Espero no ser quien notifique al Ministerio de Defensa que el próximo martes 20 de julio, el ilegítimo y autoproclamado Comité del Paro junto con su brazo armado, el grupo delincuencial denominado ‘primera línea’ y otras yerbas guerrilleras, buscarán tomar la capital de la República y otras regiones del país para devolvernos al caos de los últimos meses.
Lo digo por el simple hecho que me parece inaceptable, como a muchos colombianos, que el Estado haya demostrado que, efectivamente, es más que vulnerable ante unos pocos revoltosos. Sorprende que después de la experiencia con las manifestaciones de noviembre del 2019, la cúpula militar y el ministro de aquel entonces y los siguientes no hayan adoptado un plan de prevención y adaptación para este nuevo contexto de guerra subversiva urbana que aprovecha y se oculta bajo la protesta social ‘pacífica’.
No se puede seguir permitiendo que estos nuevos colectivos ‘petristas’ y guerrilleros movilizados a frentes de guerra urbanos vuelvan a madrugarle a la institucionalidad y recobren su capacidad extorsiva vía bloqueos y desmanes contra la población y la economía. Ya los costos sociales, económicos y sanitarios a causa de la mano tibia del presidente y la imprevisión de sus ministros han sido demasiado altos. No hacer nada y dar el beneplácito para que la reactivación económica siga estancándose, los contagios y muertes aumentando y la ciudadanía de bien continúe sometida por unos cuantos delincuentes, generará el verdadero declive institucional y el estallido social que algunos oportunistas si buscan como mecanismo de acceso al poder que no conquistarán nunca en las urnas.
Este catastrófico escenario y sus efectos económicos afectarán, sin lugar a duda, la posibilidad de un nuevo gobierno de derecha en Casa de Nariño en 2022. Muchos hacen el cálculo político al revés y le apuestan a que el caos pasado, presente y futuro solo supuestamente damnifican la candidatura del e-guerrillero Gustavo Petro. Puede que sea cierto. No obstante, si vemos las encuestas, la favorabilidad de quienes patrocinan, fomentan y se arrodillan ante los colectivos delincuenciales parece mantenerse o, por lo menos, no verse radicalmente afectada como si la del gobierno. Esto se debe, en mi opinión, a la privilegiada posición de estar en la oposición. Se puede criticar, motivar a ocasionar el desastre y no tener muchas velas en el entierro.
He ahí la importancia de que el ministro Molano no se gradúe en el cargo como su homólogo en la capital, el ‘experto’ Hugo Acero, que falló en sus principales responsabilidades. Tampoco puede seguir con el modus operandi de la ‘estrategia’ del desgaste al paro. Ese mito retórico dejó al país en quiebra y resentido. En esta ocasión, aplicar tan equivocada estrategia creará nuevas ruinas.
Ministro, ¡la Ley y la soberanía no se negocian y deben defenderse! Utilice con valor los instrumentos constitucionales que la nación le otorga. Haga respetar la Libertad y el Orden, principios rectores enmarcados en nuestro escudo nacional. Prepárese para la terrible tempestad que se avecina.