Datos obtenidos desde 2015 muestran que las algas céspedes tienen un impacto negativo sobre las comunidades arrecifales, pues limitan el establecimiento exitoso de larvas de coral y otros organismos, y después de la interacción entre ambos organismos generalmente ocasionan la muerte lenta y progresiva del tejido coralino.
Los arrecifes de coral son catalogados como de gran importancia por la cantidad de bienes y servicios económicos, sociales, recreativos y culturales que proveen, y que además sustentan la biodiversidad oceánica. En estos ecosistemas, los organismos bentónicos sésiles (por ejemplo las algas) compiten por recursos como la luz y el alimento, y en especial por el espacio para establecer, mantener y expandir su territorio.
En los sistemas arrecifales de poca profundidad del Parque Nacional Natural Tayrona y de la Reserva de la Biosfera Seaflower se evaluaron las interacciones entre corales masivos y otros organismos bentónicos, como los céspedes algales, para estimar la tasa anual de avance o retroceso del tejido coralino.
La bióloga marina Catalina Gómez Cubillos, magíster en Ciencias - Bilogía, Línea Bilogía Marina, y candidata a doctora en Biología Marina de la Universidad Nacional (UNAL) Sede Caribe, explica que “estas interacciones ocurren cuando una perturbación ocasiona pérdida de tejido coralino (heridas y cicatrices), lo cual deja el esqueleto del coral expuesto a ser colonizado por los céspedes, que cuando se establecen y monopolizan ese nuevo sustrato compiten con el tejido de coral remanente. En el estudio demostramos que estas algas matan lentamente el tejido coralino y así expanden su territorio”.
Además precisa que “evaluar la dinámica de estas interacciones es una manera de entender, en parte, cómo ha sido la historia de perturbación en un arrecife en particular, conocer qué tan susceptible es cada especie de coral a ese conjunto de perturbaciones que afecta su hábitat y aprender sobre los mecanismos de defensa de los corales y los céspedes en la lucha por el espacio, que tal vez es uno de los recursos más valiosos en el bentos arrecifal”.
Otros hallazgos
También se evidenció que en los arrecifes estudiados los céspedes son el componente bentónico más abundante: 40 %, “lo cual tiene unas implicaciones ecológicas importantes si consideramos que en general los arrecifes del Caribe están en una transición de arrecifes dominados por corales hacia el dominio de las algas, lo que a futuro influirá fuertemente en la calidad y cantidad de los servicios que estos ecosistemas ofrecen a las sociedades humanas”.
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Así mismo, la investigación encontró que estas algas tienen una enorme capacidad de acumular sedimentos de hasta 21 veces su peso, como arena, arcilla, limo y otras partículas sueltas del suelo que se depositan en el fondo de una masa de agua.
“Estos sedimentos sirven de soporte estructural para que las algas avancen lateralmente y recubran el tejido coralino, registrando pulsos de pérdida mayores durante la época de lluvias, cuando los céspedes pueden acumular mayor cantidad de sedimentos finos ricos en materia orgánica, a consecuencia de la escorrentía continental”, explica.
Los pulsos de pérdida o ganancia de tejido coralino son mediados por los mismos sedimentos, y con el resultado final de su tesis doctoral la bióloga Gómez pretende evaluar cómo estos sedimentos alteran la composición y función de los consorcios bacterianos asociados con estos bordes de interacción, en relación con la materia orgánica acumulada y la producción de carbono orgánico disuelto.
“Quién gane o quién pierda no solo depende de estos sedimentos, sino de la especie de coral (estrategias de defensa o evasión) y de las características estructurales de la comunidad de algas del césped”, concluye la experta.