EL MAGNICIDIO del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, en Ecuador, impactó a todo el mundo esta semana. Lamentablemente, desde el primer momento la delincuencia colombiana se asomó como protagonista del macabro hecho.
El presunto sicario que fue abatido por la seguridad del aspirante de centroderecha era colombiano y fue identificado como José Neider López Hitas, de 19 años, oriundo de Cali.
Horas después, las autoridades ecuatorianas capturaron a seis personas más en sectores como Conocono y San Bartolo, ubicados en el sur y suroeste de Quito. Aunque inicialmente, se les identificó como “extranjeros”, rápidamente se conoció que en realidad eran colombianos, cuyas identidades serían Andrés Manuel Mosquera Ortiz, José Neider López Hitas, Adey Fernando García García, Camilo Andrés Romero Reyes, Jules Osmín Castaño Alzate y Jhon Gregore Rodríguez.
De hecho, hoy la principal pieza de investigación para dar con los autores intelectuales del crimen del candidato y periodista de centrodecrecha, que se caracterizó por sus denuncias contra sectores políticos corruptos y aliados con organizaciones criminales, son precisamente los teléfonos celulares, armas y otra información que se le incautó a esos seis detenidos, varios de los cuales tendrían antecedentes penales, tanto en nuestro país como en la vecina nación.
El presunto involucramiento de delincuentes colombianos en un crimen de alto impacto a nivel internacional, es el tercero que ocurre en los últimos dos años.
Tres casos
Como se sabe el primer caso fue el de Jovenal Moïse, primer ministro de Haití en junio de 2021. Por el hecho, 18 exmilitares, la mayoría de nacionalidad colombiana identificados como mercenarios, fueron procesados en Haití.
El crimen ocurrió durante la madrugada, cuando hombres armados ingresaron a la residencia donde el presidente se encontraba con la primera dama. Durante el ataque, ambos fueron heridos de gravedad, solo que el jefe de Estado no sobrevivió. Su esposa fue trasladada de emergencia a Florida, Estados Unidos, donde recibió la ayuda necesaria para salvar su vida.
Inmediatamente después del ataque, el primer ministro interino de Haití, Claude Joseph, asumió el liderazgo en el país, declarando un “estado de sitio”.
En sus declaraciones, Joseph dijo que personas “no identificadas” ingresaron a la residencia del presidente, con la intención de perpetrar un ataque. También informó que la mayoría hablaba español.
Un año más tarde, específicamente en mayo de 2022, el fiscal antimafia de Paraguay, Marcelo Pecci, fue asesinado a tiros mientras disfrutada de su luna de miel en Barú, cerca de la ciudad de Cartagena.
Por este crimen, el entonces presidente Iván Duque, informó sobre la captura de cinco personas por su presunta participación en los hechos: 4 colombianos y 1 venezolano, entre ellos una mujer.
"En una operación compartido de la Policía Nacional de Colombia, la fiscalía general de la Nación de Colombia y con la colaboración de las autoridades paraguayas, hemos capturado a todos los presuntos involucrados, incluyendo el autor material del asesinato del fiscal Marcelo Pecci", afirmó el jefe de Estado para ese momento.
Los nombres de los detenidos son Wendret Carrillo, Eiverson Zabaleta, Marisol Londoño y Cristian Camilo Monsalve Londoño, condenados en 2022 a 23 años de cárcel. En esta etapa, como ya se mencionó, hubo un quinto detenido, identificado como Francisco Luis Correa.
Fiscalía determinó que Correa fue el “articulador” del hecho, sin embargo, se declaró inocente de los cargos imputados.
Los dos últimos capturados por este mismo caso fueron los hermanos Andrés Felipe y Ramón Emilio Pérez Hoyos.
Según el ente acusador, los hermanos Hoyos fueron los que “planearon, pagaron y contrataron a los autores materiales del asesinato del fiscal paraguayo”.
En Ecuador
El tercer y más reciente caso es el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, quien recibió tres balazos en la cabeza, a la salida de un mitin político en la ciudad de Quito. El magnicidio conmocionó al país y propició que el presidente Guillermo Lasso decretara “estado de excepción” por 60 días.
Uno de los atacantes, de nacionalidad colombiana, murió en el sitio en medio de un enfrentamiento con el esquema de seguridad del también periodista de 59 años. Otras seis personas, también colombianas, fueron detenidos como sospechosos.
