayó, el animalito se rescató y se rehabilitó. Desafortunadamente tuvo varias fracturas y lo perdimos”, recuerda Erik.
Sacrificios
Para Erik, los mayores sacrificios son las prolongadas caminatas y las jornadas largas para poder monitorear, aguantar la lluvia, el sol intenso, trasnocho, gastar de recursos propios para poder trasladarse. “Pero vale la pena promover acciones”.
Del grupo de monitoreo forman parte los niños de la Fundación Pajareritos, quienes van al campo y además vienen estudiando diferentes conceptos sobre ornitología y promueven campañas para la conservación del águila.
La Red creada la integran 13 grupos de trabajo y está abierta a todas las personas que quieran unirse.
LA IMPONENTE águila real de montaña ha ido perdiendo buena parte de su hábitat./Erik Gaitán
ERIK GAITÁN forma parte de la red de monitoreo./Erik Gaitán
UNA DE las tareas más importantes es buscar los nidos de las águilas crestadas para monitorearlos y cuidarlos.