Gran parte del debate sobre el aborto se ha sido reducido a discutir su legalidad, dejando a un lado la discusión relevante de que matar un feto humano es un acto inmoral. Es un hecho científico y evidente que un feto es una vida humana. Sin embargo, hay quienes argumentan lo contrario e, inclusive, hay unos que se atreven afirmar, sin importar el número de semanas de gestación, que el feto no es una persona y, por ende, dicen ellos que no tiene derechos.
No importa lo que digan los abortistas, el feto humano es un ser vivo y por ello tiene valor intrínseco y por ende derechos. No interesa el alcance de la definición jurídica de persona.
Las feministas alegan que prima su derecho sobre su propio cuerpo, desconociendo que el feto es otro cuerpo dentro del cuerpo de la mujer y que el derecho de esta no se extiende a ese cuerpo vivo y diferente que es el feto.
Además, no se puede relativizar el valor intrínseco del feto dependiendo de la voluntad de la madre de permitir al bebe nacer o no. El consenso social y la moral dictan que la vida del nacido debe ser protegida prioritariamente y en cualquier escenario. La decisión solamente de la madre y el padre no puede cambiar ese sentido protector. Si la sociedad protege al nacido debe proteger al que está por nacer, ¡porque es el mismo sujeto! ¡hipócritas! ¿Nos rasgamos las vestiduras con el infanticidio y ahora la Corte quiere permitir el asesinato del feto?
Es tan inmoral la decisión de la Corte Constitucional y la postura de las abortistas que por esa misma ruta llegaremos al punto de que se permita abortar si a la madre no le gusta el sexo del feto o, inclusive, si se pudiera hipotéticamente determinar su orientación sexual, ¿podría entonces la madre abortar el feto? ¡Es un imposible moral!
Pero lo que subyace en todo este debate y se oculta y se omite por los abortistas es que la legalización del homicidio del feto en últimas es, en muchos casos, la convalidación de la irresponsabilidad sexual en nuestra sociedad. Nunca antes se han dispuesto de más métodos anticonceptivos, de bajo costo y de suministro universal.
Al margen de las diferencias que existan sobre las causales de exoneración de responsabilidad penal en caso de aborto de violaciones, malformación y peligro para la madre, lo cierto es que la Corte, como en muchos otros casos, pretende transformar lo que es claramente inmoral en algo supuestamente moral como el derecho absoluto a matar al feto.
Una Corte Constitucional que desconoce la propia Constitución (Artículo 11), que condona la inmoralidad y legisla con agenda propia está destruyendo nuestra sociedad y debería desaparecer.