ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Junio de 2013

Las constituyentes son soberanas

 

La realización de las reuniones que han tenido por objeto fijar las normas de conducta y comportamiento para la nación, se confunden con la historia, forman parte de ella, pues han marcado y establecido las normas para conseguir el bien común.

Desde cuando se obtuvo la independencia, las Constituciones si así pueden llamarse, fueron retazos hasta 1830; quizás la única fue la del Tolima, en ese año, dejó alguna huella;  fue remplazada por la de 1832 que entre otras determinaciones en diferentes órdenes de la vida del país que recién se había liberado de la soberanía española, fue la de  fijar un nombre a la nación: Estado de Nueva Granada. En 1853 se estableció el federalismo el cual fue confirmado en la Convención de 1858 la cual le cambió nuevamente el nombre a la nación por el de Confederación Granadina.  Pero cinco años más tarde se reúne la Convención de Rionegro de estirpe liberal; la nación a partir de ese acontecimiento se llamó Estados Unidos de Colombia y el federalismo tuvo un nuevo reconocimiento hasta el punto de que cada uno de los Estados podría establecer su propia Constitución y tomó gran fuerza el legislativo entre otras razones porque el período del Presidente que básicamente se ocupaba en los temas de orden y de las relaciones internacionales fue reducido a dos años. Así se llega a 1886 cuando, bajo la dirección de Rafael Núñez, se redacta la Constitución que ha dado en llamarse la del 86; acabó con el sistema federalista y lo cambió por otro de carácter centralista; el país se llamó República de Colombia como hasta nuestros días. Ese documento le dio al país el perfil político, administrativo y social que aún hoy subsiste. A instancias de Virgilio Barco, durante el período presidencial de César Gaviria se convocó una reunión para modificar algunos puntos de la Constitución del 86 lo cual no sucedió porque el cuerpo que para ello se eligió fue absolutamente soberano y no aceptó que se le fijaran normas de conducta; fue así como en sus deliberaciones dispuso redactar una nueva Constitución que es la que actualmente nos rige.  Se introdujeron nuevas normas de conducta colectiva de obligatorio cumplimiento  que son todas aquellas de las cuales disfrutamos y también padecemos.  La elección popular de alcaldes y gobernadores, la eliminación de las intendencias y comisarías que se elevaron a la condición de departamentos con toda la parafernalia propia con asambleas departamentales, la participación de las minorías, la tutela, etc., etc. Buena parte de esos nuevos funcionarios en territorios sin ninguna experiencia en esas lides son huéspedes de las cárceles. ¿Es el precio que se está pagando por  la aplicación de la flamante Constitución del 91? 

Por todas estas experiencias vividas es que seguramente el presidente Santos le ha dicho al país que la solicitud de las Farc de convocar una constituyente para que se ocupe en avalar lo que se convenga en La Habana, no se puede ni siquiera considerar, pues un cuerpo que no se puede ocupar en ratificar o incorporar lo que allá se  convenga es absolutamente inaceptable, pues la soberanía de él  es absoluta.  En eso el país respalda a Santos sin que por ello se pueda pensar que quien así también piensa es enemigo de la paz. Si por eso se acaban las conversaciones con las Farc, también respaldamos a Santos.