Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Diciembre de 2015

EL SEPTIMAZO                                        

Disrupciones

“De La Habana llegó un barco cargado de…”

 

Disruptivo  es un término que procede del inglés, utilizado para nombrar aquello que produce una ruptura brusca, un cambio importante; sucede en tecnología, como con el caso emblemático de Uber, la aplicación para smartphones que tiene furiosos a los taxistas.

 

Cuando miro la realidad nacional que se nos viene encima pienso en disrupciones, porque estas también ocurren en otros ámbitos, solo que no nos hemos dado cuenta y eso nos puede salir caro, mucho más que tener un chofer personal a la demanda.

 

Es que disrupciones ha habido desde los tiempos de la rueda aunque el concepto fue acuñado en la década de los 90 por Clayton Christensen, un profesor de Harvard en su texto The innovators dilema.

 

Como en el juego infantil, esta semana de La Habana llegó un barco lleno de… acuerdos que nos acercan no a la paz del pesebre navideño sino a un estado de posconflicto, para el cual creo que no estamos preparados, precisamente porque no somos disruptivos.

 

Si fuéramos disruptivos, desde hace años habríamos empezado una transformación general, como una justicia transicional que nos vaya poniendo a punto para el cambio cultural, político, social y económico que significará para el Estado, el Gobierno y la sociedad esa entelequia llamada posconflicto.

 

Santos ha nombrado al buenazo de Rafael Pardo como Ministro Consejero para el Postconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, pero el cargo parece premio a quemado en urnas con artificio de lenguaje para que suene bonito. No es un Ministro de verdad, la estructura del Estado sigue tal cual porque el posconflicto no ha sido captado como lo más disruptivo que nos ha ocurrido en medio siglo.

 

El posconflicto es una dimensión desconocida a la que entraremos de la mano de nuestros enemigos, en un nuevo relacionamiento para el cual no nos han preparado. Para un cambio de paradigma de esta naturaleza, se necesita que Santos asuma un liderazgo que también sea disruptivo.

 

Como lo advierte Ken Webster en su libro The Circular Economy: A Wealth of Flows: "La disrupción se produce a través de una serie combinada de factores que actúan simultáneamente y ante los que el sistema no tiene más remedio que adaptarse".

 

Uribe es un buen ejemplo de disrupción: en él se juntaron lo inspiracional y lo aspiracional. Hoy más que entonces, Colombia necesita un Presidente disruptivo, capaz de inspirar la transformación nacional, para que la aspiración colectiva coincida con la narrativa del gobierno.

Como dicen los geeks: Disrupt or Die.