En lo corrido de esta semana la Unión Europea y Estados Unidos se propusieron reforzar su relación estratégica, lo que implicará esfuerzos de lado y lado para solucionar complejos contenciosos que tienen pendientes.
Uno de esos es la construcción del gasoducto Nord Stream 2, un ducto subacuático de 1.200 kilómetros que va de la costa Báltica rusa al noreste de Alemania y que permitirá el envío de 55 mil millones de metros cúbicos de gas proveniente de Rusia a Europa al año, aumentando el acceso del continente a gas natural relativamente barato a través del mar Báltico, sin necesidad de pasar por Ucrania.
Esto, a simple vista, suena positivo para todas las partes si las implicaciones del gasoducto fueran puramente económicas, pero no lo son. En la visión de Estados Unidos y varios países europeos, el proyecto gasífero hace que Europa profundice su dependencia del combustible ruso y al mismo tiempo dota a Moscú de una herramienta de presión política.
Por estos temores es que, precisamente, Washington se convirtió en un palo en la rueda en el proyecto y varias sanciones retrasaron la entrega de esta obra, que estaba prevista para que abriera a comienzos del 2020. Todo el cronograma se truncó a causa de las amenazas estadounidenses de sanciones económicas.
Temor a dependencia
Este proyecto ha sido altamente conflictivo pese a que Rusia ha tenido, históricamente, gasoductos y oleoductos muy importantes que suministran hidrocarburos a la Unión Europea. Sin embargo, las dimensiones de la obra y el momento geopolítico hacen temer que su construcción sea un nuevo ‘florero de Llorente’ entre el gobierno Putin y el resto del viejo continente.
No hay que olvidar que en enero de 2009 hubo una crisis entre Rusia y la Unión Europea muy fuerte, y en esa ocasión Moscú, literalmente, cerró la válvula. A partir de ese momento el bloque multinacional dijo que de ninguna manera quería seguir dependiendo del gas de Rusia y buscó alternativas por el Mediterráneo, precisamente para que algo tan necesario, como lo es el suministro de gas en pleno invierno, no volviera a ser una herramienta de negociación por parte de los rusos.
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Hoy por hoy los europeos ya están más blindados frente a tener, como se dice popularmente, ‘todos los huevos de gas en la misma canasta’. El problema es que por más que hayan diversificado la fuente de suministro, todavía necesitan del combustible ruso y del gasoducto.
“Tener a la Unión Europea dependiendo de Rusia es un riesgo geopolítico y creo que así lo ve la Casa Blanca: como un pulpo. Rusia es un pulpo con tentáculos que cubren toda la UE pero con la cabeza en Moscú. Uno de esos tentáculos es este gasoducto, lo que puede verse como una amenaza ¿Este tentáculo nuevo que está apareciendo hasta qué punto es una amenaza? El día que Rusia quiera algo, extraer alguna información o algún favor en Georgia o en Crimea ¿qué podría garantizar que no volverá a cortar el gas?”, le explicó a EL NUEVO SIGLO la internacionalista y experta en política exterior norteamericana y Asia de la Universidad Externado de Colombia, María Teresa Aya.
Por esta razón tanto Estados Unidos como otras varias potencias europeas han estado en contra de la construcción de ese gasoducto. Temen un eventual intervencionismo por parte de Vladimir Putin a través del mismo y la repetición de un capítulo que, si bien ya pasaron 11 años, los europeos sin duda quieren olvidar.
Respecto a la dependencia por parte de la Unión Europea de Rusia, de acuerdo con el internacionalista y profesor de política exterior norteamericana de la Universidad Javeriana, Emerson Forigua, efectivamente el gasoducto es un nervio expuesto en las relaciones Estados Unidos-Unión Europea-Rusia, en la medida en la que esta obra, sin lugar a dudas, fortalecerá la dependencia energética del viejo continente respecto a Moscú.
