John Newbigin, fundador de Creative England y uno de los grandes expertos en industrias creativas, habló de sus perspectivas sobre la Economía Naranja
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John Newbigin, fundador y presidente de Creative England, una asociación público-privada que invierte en negocios de contenido creativo y tecnología digital, visitó Colombia esta semana para participar de la Cumbre de la Economía Naranja que se llevó a cabo en Medellín.
Como asesor especial en el Ministerio de Cultura del Reino Unido, Newbigin estuvo estrechamente involucrado en el desarrollo de las primeras políticas del gobierno de su país para las industrias creativas en la década de los 90. En esta entrevista habló de las industrias creativas, las ideas innovadoras, la propiedad intelectual, y por supuesto la denominada Economía Naranja, un concepto que de acuerdo con Newbigin se consolidará con el tiempo como una marca país, anotando que el Gobierno colombiano debe apoyar la innovación más allá de los centros urbanos.
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EL NUEVO SIGLO: ¿Qué es una economía creativa?
JOHN NEWBIGIN: Una economía creativa es una forma de económica que toda gran nación necesitará para su desarrollo en el Siglo XXI. Es una economía que se basa, primordialmente, en ideas y, consecuentemente con eso, en propiedad intelectual. Lo que está pasando en el mundo es que las ideas se están volviendo más valiosas que los productos.
Mientras que la inteligencia artificial, como la revolución industrial, ha tenido un impacto sobre muchos trabajos tradicionales, nosotros tenemos que preguntarnos en qué trabajarán nuestros hijos y nietos. La economía creativa es una forma de construir una economía que se base en habilidades humanas y no en máquinas. Por eso pienso que es esencial que toda nación en el mundo la desarrolle.
ENS: ¿Podría darnos un ejemplo de cómo funciona esta economía creativa?
JN: Te voy a poner un ejemplo con el que la mayoría de las personas se puede identificar. Los teléfonos iPhone se ensamblan y construyen en China. La compañía que hace el iPhone se estima que se queda con el 6% del costo final del iPhone, mientras que Apple se queda con el 60% de su costo porque ellos lo diseñaron. Ellos tuvieron la idea.
No lo construyen pero tienen el 60% de su valor y quienes lo construyeron tienen el 6% del mismo: la idea del diseño es más importante y más valiosa que el producto, económicamente hablando.
Por eso necesitamos una economía en la cual la propiedad intelectual se entienda y se valore, y en la que los bancos y las instituciones financieras tengan la confianza e información que necesitan para invertir en conceptos intangibles, y no solo en cosas y en maquinaria.
Inversión
ENS: Si por ejemplo yo quisiera invertir en un concepto intangible, ¿cuál sería el mayor reto al que me estaría enfrentando para hacerlo?
JN: En Hollywood solían decir que las películas son un negocio en el que no hay ninguna garantía de nada, porque aun si tienes a la mejor estrella y el mejor guion, no sabes si la película te dará ganancias hasta que se la presentas a la audiencia en una sala de cine.
Uno de los problemas más serios que tienen los inversionistas es que la mayoría de los productos de las economías creativas son nuevos en el mercado y por lo tanto es muy difícil para ellos tomar decisiones sobre en dónde, cómo y en qué grado invertir. Ese es el reto más grande. Porque sí acarrea más riesgos que otras formas tradicionales de inversión.
ENS: En ese orden de ideas, por ejemplo la gente invierte en Palo Alto porque sabe que allí la gente está pensando en la próxima gran idea. Pero en un país como el nuestro, ¿cómo convencer a los inversionistas?
JN: Tú referencias a Palo Alto y yo creo que muchas personas tienen la tendencia a pensar que una economía creativa solo se circunscribe a una economía de alta tecnología súper digital y no es así. Es una economía que está basada en específicos culturales y habilidades humanas.
En Colombia la industria artesanal tradicional es una parte muy importante de su economía en general y mientras la industria turística crece, la forma en la que ustedes crean y construyen un turismo cultural fuerte, a través de artefactos y gastronomía tradicionales, eso es muy creativo y potencialmente un factor clave para su economía. No es solo alta tecnología: es pensamiento creativo.
ENS: Hablemos de su organización, Creative England (Inglaterra creativa), ¿de qué se trata, cómo nació y cómo ha evolucionado esta compañía?
JN: Nosotros comenzamos este proyecto hace nueve años. Es una mezcla de inversión pública y privada, y solo trabajamos por fuera de Londres. ¿Por qué por fuera de Londres? Porque estamos convencidos de que uno de los grandes problemas de la economía en el Reino Unido se ha debido a que Londres se ha convertido en una ciudad tan poderosa, que se ha vuelto muy difícil para emprendedores por fuera de la órbita de esa ciudad, conseguir financiamiento, acceder a mercados y hacer parte de las cadenas en las que necesitan estar para tener éxito.
Por eso nosotros trabajamos en otras ciudades por fuera de la capital inglesa: porque estamos convencidos de que el talento está por todas partes pero las oportunidades no. Es más fácil para el talento en Londres encontrar el éxito que para, digamos, un niño de la región distante de South East England, al sur del país.