En medio del procedimiento, la Policía ecuatoriana retuvo seis ametralladoras calibre 9 milímetros, cuatro pistolas, un fusil, dos alimentadoras calibre 5,56, tres granadas de fragmentación, un subfusil y algunos kilos de sustancias prohibidas.
Pero también, fueron recuperados una motocicleta y un automóvil, ambos reportados como robados, los cuales, según información de las autoridades, habrían sido usados para trasladarse y escapar de la escena del crimen.
También fueron incautados teléfonos celulares, los cuales, según las autoridades, tenían registros de llamadas entre los sospechosos y políticos ecuatorianos. Las investigaciones sobre este hecho continúan.
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¿Exportación criminal?
Tras conocerse que estos seis colombianos detenidos habrían participado del magnicidio de Villavicencio, tanto a nivel nacional como internacional se profundizó el debate en torno a si Colombia se estaba convirtiendo en una especie de “proveedor” de sicarios y comandos criminales para perpetrar delitos en el exterior.
EL NUEVO SIGLO habló con dos generales retirados del Ejército y la Policía, así como con varios expertos en seguridad nacional y estratégica respecto a qué tanto esta hipótesis es real o si se trata de casos aislados, con particularidades muy distintas, que no permiten establecer un patrón delincuencial.
El presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes en retiro de las Fuerzas Militares, general José Francisco Forero Montealegre, aseguró, sobre lo ocurrido con el primer ministro de Haití, que fueron capturados en Puerto Príncipe 15 colombianos y dos estadounidenses de origen hatiano.
“Aquí hay que hacer una claridad bastante profunda. Lo que pasó en Haití es que desafortunadamente fueron engañados unos oficiales, suboficiales, soldados profesionales y un policía en uso de retiro, quienes fueron llevados a Haití supuestamente para cumplir labores de seguridad. Pero terminaron metidos en este bochornoso atentado que realmente no tiene ninguna explicación ni salvación. Pero, obviamente, yo quiero hacer claridad y es que ellos no son ningunos asesinos, además la denominación que le han dado algunos activistas en Colombia es que son mercenarios y no lo son. Son personas entrenadas y capacitadas para hacer operaciones militares y operaciones de fuerzas especiales”, dijo.
El homicidio del fiscal paraguayo Pecci y el asesinato del candidato presidencial Villavicencio son casos totalmente diferentes a lo ocurrido en Haití, según el general en retiro.
Los antisociales
“Todas las investigaciones que se han hecho y todas las personas que han sido capturadas por el tema de Cartagena con el crimen del fiscal Pecci y ahora con estos seis capturados y el que falleció, son delincuentes, son de los grupos terroristas entrenados y capacitados aquí, pero obviamente son antisociales, terroristas, gatilleros, de acuerdo con los antecedentes que han salido a la luz pública”, dijo.
También aseguró que “en el caso de Ecuador se pueden ver los antecedentes que han salido de todos que son porte ilegal de armas, robo, asesinato y narcotráfico, entre otros cargos. Es decir, todos tienen un muy gran prontuario, pero realmente no tienen nada que ver con las Fuerzas Militares ni la Policía Nacional y menos con las reservas”.
Pero agregó que “Tenemos a este tipo de personas en dichas organizaciones desde los finales de los años 70, 80 y 90, donde los carteles del narcotráfico se encargaron de rodearse de ellas. El señor Carlos Alonso Lucio dice que esa es la manera e inclusive el M-19 en su momento pudo entrar a las zonas difíciles de las comunas como en Cali y Medellín y poder entender que tenían un potencial de una persona a la que le dan un arma, le dan un poder, le dan un dinero y se forman este tipo de delincuentes. Hoy con gran vergüenza ante el mundo vemos que esos delincuentes están saliendo a hacer delitos en otros países”.
Por su parte, el general en retiro de la Policía Nacional, Juan Carlos Buitrago Arias, destacó que “los casos de Haití, Ecuador y del fiscal Pecci no están conectados, tampoco obedece a iguales móviles y autores. Aquí lo que estamos observando es la disponibilidad de una amplia oferta de criminales colombianos que prestan sus servicios sicariales al mejor postor, independientemente del lugar y del objetivo”.
