CON un primer intento fallido de expedir una nueva Constitución y un duro revés del Congreso a la reforma tributaria, pilar de su ambicioso plan de reformas sociales y vanos esfuerzos por solucionar el grave conflicto con el pueblo mapuche en la zona de La Araucanía, Gabriel Boric llega este sábado al primero de sus cuatro años como gobernante de Chile.
Implementando un ‘progresismo muy diferente al de la agenda tradicional de la izquierda”, como lo destacó en reciente entrevista con la AFP su ministro de Hacienda, Mario Marcel, garante -sin duda- del rencauzamiento de la quinta economía de la región, el experimento político con una nueva generación, que por su poca trayectoria tuvo varios tropiezos al comienzo de gestión se reorientó acertadamente en los últimos meses.
Vale recordar que Boric, uno de los líderes estudiantiles del estallido social que forzó, a finales del gobierno de Sebastián Piñera a un acuerdo nacional que desembocó en la redacción de una nueva Constitución, se impuso en el balotaje presidencial con el 55% de los votos al candidato derechista José Kast (44%), asumió el 11 de marzo anterior con una popularidad del 57%, la que rápidamente entró en una caída libre, al punto que tan solo un mes después estaba en 36%.
Algunos escándalos con miembros de su gabinete, promesas sociales incumplidas y la desilusión ciudadana con un texto para la nueva Carta Política largo, confuso y sobre todo que no reflejaba la voluntad popular, llevaron a que el respaldo al joven mandatario chileno llegara a su mínimo histórico en octubre, cuando se derrumbó al 27%.
Todas esas situaciones lo forzaron a dar un golpe de timón, tanto en el aspecto político como económico. En el primero abrió un nuevo proceso para dotar al país de la reclamada nueva Constitución y, en el segundo, dio vía libre a su hombre clave del gabinete, el ministro Marcel para reactivarla, en el marco de una galopante inflación mundial producto del coletazo del covid-19 y la guerra en Ucrania.
Con esa carta blanca, el ‘zar’ de las finanzas se apartó de las recetas típicas de la izquierda regional. Así, sacó de la agenda temas como las nacionalizaciones, fijación de precios y cierre de la economía priorizando diversificación productiva, medio ambiente y equidad de género, entre otros.
El resultado, en la antesala de este primer año de gobierno Boric, es una baja lenta pero sostenida en los precios, una inflación que, aunque alta sigue cediendo (11.9% interanual), mínima baja en el desempleo y una apreciación del peso luego de varias turbulencias.
Ese dinámico cambio en la economía, gracias al expertise del otrora presidente del Banco Central chileno, precedido de su exitosa gestión en la Ocde, el BID y el Banco Mundial, devolvió la estabilidad al gobierno Boric, al igual que su apoyo, que a hoy se ubica entre el 35% y el 39%, según la firma encuestadora, dejando en el olvido las preocupantes cifras de hace cinco meses.
Sin embargo, Boric y Marcel acaban de sufrir un tan inesperado como duro golpe: el rechazo de la Cámara de Diputados a la reforma tributaria por un estrecho margen de 73 votos a favor, 71 en contra y tres abstenciones. Vale resaltar que estas tres últimas fueron por una ausencia inexplicada en el recinto de tres parlamentarias de la izquierda gobernante.
Pilar de su programa, la reforma buscaba recaudar el equivalente a 3,6 puntos adicionales del PIB, con nuevos tributos a la minería y las personas de mayores ingresos.
"Cuando el país comienza a mostrar señales de recuperación, cuando empezamos a salir adelante de una crisis larga, nuevamente hay un sector que intenta hacer que las cosas no cambien, dejar las cosas tal cual como están", fustigó el presidente, mientras que su ministro estrella sostuvo que “lo que hemos tenido en esta votación, es que la ideología se impuso sobre el pragmatismo. La ideología se impuso sobre el diálogo".
Ahora Boric debe reponerse de este revés, el segundo más fuerte en su primer año al mando chileno, ya que como reseñamos a sus seis meses enfrentó el rechazo ciudadano a la nueva Constitución.
"Quiero invitar a que esta fractura no nos domine y a que la superemos. Quiero que sepan que ocuparé todo mi liderazgo y pondré a todo nuestro Gobierno a trabajar para construir una mayoría que sí haga posible esta reforma”, dijo Boric luego de dictamen de los diputados.
