En la noche del jueves pasado, en la clínica Palermo de Bogotá, el Dr. Álvaro Vargas Pulido descansó en la paz del Señor. Este triste y doloroso momento nos deja un vacío profundo en el corazón, ya que fue una persona que destacó por sus excelentes virtudes en múltiples áreas de la vida.
Permítanme, como alguien que tuvo el honor de pertenecer a su entorno familiar, rendir homenaje a este ilustre hombre que dejó una huella imborrable en la sociedad. Sin duda, un legado de excelencia en todos los aspectos de la vida.
Desde sus años juveniles, Álvaro Vargas Pulido demostró una pasión inquebrantable por la lectura y el estudio. Sus años de formación en el Colegio Salesiano León Trece marcaron el inicio de un camino académico brillante. En la Universidad Javeriana, donde cursó su carrera de medicina, fue reconocido como un excelente colegial y alumno destacad. Finalmente, se graduó con honores como médico cirujano de esta prestigiosa institución, dejando claro desde temprano que estaba destinado a grandes logros.
En su carrera profesional brilló con luz propia; como Decano de la Universidad Juan N. Corpas, Álvaro Vargas Pulido dejó una huella imborrable en generaciones de estudiantes, sus enseñanzas, ejemplos y lecciones siguen siendo recordados y admirados por aquellos que tuvieron el privilegio de ser sus discípulos. Hoy, frente a la dolorosa realidad de su partida, esos mismos estudiantes lo alaban, agradecen y reconocen el inmenso legado de sabiduría que generosamente compartió como catedrático y pedagogo.
En lo familiar, el Dr. Vargas Pulido también dejó un legado ejemplar, formó un hogar digno de admiración junto a la señora Olga Silva Gil, una unión enriquecida por la presencia de seis hijos, un varón y cinco mujeres. Este hogar fue un refugio de amor, moral y buenas costumbres, como era de esperarse de una persona tan ilustre como él y noble compañera.
En lo personal, Álvaro Vargas Pulido era un hombre serio, cumplidor de su palabra y de sus responsabilidades, trabajador incansable, amante del ajedrez y ávido lector; siempre encontraba tiempo en su apretada agenda para seguir aprendiendo e incluso emprendió el desafío de estudiar una segunda carrera, esta vez en Derecho, y culminó este proyecto con el mismo éxito que abrazó su amada profesión de médico.
Hoy, presentamos una ofrenda a este hombre ejemplar, tanto en su faceta profesional como en la personal. Recordamos al esposo amoroso, al padre abnegado y al abuelo cariñoso que fue nuestro querido Dr. Álvaro Vargas Pulido. Su legado perdurará en la memoria de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y ser parte de su vida. Su partida deja un vacío irremplazable, pero su luz seguirá guiándonos en el camino de la excelencia y la dedicación. Descanse en paz, respetado y admirado doctor Vargas.