¿Hubo un repunte del ‘Bolsonarismo’, o siempre estuvo ahí?   | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Octubre de 2022
Redacción internacional

De acuerdo con el último sondeo realizado por la firma brasilera Ipec (Inteligencia en Pesquisa y Consultoría Estratégica), por primera vez el candidato-presidente Jair Bolsonaro superó en intención de voto a Luiz Inácio Lula da Silva en algunos sectores poblacionales y regiones.

Si bien es cierto que el aspirante del partido Liberal ha suavizado su discurso frente a temas álgidos como el de las mujeres y está adelantando una campaña a punta de política social (el 3 de octubre anunció que adelantaría el pago de un programa asistencialista que se llama “Auxilio Brasil”), puede que ya gozara de una popularidad que escapó al radar de las encuestas.

La directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Paula Ruiz, indicó que esto quedó reflejado en la primera vuelta electoral, la cual evidenció dos hechos: el primero de ellos, que hubo un número importante de personas que votaron por él sin mencionar su intención de sufragio en los sondeos, el denominado ‘voto vergonzante’. Y el segundo: que, contrario a todo pronóstico, el electorado no le pasó factura por el mal manejo que le dio a la pandemia. 

EL NUEVO SIGLO: ¿Qué lectura general le debemos dar a la primera vuelta electoral que se adelantó en Brasil hace una semana?

PAULA RUIZ: La primera lectura y que ha sido un tema central dentro del debate es qué pasó con las encuestadoras que daban por ganador a Luiz Inácio Lula da Silva por un margen bastante amplio, de 14 puntos, cuando la diferencia fue tan solo de cinco. Algo pasó frente a ese ejercicio inicial que hacen las encuestadoras para conocer la intención de voto de los ciudadanos.

Ahora, debido al nivel de violencia verbal y política que se dio entre los ciudadanos por estar con uno u otro candidato, creo que podemos leer que no necesariamente todo el mundo fue honesto con las encuestas y sin duda hubo mucho bolsonarista oculto.

Pudo haber sido por temor o por la incertidumbre de lo que está pasando a nivel regional, que es el regreso de una izquierda que, en América Latina, siempre se ha entendido de manera equivocada o extrema si pensamos en los casos de Venezuela y Nicaragua. Esa sería la primera lectura, porque el resultado creo que sorprendió al mismo Jair Bolsonaro.

ENS: Usted se refirió a un temor por que retorne la izquierda. ¿Cree que eso es lo que explica la votación que tuvo Lula da Silva? ¿O los brasileros le están cobrando los temas de corrupción?

PR: En el caso de Lula da Silva, es cierto que él tuvo un mandato de ocho años que fueron positivos para el país, en gran medida porque tuvo una coyuntura internacional y regional de crecimiento económico favorable para que él pudiera gobernar de manera cómoda y con un discurso que iba dirigido principalmente a superar la pobreza extrema y el hambre. Y entre 2002 y 2009 las cifras muestran que se lograron superar porcentualmente estos índices.

Pero qué pasa: 20 años después, la coyuntura internacional es distinta, ya no es tan favorable, y lo que hemos visto en el transcurrir de estas dos décadas es que en Brasil no hay un nuevo proyecto de izquierda que no sea Lula da Silva. Él trató de fortalecer a Dilma Rousseff, sin éxito, y creo que lo que mostraron los resultados fue a esa mitad del país que no confía o que no quiere un retorno de Lula al poder.

Y, como lo hemos visto en otros países de la región, hay polarización y división no solo alrededor de proyectos políticos, sino también sociales.

ENS: ¿Y cómo se explica el positivo resultado que tuvo Jair Bolsonaro?

PR: Pues llama la atención que el electorado no le está castigando el manejo que le dio a la pandemia. Por el contrario, él logró poner a muchos senadores en la Cámara de Diputados, exministros polémicos de él, como la ministra de Educación que dijo que los niños se debían vestir de azul y las niñas de rosado. También quedó el exministro de Medio Ambiente que les quitó fuerza a muchos organismos internos de protección a la Amazonia y también salió como uno de los representantes más votados.

