La destrucción de ozono sobre el Ártico en la primavera provoca un clima anormal en todo el hemisferio norte, con muchos lugares más cálidos y secos que el promedio, o demasiado húmedos.
Esa la conclusión que han establecido investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), en Suiza, en un estudio que se publica en ‘Nature Geoscience’.
Es conocido el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida, pero lo es menos que, ocasionalmente, el ozono protector de la estratosfera sobre el Ártico también se destruye, abriendo un agujero en la capa de ozono allí. Esto ocurrió por última vez en los meses de primavera de 2020, y antes, en la primavera de 2011.
Cada vez que se formó uno de estos agujeros en la capa de ozono, los investigadores del clima observaron posteriormente anomalías meteorológicas en todo el hemisferio norte. En el centro y norte de Europa, en Rusia y especialmente en Siberia, esas primaveras fueron excepcionalmente cálidas y secas. Sin embargo, en otras zonas, como las regiones polares, predominaron las condiciones de humedad. Estas anomalías meteorológicas fueron especialmente pronunciadas en 2020. Suiza también fue inusualmente cálida y seca esa primavera.
Si existe una relación causal entre la destrucción del ozono estratosférico y las anomalías meteorológicas observadas es un tema de debate en la investigación climática. El vórtice polar en la estratosfera, que se forma en invierno y decae en primavera, también desempeña un papel. Los científicos que han estudiado el fenómeno hasta ahora han llegado a resultados contradictorios y a conclusiones diferentes.
Ahora, nuevos hallazgos arrojan luz sobre la situación, gracias a la estudiante de doctorado Marina Friedel y al becario de la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia Ambizione Gabriel Chiodo, ambos miembros del grupo dirigido por Thomas Peter, profesor de química atmosférica de la ETH de Zúrich, y colaboran con la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y otras instituciones.
Para descubrir una posible relación causal, los investigadores realizaron simulaciones que integraban el agotamiento del ozono en dos modelos climáticos diferentes. La mayoría de los modelos climáticos sólo tienen en cuenta los factores físicos y no las variaciones de los niveles de ozono estratosférico, en parte porque ello requeriría mucha más potencia de cálculo.
Pero los nuevos cálculos lo dejan claro: la causa de las anomalías meteorológicas observadas en el hemisferio norte en 2011 y 2020 es sobre todo el agotamiento del ozono sobre el Ártico. Las simulaciones que los investigadores realizaron con los dos modelos coincidieron en gran medida con los datos de observación de esos dos años, así como con otros ocho eventos de este tipo que se utilizaron para comparar. Sin embargo, cuando los científicos "desactivaron" la destrucción del ozono en los modelos, no pudieron reproducir esos resultados.
“Lo que más nos sorprendió desde el punto de vista científico es que, a pesar de que los modelos que utilizamos para la simulación son totalmente diferentes, produjeron resultados similares”, afirma el coautor Gabriel Chiodo, becario de la SNSF Ambizione en el Instituto de Ciencias Atmosféricas y del Clima.
El fenómeno, tal y como lo han estudiado ahora los investigadores, comienza con el agotamiento del ozono en la estratosfera. Para que el ozono se descomponga allí, las temperaturas en el Ártico deben ser muy bajas. “La destrucción del ozono sólo se produce cuando hace suficiente frío y el vórtice polar es fuerte en la estratosfera, a unos 30 o 50 kilómetros sobre el suelo”, señala Friedel.
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Normalmente, el ozono absorbe la radiación ultravioleta emitida por el sol, calentando así la estratosfera y ayudando a romper el vórtice polar en primavera. Pero si hay menos ozono, la estratosfera se enfría y el vórtice se fortalece. “Un vórtice polar fuerte produce entonces los efectos observados en la superficie de la Tierra”, asegura Chiodo. El ozono desempeña, pues, un papel importante en los cambios de temperatura y circulación en torno al Polo Norte.
Los nuevos descubrimientos podrían ayudar a los investigadores del clima a realizar previsiones meteorológicas y climáticas estacionales más precisas en el futuro. Esto permitirá predecir mejor los cambios de calor y temperatura, “lo que es importante para la agricultura”, afirma Chiodo.
“Será interesante observar y modelizar la evolución futura de la capa de ozono". Esto se debe a que el agotamiento del ozono continúa, a pesar de que las sustancias que lo agotan, como los clorofluorocarbonos (CFC), están prohibidas desde 1989 -añade Friedel-. Los CFC son muy longevos y permanecen en la atmósfera entre 50 y 100 años; su potencial para causar la destrucción del ozono perdura durante décadas después de haber sido retirados de la circulación. Sin embargo, las concentraciones de CFC están disminuyendo de forma constante, lo que plantea la cuestión de la rapidez con la que se recupera la capa de ozono y cómo afectará esto al sistema climático”, concluye./Europa Press