Recordó que este proyecto tributario "no sólo contó con tres meses de consulta ciudadana, en donde las asociaciones de pymes fueron protagonistas, sino que con ocho meses de diálogo en el Congreso, en donde se acogieron 90 indicaciones".
La reforma tributaria había sido elogiada por la OCDE que en su último informe sobre el país afirmó que "Chile necesita reformas para aumentar la productividad, la protección social y los ingresos tributarios, y hacer frente a los desafíos de corto plazo como la elevada inflación".
Es un plan "ambicioso" pero "factible", agregó el organismo, e indicó que los ingresos tributarios de solo el 21% del PIB "son insuficientes para satisfacer las crecientes demandas sociales, preservando al mismo tiempo la inversión pública necesaria en infraestructura, educación y salud".
- Le puede interesar: Por primera vez, hay mujeres en todos los parlamentos
Tras un arranque marcado por la expectativa de su instalación, errores ingenuos y la inexperiencia de una nueva generación política surgida de las marchas estudiantiles de la década pasada, Boric se enfocó en hacer frente a las turbulencias económicas, los problemas de seguridad ciudadana y una migración con escaso control, así como manejarse con una minoría oficialista en el Parlamento.
Recuperando apoyos
Como resultado, logró aumentar su popularidad. Dos encuestas muestran una mejoría en la aprobación presidencial: 35% según Cadem, la mejor cifra desde septiembre pasado; y 39%, según Criteria, el mejor nivel desde que Boric asumió, que refleja el apoyo a su reacción ante la catástrofe de los incendios forestales, mejores resultados en seguridad y alentadoras cifras económicas.
"Contrariamente a lo que se esperaba, con Boric se ha recuperado la majestad del Estado. Se observa en el manejo de la economía. Se ha logrado establecer una disciplina fiscal que no se recuerda desde hace 12 años y por lo tanto los resultados son muy positivos", destacó el sociólogo y analista político Eugenio Tironi.
Pese a la resistencia tradicional de la izquierda, Boric ordenó el despliegue de las Fuerzas Armadas, en el sur y en el norte, para encarar temas de migración irregular, delincuencia y las acciones violentas de grupos mapuche.
Determinantes son dos de los puntales del gabinete: Carolina Tohá (57), ministra del Interior, que entró luego de la remodelación del gobierno tras rechazo al proyecto de Constitución; y Mario Marcel (63), titular de la cartera de Hacienda.
Ambos son parte de una generación política mayor a la de Boric, e integran el llamado socialismo democrático, no el Frente Amplio del gobernante.
"Sin duda el presidente ha tenido grandes aprendizajes y eso se manifiesta en quiénes son hoy parte de su comité político, quiénes son los que gobiernan con él (...). Pero los golpes que ha recibido el gobierno, como el plebiscito de septiembre, los errores, las desprolijidades que ha cometido, generan la duda de cuánto realmente ha aprendido", asegura Magdalena Vergara, directora del centro de estudios conservador Idea País.
En terreno
La crisis de los incendios forestales -que consumieron 439.000 hectáreas y dejaron 26 muertos, significó un nuevo desafío para Boric.
Optó por una rápida declaración de estado de catástrofe, el despliegue permanente de los ministros en la zona afectada, la suspensión de las vacaciones del presidente y su presencia en terreno.
Boric también impuso el realismo y dejó que el Congreso ratificara el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico, al que se opuso cuando era diputado.
En política exterior, no ha temido que lo tilden de "izquierda cobarde", como le dijo el venezolano Nicolás Maduro, tras acusar directamente al nicaragüense Daniel Ortega de "dictador".
"El tema generacional puede ser pertinente para explicar las distintas posturas entre Boric y sus contrapartes en la izquierda latinoamericana. En general, los millienials no portan el bagaje ideológico de líderes más tradicionales de la izquierda", dijo Michael Shifter, ex presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Como se ve, con una agenda más de centro que de izquierda radical, como otros gobiernos latinoamericanos, Boric busca no sólo un estado de bienestar para los chilenos sino evidenciar un tipo de progresismo diferente y que “sintoniza más con las corrientes que a nivel global ocurren hoy en día”, como lo expresó su minHacienda./