Eso lo que nos está diciendo es que, de alguna manera, el discurso bolsonarista sí está calando y ya podemos hablar de una tendencia. Como hablábamos del lulismo, hoy podemos hablar del bolsonarismo, en donde los conservadores están teniendo una representatividad importante y no solamente en el ejecutivo, sino en el legislativo.

Adicionalmente, Bolsonaro tiene un discurso en el cual está leyendo lo que la gente quiere oír. O por lo menos lo que la mitad del país está pensando y ahí está el tema de la migración.

Aunque no debería, la migración se ha presentado como un problema político en varios países, incluido Brasil. Al analizar la votación en las regiones fronterizas con Venezuela, uno de los estados en los que Bolsonaro ganó fue en Roraima y ese fue el único estado del norte que votó a favor de él. Todos los demás votaron a favor de Lula. Entonces, ¿cuál es la lectura? La migración está siendo vista como un problema y Bolsonaro la está atacando directamente. El discurso caló.

Pese a que todos los países de la región se han visto afectados económica y financieramente por el tema de la pandemia, internamente esas cifras se han sabido mantener y ha habido algo de estabilidad que le ha dado margen de maniobra a Bolsonaro.

Y, por último, el 3 de octubre él anunció que adelantaría el pago de un programa asistencialista que se llama “Auxilio Brasil”, que les da a los más pobres unos recursos mensuales por alrededor de 500 mil pesos (600 reales) y que adicionalmente se darían otros. Está haciendo una campaña electoral a punta de política social y está tratando de llegar al electorado que no ganó en la primera vuelta, afines a Lula.

Polarización y proyecciones  

ENS: Para las tres semanas que quedan de elecciones, ¿en qué se deberían enfocar ambos candidatos?

PR: Ambas campañas han estado marcadas por temas de corrupción y deberán hacerle frente a ese tema. En una segunda medida, nosotros vamos a ver una radicalización del discurso, de lado y lado, y creo que ambos profundizarán en el mensaje de cuál es el proyecto de país que representan.

Vamos a ver una contienda más enfocada hacia estos discursos que hacia propuestas concretas. No las vimos para la primera vuelta y creo que no las vamos a ver ahorita. Lo que sí están haciendo ambos, no en plaza pública sino a puerta cerrada, son negociaciones con las coaliciones de partido en busca de apoyos políticos.

En este aspecto Bolsonaro quedó con un margen favorable porque puso a muchos representantes y a gobernadores en estados claves. Él está haciendo un llamado para que esos candidatos del partido Liberal que ganaron le hagan campaña y Lula hará lo propio. El expresidente, con el apoyo que le van a dar Simone Tebet y Ciro Gómez, tiene algo importante pero no es suficiente. No se puede confiar y deberá seguir con las negociaciones.

ENS: ¿Qué escenarios de gobernabilidad tienen ambos candidatos?

PR: En relación con Lula la pregunta es: ¿Qué grado de gobernabilidad va a tener Lula Da Silva con un Congreso de mayoría conservadora? En su primer periodo a él le tocó entrar a negociar con los partidos políticos con los que tenía que gobernar y si gana será un poco más de lo mismo. Ahí el Tribunal Supremo de Justicia tendrá que estar muy alerta, porque no va a ser fácil ni que le aprueben proyectos ni dialogar con la oposición.

Y en el caso de Bolsonaro, yo creo que está tratando de ganarse a un electorado suavizando su discurso contra las mujeres y hablando de proyectos sociales (que no es propio de un partido tan conservador como el suyo). Dicho esto, él tendrá que entrar a cumplir lo que está prometiendo en campaña, y a nivel mundial no hay favorabilidad para que pueda cumplir con todo lo que está prometiendo.

Para cualquiera de los dos va a ser difícil, pero los retos de gobernabilidad van a ser distintos.

ENS: ¿El país ya había visto este grado de polarización?

PR: Yo creo que esta es la primera vez que en términos políticos hay una polarización tan marcada y con discursos tan radicales de un lado como del otro. Sin duda estamos viendo dos campañas que aluden a la nostalgia y al recuerdo. Lula está buscando que la gente recuerde esa época en la que Brasil era una economía pujante, un país de oportunidades “y vamos a volver a tener eso”. Mientras que en el caso de Bolsonaro, él se está mostrando como un salvador que recibió un país con dificultades y en crisis.