Las más prestigiosas “Academias Jurídicas” de Suramérica debatieron los más trascendentales temas de alta política y derecho en esta primera semana de octubre. La convocatoria, realizada por la Academia Colombiana de Jurisprudencia, que con tanto dinamismo preside el catedrático Augusto Trujillo, tuvo admirable respuesta por estas corporaciones, pues concurrieron con magistrales ponencias “maestros de maestros”, con documentados estudios.
Con el patrocinio de nuestra Academia de jurisprudencia, todas las memorables intervenciones se publicarán próximamente en un denso y valioso volumen.
En este magnífico evento internacional impresionó la eficacia y riguroso orden con que se realizaron los foros sobre democracia, la mercatoria, la inteligencia artificial y el control político del Congreso, así como sus funciones judiciales.
Los participantes, cinco para cada foro, tuvieron media hora para resumir temas y una ronda de preguntas al final de cada foro. Todos los intervinientes eran figuras muy sólidas en sus disciplinas, catedráticos, tratadistas, exmagistrados de altas cortes, exministros y valores muy reconocidos.
La mesa directiva académicos Augusto Trujillo, Rafael Bravo, Saúl Sotomonte, José Celestino Hernández Rueda, Lucy Cruz de Quiñones, Hernando Roa, Cesáreo Rocha y todos los académicos con generosidad y disciplina, lograron un histórico triunfo con el resonante éxito de éste encuentro internacional de abogados sobresalientes del nuevo mundo.
Una academia es a una comunidad lo que el cerebro es en relación con el cuerpo humano, su parte más luminosa y trascendental. Las academias son los cuerpos rectores de las comunidades más civilizadas. Su misión es promover y crear ética, ciencia y sabiduría.
Para algunos analistas, el “populismo” es pan de hoy y hambre de mañana.
Casi siempre el populismo antes de la segunda guerra mundial. Lo mismo ocurrió con la Italia fascista de Benito Mussolini. En nuestros días muchas naciones son víctimas de esta “patología social”. Ahí tenemos a Nicaragua, Venezuela y otros países. Los “estallidos sociales” que sacudieron a Chile y Colombia son alertas dramáticas de lo que nos podría suceder, de no fortalecer al máximo nuestras instituciones.
Los grupos de pobreza extrema son muy sensibles a las prédicas reivindicatorias y se entregan fácilmente a la seducción a de la demagogia. Los líderes populares con el calor de su falsa elocuencia, engañan al pueblo y lo movilizan contra supuestos enemigos. Para Hitler fue el pueblo judío, para Juan Domingo Perón fue la oligarquía que se concentraba en el Jockey Club, el que incendiaron y para Fidel Castro, el ‘imperialismo’.
Y a la hora de la verdad pasan de las llamas a lo más infernal de la hoguera incendiaria. Un discurso político maniqueo y exaltado, que acude más la “emoción” que a la “razón”, se adueña del corazón de la muchedumbre y viene la frustración y el fracaso.
El falso redentorismo es un suicidio. Los improvisados oradores populistas acuden directamente a la masa y en forma pasional incitan a los de abajo contra los que ellos llaman los de “arriba”.
Como son impreparados, como no son “estadistas”, al llegar al mando con la amarga frustración, plantean cambios inesperados e impensables. Hay que recordar que el populista “piensa en las elecciones inmediatas mientras el estadista en las próximas generaciones”.