También dijo que “en los casos registrados que han conmocionado al mundo, lamentablemente se ha comprobado la efectividad de los sicarios colombianos para planificar y ejecutar hechos complejos de altísimo impacto. Al frente de estas acciones se ha comprobado la capacidad de liderazgo criminal de los colombianos, varios de ellos con antecedentes por haber pertenecido a grupos del narcotráfico, las Bacrim, los grupos guerrilleros, donde fueron entrenados en el manejo de armas, explosivos, inteligencia, en la planificación ejecución de acciones crimínales y terroristas sofisticadas”.
“Colombia ha tenido más de 100 mil sujetos integrantes de grupos al margen de la ley en las últimas décadas, muchos de ellos desmovilizados, desertados o inactivos, quienes pasaron a conformar firmas de outsourcing criminal; es decir están disponibles para moverse a cualquier lugar del mundo para participar de actos ilícitos de trascendencia. reciben a cambio importantes sumas de dinero que no se equiparan con lo que podrían ganar en un trabajo normal. En los tres casos se ha identificado que las cabezas materiales del hecho criminal son colombianos con perfiles de liderazgo delictivo y experiencia en aparatos armados, y son ellos quienes organizan el pie de fuerza necesario”, dijo Buitrago Arias.
Profesionalización criminal
El profesor y experto en seguridad de la Universidad Central, Andrés Nieto, aseguró que el outsourcing delincuencial sicarial no es nuevo. “Desde los años 90, con el fortalecimiento de la guerrilla de las Farc y con la posterior creación del paramilitarismo por sobre los 90 y 2000, empezaron a especializarse grupos que no necesariamente hacen parte de una estructura armada, sino que prestan servicios criminales”, destacó.
Dijo que el sicariato es uno de los servicios más elaborados, destallados y con entrenamiento. “Los sicarios no hacen parte de las estructuras centrales, sino que se encargan de prestar macro servicios a las estructuras”.
“La explicación es que estas personas deben ser de difícil acceso, de máxima precisión y que puedan dar un golpe, para luego desaparecer del mapa por lapso de tres meses, seis meses y un año, para que las autoridades no puedan identificarlas rápidamente”, manifestó.
También dijo que “los sicarios no se ven solo en Colombia, pero lo que sí es cierto es que, luego de las Convivir y el Cártel de Medellín, se empezaron a utilizar a estas personas, las cuales llamaron la atención de grupos delictivos de otros países, para que lograran cumplir con su objetivo en poco tiempo, con recurso determinado y garantías del evento”.
“Desde el año 2000 hasta la fecha, los sicarios colombianos han sido los más apetecidos y lamentablemente por la precisión de sus actos y la forma de escabullirse. Antes de la migración de Venezuela, Haití y Argentina, estuvo la de Colombia y lamentablemente los perfiles colombianos alimentaron estructuras delictivas en otros países”, dijo.
Característica sicarial
También destacó que uno de los puntos a tratar dentro del outsourcing delincuencia sicarial es absolutamente rentable para quien lo hace. Un sicario que desarrolla sus acciones dos veces al año, tiene recursos para vivir el resto de los meses sin trabajar, por lo bien pago que reciben.
“El sicario colombiano tiene cuatro características fundamentales: Primero, se hace un proceso de inteligencia anterior para saber a quién le van a dar el golpe. Eso incluye conocer información de dónde vive, rutinas, qué hace, y demás. El segundo, es fundamental ver que los sicarios no son primíparos; es decir, ese golpe es efectivo, pues no se puede dar el lujo de que la víctima quede con vida porque generaría una rencilla posterior. Lo tercero, es que, por la eficacia del sicario, sus servicios son costosos. Lo cuarto, es que logran no dejar pistas en su mayoría de veces”, apuntó.
El periodista y experto en seguridad, Néstor Rosanía, también opinó sobre criminales colombianos utilizados para delinquir en América Latina.
“En Haití participó un grupo de exmilitares entrenados por mercenarios. Hay muchos colombianos, miembros de las fuerzas militares, que trabajan para ‘empresas de seguridad’, pero en términos reales son mercenarios”, dijo.
Destacó que muchos no son delincuentes comunes, ya que cuentan con una instrucción militar, además de experiencia en combate.
Hizo referencia a un término, que, a su juicio, han utilizado mucho los expertos: El “crimen organizado trasnacional”.
