ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Enero de 2012

Sociedad, armas y desarme

 

 

El alcalde Gustavo Petro propone la política de desarme, tema que debe ser analizado en profundidad por la sociedad civil. La idea en principio es antigua y volverla a plantear resulta atractivo, en cuanto se supone que todos los seres quieren la paz, por tanto las armas son inútiles, innecesarias y contraproducentes. En los orígenes remotos de la especie aparece la existencia de armas defensivas y ofensivas, distinción que depende de su uso. Incluso, en tiempos primitivos, cuando no existían las armas, ni se conocía la palanca, ni el garrote, los seres humanos apelaban a la fuerza, las uñas, el puño, el uso de las manos para ahogar el adversario. Se requirió un cierto grado de desarrollo para fabricar armas, así fuesen para la defensa de la familia, origen del clan y del Estado. Y entre más avanza el grado de desarrollo, la posibilidad de defensa por medio de las armas fomenta un poder desigual entre los pueblos, puesto que la prepotencia de los que las poseen tiende a ofender y sojuzgar a los que no las tienen, de la actitud defensiva se pasa a la ofensiva y la conquista de los más débiles. Esa ha sido una lucha recurrente de la humanidad desde siglos inmemoriales.

En lo individual la falta de experiencia en el manejo de las armas o de recursos mantuvo a los estamentos desarmados en la agonía de ser sometidos o exterminados por los más fuertes, apenas algunos grupos sacerdotales y campesinos dispuestos a servir a distintos señores logran en los tiempos aciagos sobrevivir desarmados. Las armas se asocian a la libertad y la soberanía de las naciones, sin ellas no es posible defenderse de agresiones internas o externas. Los caballeros, nobles de a caballo y espada, podían portar armas, hasta que como guerreros y aventureros van decayendo y en tiempos de la Revolución Francesa llevan la espada de manera afeminada y como un adorno que no saben manejar ni para defenderse ni atacar. En ese momento la clase aristocrática se muestra inferior y es violentamente aplastada por la agresiva burguesía en ascenso.

En Colombia, según las estadísticas, los grupos más vulnerables a los asaltos son los viajeros desarmados, los comerciantes desarmados, los que portan grandes sumas de dinero desarmados, los pobres proletarios que obligatoriamente se mueven por zonas rojas desarmados, las personas inocentes que son asaltadas en sus vehículos, oficinas, haciendas o casas, por elementos armados. Lo mismo que mujeres y niños inermes. Así que desarmar a las gentes pacíficas y de bien es incitar a los delincuentes armados a que cometan más delitos en total impunidad. Para desarmar a los buenos ciudadanos se requiere primero haber sometido al hampa y los violentos, incluso los grupos subversivos. Lo mismo que aumentar el pie de fuerza y restablecer el orden en las ciudades y los campos. Por lo general de solicitar el desarme se pasa a pedir que se disuelvan las Fuerzas Armadas, lo que sería un suicidio colectivo.