La sobreexplotación de especies silvestres --animales terrestres, peces, algas, hongos, plantas o incluso árboles-- amenaza el bienestar de miles de millones de seres humanos, reveló el viernes un informe de la ONU, que propone un uso más sostenible y pone de relieve los conocimientos de los pueblos indígenas.
Miles de millones de personas en todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en desarrollo, "dependen y se benefician del uso de las especies silvestres para su alimentación, medicina, energía, ingresos y muchos otros fines", señalan los expertos en biodiversidad de la ONU, el IPBES.
En 2019, el IPBES reveló en una evaluación mundial que un millón de especies estaban amenazadas de extinción, siendo una de las principales razones su explotación por los seres humanos.
En este informe, 85 expertos en ciencias sociales y naturales y en saberes locales e indígenas examinaron 6.200 fuentes.
"Alrededor de 50.000 especies silvestres son utilizadas (...) a través de la pesca, la recolección, la tala de madera y la recolección de animales terrestres a nivel mundial", detalla el informe.
"Las especies silvestres son un desafío primordial para la seguridad alimentaria", subraya a la AFP un coautor del informe, Jean-Marc Fromentin. Esta dependencia es aún mayor para los pobres.
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La vida silvestre también es una fuente importante de ingresos y empleo, señaló el informe.
Pero la sobreexplotación afecta 34% de las poblaciones de peces, pone en peligro a 1.341 mamíferos salvajes, o incluso al 12% de las especies de árboles silvestres.
El tráfico ilícito de fauna y flora silvestres se considera el tercero en el mundo detrás del tráfico de seres humanos y drogas, por un valor de entre 69.000 y 199.000 millones de dólares anuales.
Sin embargo, existen soluciones. El informe también lleva "un mensaje de esperanza", asegura Fromentin, investigador del Ifremer.
"Se puede hacer un uso de las especies silvestres que sea sostenible y duradero en el tiempo, para las generaciones futuras", insiste.
Las especies silvestres son mejor gestionadas por los pueblos indígenas. "Esto pasa a menudo por reglas bastante sencillas de reciprocidad, de respeto a la naturaleza, a los animales y a los tabúes, zonas sagradas que en nuestro país equivalen a áreas protegidas", detalla.
El informe propone reducir la pesca ilegal, suprimir las subvenciones perjudiciales y apoyar la pesca artesanal, establecer certificaciones para la explotación forestal, contar con sistemas de gobernanza eficaces y una redistribución equitativa de los beneficios y costes de la vida silvestre.
Es necesario llegar a "una visión más sistémica de que la humanidad es parte de la naturaleza", concluye el informe.