AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Agosto de 2012

La crisis es contagiosa

 

Según Luis Fernando Ramírez, decano de Economía de la Universidad de La Salle, “la desaceleración en los tres primeros meses de 2012 es producto de las medidas que ha tomado el Banco, como el retiro gradual del estímulo monetario que hizo desde febrero de 2011”. No obstante, si bien el Banco Emisor metió la mano a través de sucesivas alzas en las tasas de intervención tratando de “enfriar” la economía, que según ellos estaba “recalentada”, es indudable que la desaceleración que acusa la economía colombiana está determinada en muy buena medida por la turbulencia de la economía global.

Es bien sabido que la Eurozona en particular y la UE en general están atravesando por una crisis de enormes proporciones. El diagnóstico de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, es muy claro: estamos en presencia de “un círculo negativo entre la debilidad de los deudores soberanos, la fragilidad de los mercados financieros y una economía real en desaceleración no parece haberse roto”. A poco andar, la crisis de la deuda soberana, que tuvo en Grecia su detonante, devino en una profunda crisis financiera que puso a tambalear el euro, mientras las bases mismas de la Unión empezaron a crujir.

Los resultados de su insensatez saltan a la vista: la UE está abocada a su segunda recesión en apenas tres años; de hecho, con Gran Bretaña, suman 11 las economías europeas que se encuentran en recesión, además de Bélgica, Chipre, Dinamarca, Eslovenia, Grecia, Holanda, Italia, Irlanda, Portugal y República Checa. El Nobel Paul Krugman llamó la atención a la UE en el sentido de que la caída de España podría desencadenar un escenario similar a lo ocurrido en 1931.

Por fortuna, con el relevo del obsecuente Sarkozy en Francia por el díscolo socialista Francois Hollande empezaron a soplar otros vientos. El nuevo inquilino del Palacio del Elíseo no estaba dispuesto a dejarse imponer la cartilla de parte de la dama de hierro de Alemania y entró pisando duro. De entrada, en su discurso de posesión fue claro en que “no puede haber cada vez más sacrificios para unos y más privilegios para otros”, que estos tenían un límite que no se podía traspasar y abogó por medidas tendientes a buscar la reactivación de la economía.

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