La situación política y el liderazgo se encuentran en entredicho, conviene un repaso de la actualidad porque la crisis existe, su dimensión preocupa.
En Cuba -Fidel Castro hace cinco años que falleció nonagenario- la revolución es pasado, el pueblo protesta, el marxismo leninismo forma parte de la historia, opción anacrónica en un mundo globalizado.
En Perú, entre muchos candidatos, con solo el 18 por ciento de los votos en la primera vuelta, después de reñido escrutinio en la segunda, el incoherente profesor Pedro Castillo, el del sombrero, sin mayoría en el Congreso, deshace, divide, busca reforma de la Constitución, miles de sus compatriotas se marchan, la mala situación puede empeorar.
En Brasil Jair Bolsonaro, no vacunado, termina su gobierno con pocas realizaciones en una nación donde la imagen de Lula Da Silva vuelve a proyectarse para las próximas elecciones a pesar de escándalos y condenas, casi un tercio de los futuros votantes espera la aparición de un nuevo candidato ante la polarización entre el exmandatario y el actual gobernante, insiste en cambiar el sistema electoral con la teoría de garantizar que las instituciones no trabajen en su contra.
En Nicaragua, el régimen autoritario de Daniel Ortega, todavía con el rótulo de sandinista, atropella a sus adversarios, los encarcela, luego de cuatro periodos presidenciales considera que su mandato debe ser vitalicio, persevera con el cuento del canal, los obispos son tildados de traidores y fariseos, los defensores de derechos humanos, periodistas y empresarios de golpistas, Estados Unidos de terrorista, la comunidad internacional es consciente de los abusos pero se mantienen las relaciones diplomáticas con ese gobierno que insiste equivocadamente en extender su plataforma continental a más de 200 millas, casi hasta Cartagena en la Corte Internacional de Justicia y en la inejecutable sentencia del 2012 sobre fronteras marítimas con desconocimiento de los convenios vigentes suscritos por Colombia con países del área caribeña.
En México, el presidente Manuel López Obrador permanece en constante tire y afloje, el narcotráfico continúa, el muro de Trump quedó en veremos, los partidos y dirigentes están desgastados, crecen el contrabando, la emigración y el deterioro del medio ambiente. Desde luego no puede achacarse solo al presidente y su gobierno, ni a los conquistadores españoles, la proliferación de problemas.
En Venezuela, Nicolás Maduro persiste en su autoritarismo, suspende conversaciones con la oposición a raíz de la extradición de Saab a los Estados Unidos, quita seis ceros a la moneda y protege a guerrilleros.
Así podríamos seguir con Bolivia, tras el fraude y retiro de Evo Morales, Argentina, Ecuador, Paraguay, Honduras, Guatemala, Costa Rica, El Salvador y Panamá, tal vez Uruguay sea una excepción. En Colombia vivimos con violencia, corrupción e inseguridad, en el 2022 habrá elecciones, aquí podría repetirse lo ocurrido en Perú si no se integra una amplia coalición democrática.
No es exagerado afirmar que la democracia es mito en América Latina, precario el nivel de la política y la capacidad de liderazgo a pesar del incremento tecnológico.