Un antropólogo y arqueólogo, graduado de la Universidad de Cambridge, es el nuevo Jefe de Estado británico. Preparado para asumir la corona de la Reina Isabel II, Carlos, próximo a sus 74 años, ha sido un hombre nacido para ser rey, que accede al trono después de haber sido el sucesor designado durante más tiempo en la historia de la monarquía británica.
Su actividad particular está encaminada a las acciones medioambientales, siendo una activista en causas como el cambio climático, que antes era algo extravagante, lo pone en sintonía con algo que ahora parece estar muy acorde con los tiempos y con el modelo de sociedad británica, la cual le corresponden a regir con el pulso firme y, aunque el carisma que tenía la Reina Isabel no le quedó como herencia, Carlos inevitablemente será aclamado también como monarca por sus súbditos.
Los dos Carlos que antecedieron al nuevo monarca vivieron en el siglo XVII. El primero de ellos fue el rey de Gran Bretaña, Escocia e Irlanda, Carlos I, que nació en el centro de Escocia en Dunfermline. Recibiendo el trono con los fondos vacíos creó nuevos impuestos para sostener la guerra con España y, dentro de ellos el derecho a cobrar aduanas. Sus súbditos le cobraron ser un hombre desconfiado, mentiroso y con poco sentido del humor a quién le gustaba más la música y la pintura convirtiéndose en uno de los grandes coleccionistas de la Europa de ese siglo. Disolvió el parlamento en cuatro oportunidades, una de las cuales duro 10 años. Por eso también se le conoció como un monarca dictador y fue derrotado por Oliver Cromwell, siendo condenado a muerte lo que se cumplió con el corte de su cabeza el 30 de enero de 1649, previamente habiendo solicitado por el duro frío invernal vestir dos camisas el día de su ejecución.
El segundo Carlos, hijo del anterior fue proclamado rey de Escocia cuando su padre fue ejecutado y, al querer invadir Inglaterra fue derrotado igualmente por Cromwell conocido como el “Lord Protector”. Este Carlos era un hombre culto, inteligente, popular, amable y, sin embargo, cuándo asumió el trono definitivamente, ordenó desenterrar a Cromwell y que su cadáver estuviera colgado, sometiéndolo a una ejecución póstuma.
Precisamente en este reinado surgieron los dos grandes partidos ingleses el Tory o conservador y el Whig liberal. Igualmente, en ese mandato se produjo el impresionante incendio de Londres que duró del 2 al 5 de septiembre de 1666. No obstante ser protestante, al final de sus días, cuando Carlos II tenía tan solo 54 años, se convirtió en el primer católico qué reinó en Inglaterra desde la muerte de la reina María primera en 1558.
A Carlos III, definido por Tom Bower en El Príncipe rebelde, como un hombre "petulante y extravagante" le corresponde mantener la cohesión de la Mancomunidad luego de la descolonización que comenzó desde tiempos de su tatarabuela, la Emperatriz Victoria y, ser un hombre conciliador en materia política, no obstante, la característica que tiene de enviar cartas a todas las dependencias que se le pasan por su camino, por lo cual, lo consideran una persona muy entrometida.
Aunque Carlos asume desde que el Consejo de Adhesión lo proclama, de acuerdo con la Ley de Establishement de 1701, habrá una transición paulatina y novedosa, pues hace 70 años no hubo tanto impacto mediático en las exequias del rey Jorge VI, mientras que ahora, se dará inicio al nuevo período carolingio con un mensaje televisado, donde Carlos III rendirá homenaje a la que fue la reina más longeva de Gran Bretaña y se comprometerá a llevar una vida de servicio, aunque sin tantas fuerzas, como lo dijo en su primer discurso como monarca, desde el Salón Azul del Palacio de Buckingham, tras mantener su primera audiencia con la primera ministra Liz Truss.
Refiriéndose a la reina, el nuevo monarca dijo: "Ella honró su promesa de una vida de servicio, esa promesa la estoy renovando ante ustedes. También compartimos en el Reino Unido y en todos los países donde fue Reina de Estado y de la mancomunidad del mundo, un agradecimiento", mencionó el Rey Carlos III.
Carlos III recuerda a Isabel II: “le debemos la deuda más profunda una familia puede deberle a su madre” y agregó: "Mi madre fue una inspiración para mí y mi familia y tenemos una enorme deuda con ella por su amor, vida y ejemplo". También destacó su compromiso solemne “durante todo el tiempo restante que Dios me conceda, a defender los principios constitucionales en el corazón de nuestra nación".
De igual forma confirmó a su esposa Camila como reina consorte y a su hijo mayor Guillermo, como príncipe de Gales y expresó “su amor” hacia Kate, Enrique y Meghan y sus cinco nietos, a quienes elevó a la dignidad principesca con el discurso. "Los nuevos príncipes, lo sé, van a seguir inspirando nuestro progreso como país",
"Querida mamá, mientras inicias esta última ruta con mi querido papá solo quiero decir esto: gracias", concluyó. "Gracias por tu amor y tu ejemplo y que el vuelo de los ángeles te acompañe hasta tu descanso".
Carlos se estrena en el trono, casi una semana después que su Jefa de Gobierno, la primera ministra Liz Truss y, asume igualmente retos como evitar las independencias de territorios como Jamaica, Barbuda o Australia, al igual que el intento secesionista de Escocia.
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¿Y la reina?
Una reina consorte, en el caso de la esposa del monarca, ese es el título que se le concede, pero, cuando la reina titular es una mujer, al varón se le da el título de príncipe consorte. En el caso de España, más cercana a nuestros afectos e intereses, la reina Sofía, consorte del rey emérito, ha sido una figura muy querida por todas las personas, pues siempre ha sabido mantener su lugar, como hija de rey, hermana de rey y esposa
En el caso inglés, el reconocimiento de las reinas consortes ha cobrado fama en los últimos cinco siglos cuando Enrique VIII fue monarca, pues comenzó con Catalina de Aragón (hija de los reyes católicos, a quien repudió y se produjo el cisma anglicano), Ana Bolena (decapitada), Juana Seymour (fallecida en el posparto); Ana de Cleveris (con quien nunca se consumó el matrimonio y Enrique VIII le dio el título de “hermana del rey”); Catalina Howard, «la rosa sin espina», (prima de Ana Bolena y también falleció decapitada) y, Catalina Parr, la única viuda, pues sobrevivió al monarca.
Ha habido muchas otras reinas consortes, entre ellas, “la que no fue”, es decir Wallis Simpson, duquesa de Windsor, quien, por ser divorciada dos veces, no pudo, en su tercer matrimonio con Eduardo de Windsor ser reina, pues éste abdicó en favor de su hermano, Jorge VI, padre de Isabel II.
Para mí, el anuncio de la reina Isabel, con ocasión de su 70 aniversario en el trono, manifestando que cuando el devenir de los tiempos llevasen al trono a su hijo Carlos y pidiendo que la Duquesa de Cornualles, quien además era hasta esta semana duquesa de Rothesay y condesa de Chester sea la reina consorte, es, además del respaldo a la nuera querida, frente a la primera esposa del Príncipe de Gales, un gesto de modificación del dogma episcopal anglicano, pues Isabel, como “defensora de la Fe” y cabeza de la Iglesia, con este gesto permite que una mujer divorciada acceda al trono en condición de reina consorte y no solo de Duquesa, o esposa del rey, como se rumoraba hasta el 6 de febrero y se ratifica con el comunicado de pésame del rey Carlos III y su primer discurso del viernes 9 de septiembre.