Ucrania y la economía
Otra cara de la moneda es el factor económico y la posición de Ucrania, también fuertes peros alrededor del mismo. El Nord Stream 2 es una obra que permitirá evitar el uso los gasoductos que pasan por Ucrania, dejando al país sin miles de millones de euros anuales en tarifas de tránsito. Y aún más importante que eso, de acuerdo con Kiev se elimina un mecanismo clave de control a la agresión rusa.
Además Ucrania, que como se sabe ha estado en conflicto con Rusia desde que Moscú anexó Crimea a su territorio en el 2014, también teme que Nord Stream 2 sea utilizado por Putin para ejercer presión política.
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“Esta obra le da a Moscú una fuente de ingresos que mejora su situación económica y afecta a países de Europa Oriental como Polonia o Ucrania, que han visto con preocupación cómo esta importante infraestructura energética no pasa por sus países, sino que llega directamente a Alemania, con todas las implicaciones que en términos económicos o de suministro puede llegar a tener”, indicó el profesor Forigua.
Además, teniendo en cuenta que Estados Unidos quiere disuadir a Rusia de interferir en Europa Oriental, “el gasoducto es percibido por algunos actores como una obra que fortalece a los rusos en absolutamente todos los sentidos”, agrego Forigua.
Y hay otro factor que media del lado norteamericano: los críticos de Estados Unidos en este tema en específico han dicho que Washington también busca aumentar sus ventas de gas natural a Europa con precios más altos que el ruso y este gasoducto es un obstáculo en ese objetivo.
Acción norteamericana
No obstante, el Nord Stream 2, que efectivamente duplicará el abastecimiento de gas entre Rusia y Alemania, ya está prácticamente construido y es un hecho cumplido, la pregunta es una sola ¿Qué puede, sobre el mismo, entrar a discutir Joe Biden?
Sin lugar a dudas Estados Unidos ha sido claro al expresar esas preocupaciones compartidas con otros países como Polonia, incluso señalando al proyecto como una amenaza a la seguridad.
En el pasado, en un hecho clave, la Casa Blanca impuso sanciones a los buques rusos que transportan la tubería, con lo que lograron atrasar la construcción del ducto, lo que enfureció a Alemania.
Pero Biden, ansioso por reconstruir las relaciones transatlánticas después de Trump, levantó hace unas semanas las sanciones sobre la empresa rusa a cargo del proyecto.
A este respecto durante la última semana el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó el levantamiento de las sanciones por parte de Estados Unido como una victoria para Putin.
"Nord Stream 2 no es un proyecto económico, es una amenaza seria", aseguró Zelenski.
Teniendo en la mira esas sanciones previas por parte de Washington y también sin olvidar lo que dijo el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en torno a que la conclusión del Nord Stream 2 es un "hecho consumado", la pregunta continúa siendo la misma: ¿qué podría hacer Estados Unidos hoy frente al mismo?
“No hay nada que se pueda hacer. Este ya es un hecho consumado y la instalación ya está terminada. De ahí que algunos críticos de Biden mencionaran que ese fue un ‘regalo’ que se le hizo a Moscú. Incluso en mayo Estados Unidos anunció que no habría más sanciones contra el Nord Stream II, una medida que, sin duda, alivió las tensiones y facilitó el diálogo que finalmente tuvieron esta semana ambos mandatarios”, añadió el profesor Forigua quien, no obstante, se refirió a la posición alemana.
“Alemania también rechazaba, como es comprensible, cualquier tipo de sanción, pero varios analistas han planteado en los últimos días que Biden busca reducir las tensiones con Rusia para concentrarse en la confrontación político-económica y probablemente militar (aunque a ese respecto se mantiene el interrogante) con China, país al que ve como una mayor amenaza que Rusia, especialmente, en términos económicos”, finalizó diciendo Forigua.
Durante su gira por Europa Biden, no obstante, invitó al líder ucraniano a la Casa Blanca en julio próximo, en una señal de apoyo a ese país. Observadores dicen que Washington podría centrar su atención en trabajar con Alemania para limitar los efectos de Nord Stream 2 sobre Ucrania.