Los vertiginosos avances tecnológicos abruman en estas elecciones que se avecinan a todos los candidatos que intentan comunicarse y sintonizarse con la ciudadanía. La tecnología ofrece nuevos instrumentos al alcance de todos los que aciertan en utilizarlos, con los que burlan controles y propagan hechos, historias y videos que falsifican la realidad y simultáneamente convierten falsedades en aparentes verdades para consumo de una ciudadanía imposibilitada para percatarse del engaño del que es víctima.
Es un nuevo escenario de ilimitadas posibilidades para el engaño, con el cual se pretende manipular la opinión del incauto destinatario de esa información. En forma instantánea logran convertir a una persona en otra diametralmente distinta, atribuyéndole defectos que no tiene, pensamientos ajenos y propósitos falsos, fríamente creados para desprestigiar, calumniar o afectar irremediablemente a la víctima escogida. Es el escalonamiento de la propaganda negra a un estadio superior que no permite distinguir lo falso de lo verdadero, y por lo tanto hace inocuos los desmentidos y rectificaciones.
Es una situación alucinante, en manos de hackers profesionales, que trastorna profundamente el certamen eleccionario hasta el punto de afectar su resultado, y acomodarlo al designio político de quien maliciosamente lo utiliza. Su eficacia se acrecienta con la incapacidad institucional para combatirlo y erradicarlo, tan expósita de herramientas que se lo permitan. Tiene un potencial que desborda el escenario electoral y amenaza los ámbitos económicos y de seguridad de los Estados por su potencial para producir pánico o generar conflictos indeseados.
Es una amenaza cierta, actual y en curso para las elecciones de octubre que demanda la acción inmediata de las instituciones electorales y de gobierno que procure su rápida contención y su eficaz control. No pueden el gobierno y el CNE desestimar el significativo peligro que esas profundas falsificaciones encarnan para la legitimidad de las elecciones y la solidez del régimen democrático. Basta con acceder a las redes sociales para constatar la aparición de esa amenaza que crece al amparo de la tardanza en contenerla. No hacerlo oportunamente prohijará su uso, como ya se puede constatar con los videos y fotos que vienen circulando en las redes sin despertar preocupaciones en personas distintas a los afectados.
En Bogotá, son de diaria ocurrencia montajes fotográficos que afectan candidatos y en Bucaramanga la situación ha escalado hasta estigmatizar de corrupto a un candidato que no registra procesos judiciales ni de policía en su contra, y a la contratación de un “contrahacker” por una campaña para el manejo de propaganda negra contra sus contendores, según denuncia periodística que aporta nombre del delincuente y dirección de su centro de operaciones. La principal víctima ha acudido en su defensa a la justicia. Las autoridades deben actuar ya, mañana puede ser muy tarde.