La Galería Duque Arango, ubicada en Medellín, inaugura la exposición Dolor y Esperanza compuesta por 32 obras, en su mayoría pinturas del maestro ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, haciendo un recorrido importante de su propuesta artística.
Para este centro, que abrirá la muestra al público este martes, los grandes maestros del arte a través de sus obras nos han exhortado sobre la condición humana en los distintos momentos de la historia.
Oswaldo Guayasamín es el artista más influyente del arte latinoamericano en el siglo XX y hoy su obra se hace vigente y contemporánea en estos nuevos acontecimientos de la sociedad, invitando a reflexionar sobre el dolor y la esperanza, “que no debemos perder por la dignidad, la paz y la vida de todos”.
La obra del maestro Guayasamín, se materializó por múltiples medios que incluyen no solamente la pintura, sino también el mural, la escultura, el dibujo, la obra gráfica, la joyería y las concepciones arquitectónicas.
El curador de la exposición sostiene que el artista pudo desarrollar y proyectar su obra a lo largo de seis décadas en distintos continentes consiguiendo atraer la atención de su particular expresionismo figurativo y su evidente conciencia social.
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“En las 32 obras que estarán durante más de dos meses en la galería antioqueña, se aprecia la propuesta estética de Guayasamín que además de ser autorreferencial recoge la tradición de los expresionismos históricos, del Picasso de los años treinta sobre todo en el Guernica y sus derivados, pero preponderantemente de todas las apuestas que se estaban produciendo en Latinoamérica en las primeras décadas del siglo XX”, afirma Miguel González, curador de la exposición.
En la década de los años 60 Guayasamín produjo importantes series de pinturas entre ellas Mujeres llorando. Son rostros conmovedores que hablan del dolor y la desesperanza. Con colores fúnebres como el negro y gris podemos ver no solo sus rostros angustiados sino manos implorantes.
Otras series que destaca González, es El Grito, Desesperados, La Espera, donde los cuerpos de los personajes se ofrecen en distintas composiciones incluida un hombre boca abajo que enseña sus brazos y costillas, también cuadros donde se pueden ver representaciones masculinas con brazos implorantes.
Pero la ilustración del horror también le dio espacio a la compasión. Pensó no solo en su madre sino en todas las otras del mundo. Esta última gran serie se conoce como Mientras viva siempre te recuerdo y también es llamada La edad de la ternura. Entre ellas Niña Llorando, Madre y niño, Ternura y Los amantes.
La serie La Edad de la Ira es considerada uno de los más importantes manifiestos políticos a través de la plástica en la segunda mitad del siglo XX. En ella hay además de ira, llanto, angustia, miedo y cabezas de la montaña aullante.
En este conjunto de obras, según Miguel González, se expresa no solo un mundo físico deformado y caricaturizado, sino una alegoría a la violencia moral, al ámbito del sufrimiento, la opresión, en seres atormentados, premonitorios del deterioro, la orfandad y la muerte.
González recuerda que La Edad de la Ira tuvo un amplio recorrido. Algo de ella vino a Cali al inicio de los años sesenta con motivo del Festival del Arte donde uno de los lienzos fue adquirido.
En Dolor y Esperanza, se puede apreciar una escena campesina fechada en 1947, igualmente representaciones de figuras humanas características de su peculiar expresionismo, al tiempo que hay ejemplos de paisajes y bodegones, otro tema que el artista trató con su particular estilo.
Para González, en el nuevo milenio la humanidad continúa estremecida por un número creciente de acontecimientos dramáticos y las desigualdades parecen cada vez más radicalizarse. Seguramente eso hace que la obra contestataria de Guayasamín pueda seguir vigente y conmoviendo.
Guayasamín nació en Quito, Ecuador, el 6 de Julio 1919. Diplomado en la Escuela de Bellas Artes de Quito en pintura y escultura, realizó a sus 23 años, su primera exposición.
Una serie de viajes a través de América Latina le permiten encontrarse y sensibilizarse con los problemas de opresiones frente a la sociedad indígena, temática siempre presente en sus obras.
En 1971, Guayasamín es elegido presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en 1976 crea la Fundación Guayasamín, en Quito, a la que ofrece sus obras y su colección: ya concebía entonces el arte, como patrimonio de los pueblos.
Guayasamín dedicó su vida a la pintura y a la lucha contra las injusticias del mundo. En 1999, el año en que murió, recibió el premio de la UNESCO por “su vida entera obrando por la paz”.
El pintor describió en 1976 su propio trabajo con estas palabras: “He pintado durante medio siglo como si gritara desesperadamente. Y mi grito se añadió a todos los otros gritos que exprimen humillación y angustia en la época en la que vivimos”.