Yitzhak Rabin fue un mártir por una causa justa, la búsqueda de la paz, siempre lo será. Aunque a veces la guerra se le anteponga. Rabin no era un líder común, pues su discurso estaba dedicado a todos aquellos que creían o creen en una sociedad en la que exista la sensación de la armonía, tal vez no perpetua, pero sí en continuidad. Rabin era un líder como pocos. De seguro, es una perdida enorme para Israel, pero más una pérdida para toda la región e incluso para esa contraparte del mundo árabe, que, si bien tiene sectores reacios a la paz, también existen los grupos e individuos que desean hacer parte de una nueva historia.
Además de Rabin, cabe señalar la posición con respecto al conflicto árabe-israelí del autor más vendido de Israel, es decir, Amos Oz. La leyenda de las letras israelí, en su última conferencia en la universidad de Tel Aviv, señala que “no se puede curar una herida a palos”, y propone que, para solucionar el extenso conflicto, se debe recurrir al dialogo, a la buena comunicación, a la receptividad, al buen uso del lenguaje, al entendimiento. Asimismo, es el racionamiento lo que de los dos lados del conflicto debe prevalecer. Por lastima, el extremismo o sectarismo y sus variantes, destruyen de forma mezquina cualquier posibilidad de dialogo, de razón y de paz. Todo termina en el mismo lugar, y de nuevo a comenzar de cero.
Dentro de todo, Oz dijo en aquel último gran discurso que: “Si Israel no tuviera la fuerza que tiene, ninguno de nosotros estaría aquí”, y con toda razón. Israel nació como un Estado de defensa y se ha mantenido como tal, aunque en momentos determinados a debido atacar, su arma es la defensa, incluso el ataque como defensa. Así que no es la solución que Israel deje de existir como Estado y como nación hebrea, al contrario, para que prevalezca, debe existir la paz, tanto dentro de Israel como en la región en general.
Ahora bien, los Acuerdos de Oslo de 1993, buscaban una solución permanente al conflicto. Inclusive, lo que se proponía en estos acuerdos es prácticamente lo que se tiene hoy por hoy, pero sin la anhelada paz (para algunos). Para Rabin: “Jerusalén es la antigua y eterna capital del pueblo judío”, también en materia de soberanía, de seguridad de fronteras y demás aspectos todo se mantendría en posición favorable a Israel. Por su parte, Palestina estuvo dispuesta a aceptar la mayor parte de los puntos del acuerdo y así, movimientos como Hamas no hubieran tenido una expansión letal.
En la historia del moderno Estado de Israel pocos hombres han sido como Rabin. No por nada el país se vistió de luto en aquel noviembre del 95, sino que hasta día de hoy se le recuerda, se le conmemora y se le rinde homenaje a aquel hombre de armas que le apostó fallidamente a la paz. A su funeral asistieron casi todas las personalidades más importantes de la época.
En sus últimas palabras en ese discurso del 4 de noviembre se resume su vida y su obra: “Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores”.
@rosenthaaldavid