Entonces lo que nosotros hacemos es que identificamos talento creativo y luego nos aseguramos de que ese talento tenga la posibilidad de tener éxito. Nos enfocamos en el contenido, entonces estamos atentos a películas, televisión, videojuegos (uno de los productos más grandes que tenemos), pero también invertimos en negocios de tecnología digital. ¿Por qué? Porque hemos visto que las innovaciones en tecnología motivan innovaciones en contenido y viceversa.
ENS: ¿Cómo es su proceso de inversión?
JN: Nuestro modo financiero de operar, en términos básicos, es otorgando prestamos con bajos intereses a pequeñas compañías y libre de intereses.
El propósito de eso es diciendo lo siguiente: podríamos estar teniendo una gran idea creativa, pero muy a menudo las personas creativas no tienen habilidades ni disciplina financiera. Entonces al decir que es un préstamo, ellos tendrán que tener la disciplina para pagarlo de vuelta.
Por eso tenemos una tasa tan alta de éxito en negocios que son sostenibles y cuyo crecimiento ha sido exitoso. Ellos pagan el préstamo y nosotros podemos invertir en otro negocio. Es un buen lema y, como tenemos un buen record invirtiendo en pequeñas empresas creativas, ahora podemos decirle a los bancos que lo hagan.
Para los bancos es muy difícil invertir en pequeños negocios. Ahora nosotros le decimos a los bancos: “Denos el fondo, nosotros lo manejamos por usted y le devolveremos el préstamo”.
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Economía Naranja
ENS: En Colombia el equivalente a economía creativa se denomina Economía Naranja. ¿Cuál es su perspectiva sobre la forma en la que nuestro país está desarrollando este sector de la economía?
JN: Yo creo que la Economía Naranja es un concepto de marca brillante, porque al darle este nombre se está generando un concepto que envuelve muchas cosas y que puede evolucionar en el tiempo.
Lo que más me gusta de la Economía Naranja es que está diciendo: esto no se trata solo de negocios y crecimiento, no. Esto también se trata de nuestra herencia cultural, de la calidad de nuestra cultura y de una unión como sociedad.
Esta es una economía que tiene un impacto social y cultural tanto en la comunidad como en la economía de su país. Me gusta mucho el término. Creo que se está volviendo un identificador del país y creo también que es una idea que tiene un excelente potencial internacional.
Dentro de la economía creativa (que a nivel global está creciendo muy rápido generando empleo y valor), creo que el término Economía Naranja le otorga a Colombia un perfil de alto nivel. Es una gran idea y es una forma de darle un marco nacional a la educación, a las políticas locales de gobierno y a otras políticas. Así mismo, creo que motivará las buenas relaciones entre hacedores de políticas nacional, con aquellos que toman las decisiones localmente.
ENS: Si pudiera hacerle una recomendación a nuestro Gobierno para que implemente de la mejor manera posible la Economía Naranja, ¿qué le recomendaría?
JN: Le diría dos cosas. La primera de ellas sería que sigan haciendo lo que están haciendo porque es muy exitoso. Y en una segunda medida le diría lo siguiente: es mucho más fácil desarrollar estos conceptos de Economía Naranja en áreas urbanas, eso es verdad. Pero pensar en cómo los beneficios de esta economía podrían extenderse a las comunidades marginales, a los pueblos pequeños y a las zonas más rurales, ese es el reto y debe ser el siguiente paso.
Esta recomendación no solo se aplica para Colombia sino para todo el mundo. Pero lo que sí es cierto es que su país hoy está en una posición de fuerza que le permite pensar en este hecho de ir más allá de lo urbano.
ENS: Con relación a lo que usted acaba de decir, aquí las grandes ciudades son las que tienen las oportunidades para desarrollar las grandes ideas, ¿cómo podría el país hacer lo que usted hizo y pensar más allá de las grandes ciudades?
JN: Este es un problema de muchos países. En Chile por ejemplo, nosotros hablamos con unos directores de cine en Valparaíso que nos decían que en su país todo pasaba en Santiago de Chile. Recuerdo que nos preguntaron si podían hacer parte de Creative England.
La misma experiencia la tuve acá. Estaba hablando con alguien en Cartagena y esa persona me decía exactamente lo mismo: aquí todo pasa en Bogotá, ¿podemos hacer parte de Creative England? Yo les dije a ambos, en momentos diferentes: sus países deben encontrar sus respectivas soluciones.
Mucho de esto se reduce a dos cosas: confianza y ambición. Una de las razones por las que varios emprendedores en áreas de la periferia no tienen éxito es porque no tienen la confianza y la ambición que es más fácil de adquirir para las personas que viven en las grandes ciudades.
Por eso, al pensar en nuestros programas educacionales, tanto secundarios como universitarios, los gobiernos deben motivar a los jóvenes a tener más confianza en sus ideas creativas y más ambición en su creatividad. Eso es algo que pasa a nivel mundial y que puede pasar aquí en Colombia.
Hay muchos grandes ejemplos en África y en Asia Oriental de iniciativas exitosas en áreas rurales. Toca estudiarlas, aprender de ellas y comenzar a construir nuevos modelos que puedan beneficiar no solo a la economía creativa como tal, sino a la economía del país en general.