“No es un término académico, pero lo estamos viendo, por ejemplo, con el ‘Tren de Aragua’ que es una organización venezolana, pero que opera desde Venezuela hasta Chile. También están las bandas de narcotráfico colombianas, cuya lógica no es la del Cártel de Medellín, sino son organizaciones que tienen una operación binacional. Son grupos que están en Colombia y que trasportan cocaína, pero también están en Ecuador”.
El conflicto
Con relación al tema puntual de los colombianos en Ecuador, habló de un segundo término que considera el más apropiado para describir la participación de connacionales en el magnicidio de Fernando Villavicencio. Se trata del “desbordamiento del conflicto armado colombiano”, lo que explicó cómo delincuentes de alto calibre en Colombia pasaron a Ecuador y Venezuela.
“Según datos de la DEA, el 70% de la cocaína sale por esa costa pacífica entre Ecuador y Colombia. Han hecho que muchas bandas colombianas tengan un repliegue estratégico hacia Ecuador, donde está la economía dolarizada y donde es mucho más seguro para las organizaciones criminales… Ese desbordamiento hizo que Ecuador se convirtiera en un país visagra, entre Colombia que era el primer país productor de coca, y Perú, que lo ha superado. Estaba en un espacio donde no había sido golpeado por el crimen organizado, pero a partir de unos 8 años, se empezó a ver una dinámica violenta”, manifestó.
También dijo que “Colombia ha sido un país con dinámica del conflicto multicausal. No solo en términos de sicarios, sino en términos de organizaciones guerrilleras que han enviado emisarios a otros países”.
Por lo mismo, consideró que “la dinámica del conflicto ha hecho que haya una mano de obra criminal internacional. Ejemplo de ello son los ‘gota a gota’ en España, que está conformado por colombianos en su mayoría”.
El experto en seguridad y justicia, Hugo Acero, manifestó que Colombia ha vivido distintas guerras: El conflicto armado, la guerra contra las drogas y la lucha contra organizaciones criminales cada vez más organizadas, como está sucediendo en la actualidad.
“Esto ha generado un proceso de profesionalización de hombres, particularmente, que se han especializado en el ámbito de la guerra y que han estado dentro de la institucionalidad. Una vez se retiran del Ejército, terminan como mercenarios en otros países. Es el caso de los militares retirados que se prestaron para asesinar al primer ministro en Haití”, dijo.
Manifestó que se ha generado un nivel de profesionalismo y especialización criminal desde Colombia, como los sicarios ligados al narco y a las actividades de distintos grupos criminales. “Esas personas también se han prestado para realizar trabajos de sicariatos y asesinatos en otros países como el que ocurrió en Ecuador”.
También resaltó que los criminales que salen del país no aceptan contratos para delinquir a personas en países poderosos como los de Europa o Estados Unidos, ya que evalúan muy bien las consecuencias que acarrearía.
Recuadro
El perfil de los criminales
“Nunca aceptarían firmar un contrato de sicariato en los Estados Unidos o Europa. Este tipo de acciones las harían en otros países en donde tienen la certeza de que no serán detenidos ni condenados, y donde existe un nivel alto de que el hecho que cometan quede en la impunidad”, dijo Acero, en referencia a lo que sucedió en Haití en 2021, con el asesinato del primer ministro Jovenal Moïse.
Por su parte, Daniel Mauricio Rico, director de C-Análisis: Criminología Aplicada, destacó que la mano de obra criminal en Colombia, un país donde se han suscitado tantos conflictos, con acceso a armas, conexiones internacionales de economías criminales, se vuelve un factor atractivo para que otros demanden y contraten personal.
Pero destacó que delincuentes colombianos actúan de diferentes formas. En el caso del asesinato del primer ministro haitiano, aseguró que fueron ciudadanos contratados por una empresa de vigilancia, por lo que el hecho fue mucho más estructurado que el sicariato contra el fiscal paraguayo Pecci en Cartagena.
Afirmó que no solo en América Latina hay presencia de colombianos infringiendo la ley en otros países. “Hay otros casos que se escapan de las agendas, como, por ejemplo, mercenarios colombianos prestando servicios en Qatar o Yemen, o incurriendo en situaciones como los ‘gota a gota’”.
En líneas generales, afirmó que “sí tenemos una diáspora criminal de personas en otros territorios a prestar servicios ilícitos”.