Este joven bogotano, de 29 años, se dedica a viajar por el mundo mientras promociona empresas por sus redes sociales. Hace unos años, dejó su puesto en una consultora por conocer el mundo
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¿CANSADO de estar frente a un escritorio 8 horas al días haciendo algo que no te gusta? ¿De la presión de una estabilidad laboral, de los jefes deficientes, de las mismas corbatas apretadas y zapatos elegantes? ¿Del nocivo clima laboral o de la simple falta de motivación de pararse todas las mañanas a realizar algo que a uno no lo hace sentir feliz?
Christian Byfield pasó por todos estos altibajos después de realizar una carrera de cuatro años en la universidad de los Andes en ingeniería industrial y comenzar su vida laboral en una banca de inversión seguida de consultoría gerencial. Aparentemente lo tenía todo, mucho prestigio, unos papás orgullosos, y una cuenta de banco cargada y gratificante, sin embargo todo tomó un giro definitivo el día que este joven aburrido con lo que estaba haciendo, no pudo asistir al cumpleaños de 60 de su padre porque su jefe le recordó que él no era dueño de su tiempo.
En este instante, Christian retrocedió en el tiempo al momento en que se ha sentido más activo e impulsado por hacer algo en su vida, entonces recordó sus 18 años, un adolescente, apenas comenzando su adultez, con un tiquete a Perú de regalo y su equipaje de mochilero en mano, “a partir de ese viaje me volví adicto a esto”, le cuenta conmovido el viajero a EL NUEVO SIGLO.
El joven entró a la universidad tras un viaje que le cambió la vida recorriendo Machu Picchu, Arequipa y las ruinas de Cuzco y entendió que su pasión en la vida era viajar. Por esta razón encontró la manera de conseguir un trabajo mientras estudiaba en una agencia de viajes que le pagaba con tiquetes. Esto significó para él cuatro años en que salía siempre de su último parcial final de la universidad directo al aeropuerto.
Recordar estos hechos lo sacudió y decidió dejar todo atrás. Se quitó la corbata, empacó una mochila de 14 kilos y vació su cuenta de ahorros para comprar un pasaje y darle la vuelta al mundo. Y así fue como llegó a Etiopía, el primer país en su recorrido de 754 días que le quedaban, el 22 de diciembre del 2013. “El miedo y la angustia de haber tomado una decisión tan radical eran más que la emoción y felicidad en ese momento”, dice Christian y añade “pero llegué a un desierto poderoso donde se encontraba el volcán activo Erta Ale y me despedí de todos los temores que me atormentaban en ese momento y tomé el mando de mi vida”.
Fue una expedición de dos años y dos meses donde desayunó, cenó y almorzó en casa de iraníes “las personas más hospitalarias del mundo”, dice Christian; vivió en la vida salvaje de Indonesia conviviendo con orangutanes a pocos metros de distancia, se deslumbró con los gorilas de espalda plateada en Uganda, utilizó un arpeo en Fiji para cazar su cena noche tras noche, y su favorito de todos, buceó con los tiburones martillo y ballena en Malpelo, Colombia, “el lugar más lindo para bucear en el mundo”, lo confirma el viajero que hasta el momento ha visitado 64 países.
Tras su viaje, Byfield decide que esto es a lo que quiere dedicar y se propuso convertir su pasión en lo que sería su trabajo. Avianca lo contrató para realizar un blog de viajes con escritos y fotografías acerca de todos sus destinos. Christian se identifica como un fotógrafo empírico donde siente que un viaje va de la mano de una cámara que va coleccionando memorias. Estas fotos fueron lo que lo llevaron a donde está ahora: un influenciador de viajes por medio de sus redes sociales, principalmente, Instagram. Comenzó por conseguir un alto reconocimiento social en esta plataforma reconocida por resaltar las fotos, “conseguir seguidores no es nada fácil, se necesita de ayuda por parte de otras páginas reconocidas que compartan el perfil de uno, pero ya después de los 10,000 se coge un ritmo sorprendente”, le cuenta el viajero de su proceso a este Diario. Hoy en día Christian cuenta con 108,000 seguidores y en el proceso ha sido embajador de varias marcas y entidades del Estado. También trabaja con las diferentes oficinas de turismo que le pagan sus viajes y los honorarios por ir a sus países a promocionar el destino.
A partir de este crecimiento en redes y el interés de empresas en contratar al viajero para aumentar su reconocimiento, Christian Byfield vive su vida en una aventura constante, donde una semana está esquiando en los andes de Chile y la otra buceando en El Parque Nacional Natural Gorgona, como lo realizará en este mes.
Un último detalle importante que recalca el aventurero es que su país favorito es Colombia, y por esta razón su meta número uno es hacerle ver al mundo la belleza del país y las sonrisas de su gente. Christian cuenta que a pesar de estar fascinado con recorrer todo el mundo, “no hay nada como casa, mi país, y el vínculo que uno tiene con los que tienen la misma sangre colombiana”.
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