“Guardianes de Constitución pone en riesgo a niños”
Para todo ciudadano, ignorante, sabio, general, degenerado, la Constitución colombiana es norma de normas, pero si se presentare incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales.
El artículo 241 de la Constitución dispone que existen unos magistrados a quienes se les confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución.
Igualmente, el artículo 2 ordena que el Estado tiene como fines esenciales servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los deberes y derechos consagrados en la Constitución para asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
Desafortunadamente estos insignes guardianes de la Constitución, hoy llamados magistrados, algunas veces padecen alucinaciones, lo que trae como consecuencia una confusión resultante de unos prejuicios o puntos sesgados, sin fundamento lógico o científico alguno, que enturbian la visión de la realidad.
Estos guardianes de la Constitución aplicando el artículo 16, que establece el libre desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, produjeron un fallo sin haberse declarado impedidos por su estado grave de alucinación.
En el fallo decidieron permitir el consumo de licor y sustancias psicoactivas en los espacios públicos, tumbando dos disposiciones del Código de Policía que lo prohibían.
Desconocieron el artículo 95 de la Constitución que le otorga al hombre derechos y libertades en aras de una convivencia sana y pacífica, lo que implica también responsabilidades y deberes.
Espacios públicos abundan en Colombia, como el Salto de Tequendama, belleza natural que todos los colombianos admiramos en nuestros recorridos por el departamento de Cundinamarca.
Sin embargo, siendo una riqueza natural, un espacio libre para disfrutar, muchos enfermos mentales dentro de su libre desarrollo de la personalidad, acudieron a él para poner fin a sus días, lo que obligó a las autoridades a establecer una reglamentación para evitar suicidios de los despechados de amor.
Otras bellezas naturales como el cerro de Monserrate, al que devotamente acuden miles de turistas, fue necesario reglamentar el tránsito de ellos para prevenir accidentes fatales.
Por estas mismas razones no encontramos justificación alguna para que los guardianes de la Constitución pongan en riesgo a unos niños que en una tarde soleada acuden libremente a un parque donde se encuentran drogadictos ejerciendo su libre desarrollo de la personalidad.
Estos guardianes de la constitución quisieron aclarar el fallo, afirmando que los niños nunca correrán peligro en un parque, ya que siempre contarán con la protección de sus padres.
Olvidan que tenemos una sociedad descuadernada, donde nuestras inteligentes y hermosas mujeres son cabeza de familia. Ellas trabajan para sobrevivir, lo que les impide disponer de un tiempo para acompañar a sus hijos.
Claro que hay familias perfectas que no necesitan acudir a los parques públicos, lo decía una inteligente exprimera dama, “tenemos los clubes privados a los que podemos ir con los niños sin que corran ningún peligro”.