Líderes de gobiernos y organizaciones internacionales, se comprometieron a buscar el año próximo un nuevo pacto sobre biodiversidad que detenga “la guerra contra la naturaleza”, al realizar una cumbre virtual sobre la materia el pasado miércoles, en el marco de la Asamblea General de la ONU.
La degradación de la naturaleza “no es un problema puramente ambiental. Abarca la economía, la salud, la justicia social y los derechos humanos”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, al pedir “cambiar el rumbo y transformar nuestra relación con el mundo natural”.
Esa “guerra contra la naturaleza” marcará la décimo quinta Conferencia de las Partes sobre Diversidad Biológica (COP15), que debió efectuarse en 2020 y se aplazó para mayo de 2021 en Kunming, China.
Como anfitrión de la COP15, el presidente chino Xi Jingping dijo en un mensaje a la cumbre que “necesitamos aumentar nuestro sentido de responsabilidad y revertir efectivamente la pérdida de biodiversidad”, y agregó que Beijing quiere compartir con los demás países sus avances hacia “una civilización ecológica”.
Guterres presentó un sucinto inventario de los daños, comenzando porque más de 60 por ciento de los arrecifes del mundo está en peligro por exceso de pesca y prácticas humanas destructivas, y porque las poblaciones de vida silvestre “disminuyen en picada” por el consumo excesivo y la agricultura intensiva.
Hay un millón de especies amenazadas o en peligro de desaparecer, y la deforestación, el cambio climático y la conversión de áreas silvestres para la producción de alimentos “están destruyendo la red de vida” en la Tierra.
Sostuvo que una consecuencia de ese desequilibrio es la aparición de enfermedades mortales como el VIH/sida, el ébola y la covid-19, pues son zoonóticas 60 por ciento de las enfermedades conocidas y 75 por ciento de las nuevas.
Entre los latinoamericanos intervino el presidente colombiano Iván Duque propuso cinco compromisos de cara a Kunming, para que la recuperación pospandemia sea “verde y justa”, y se avance en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030.
Entre ellos están, primeramente, “proteger al menos 30 por ciento de las áreas marinas y terrestres del planeta para el 2030”, luego “alcanzar patrones de producción y consumo sostenibles en sectores con mayor impacto ambiental”, y tercero “integrar la biodiversidad en la planificación de todos los sectores productivos y niveles de gobierno”.
También el presidente peruano Martín Vizcarra, quien abogó por que en la Amazonia de que hace parte su país se intensifiquen el combate a la deforestación y a los delitos ambientales, la reducción del riesgo de incendios forestales y los beneficios a las comunidades locales.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, se interrogó: “¿Qué necesitamos para que el caso de la biodiversidad sea alto y claro? ¿Cifras? Durante años, los científicos nos han proporcionado las cifras más sorprendentes de especies en riesgo de desaparecer, pero no ha sido suficiente”.
Tras esas preguntas aseguró que “el mundo tiene toda la información para comprender cómo el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están sucediendo ante los ojos de todos, y cómo se refuerzan entre ambos. Necesitamos detener este ciclo mortal”.
El turco Volkan Bozkir, presidente de la 75 Asamblea General, sostuvo que más de la mitad del producto bruto mundial, US$44 billones (millones de millones), depende de la naturaleza “y entonces no es de extrañar que el Foro Económico Mundial coloque la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas entre las cinco principales amenazas que enfrenta la humanidad”.