Francia sufrió 33 días de canícula durante el verano, que técnicamente aún no ha terminado, con tres oleadas de calor que prefiguran el futuro climático a medio plazo, anunció este martes la agencia oficial Météo-France.
El verano de 2022 (junio, julio, agosto) registró un aumento de la temperatura media de 2,3ºC respecto a la serie de 1991-2020.
Es el segundo verano más caluroso en el territorio metropolitano francés desde que se empezó a medir las temperaturas en 1900. Solamente le supera el verano de 2003 (2,7ºC por encima de la temperatura media).
Seis de los últimos ocho veranos están clasificados en el "top 10".
Es toda una "prefiguración" del futuro, destacó Samuel Morin, director del Centro Nacional de Investigaciones Metereológicas de la agencia.
Hacia 2050 "calculamos que aproximadamente la mitad de los veranos sean de un nivel de temperatura comparable o incluso superior" al de 2022, añadió.
Francia ha sufrido además un nivel récord de incendios forestales y sequías generalizadas.
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Desde principios de año se han quemado 62.000 hectáreas, según los datos del Sistema Europeo de Información sobre los incendios forestales (EFFIS).
A título comparativo, España ha perdido más de 270.000 hectáreas, Portugal cerca de 85.000 hectáreas.
Ha sido "un verano largo, agotador, difícil", resumió Matthieu Sorel, climatólogo de Météo France.
Los récords han ido cayendo inexorablemente: 87 localidades registraron temperaturas récord, de norte a sur.
Arcachon, en la fachada atlántica sur, registró 43ºC, cerca de los 46°C registrados en junio de 2019 en Vérargues.
Y más inquietante aún, en términos de salud pública: el termómetro no bajó a menos de 20ºC durante las noches, lo que impide al cuerpo humano recuperarse como debería.
Niza (sureste) ha registrado 61 noches tropicales seguidas.
Incluso lugares en los que no se imaginaban incendios forestales, como en el mítico bosque bretón de Brocelandia (noroeste), ardieron los árboles.
La cosecha de maíz fue inferior en un 18%, la de patata, un 20%.