¿Negociar, si o no?
“Que insurgencia la utilice como estrategia de distracción para delinquir”
ROBERT Mnookin, director de Negociación de Harvard, se ha dedicado por años a la negociación y escribió un libro titulado Negociando con el diablo, en el que analiza algunos casos históricos de negociación y ofrece algunas pautas útiles para saber cuando es conveniente negociar con el enemigo y cuando no.
Desde Churchill en la segunda Guerra Mundial, que se enfrentó ante la disyuntiva de negociar sí o no con la Alemania Nazi, hasta Mandela, preso político, que también se encontró con la opción de negociar con su enemigo representado por el liderazgo blanco en Sudáfrica. Grandes líderes enfrentados ante grandes decisiones: ¿Negociar con un enemigo, sí o no? En el caso de Churchill, decidió no negociar y luego la historia mostró que era la mejor opción. Por el contrario, Mandela decidió negociar con el enemigo y esto lo llevó de la cárcel a ser el primer presidente negro elegido democráticamente por blancos y negros.
Hoy el presidente Santos se enfrenta ante una gran decisión: negociar sí o no con la guerrilla. En este sentido el libro de Mnookin es muy apropiado. De acuerdo con este autor, cuando se analiza la posibilidad de negociar con un enemigo se debe establecer cual sería la mejor alternativa a un acuerdo negociado, a lo que él llama MAAN (Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado). Esta MAAN será un referente para tomar la decisión de negociar sí o no con un enemigo, pues se aconseja no negociar si ninguno de los posibles resultados de la negociación satisfacen mejor la MAAN.
De esta manera, Santos tendría que preguntarse cual es su mejor alternativa ante una negociación. Quizás la respuesta a esta pregunta sería una derrota militar de los insurgentes sin necesidad de negociar. Luego, tendría que preguntarse si negociando con los insurgentes habría una posible mejor alternativa a la derrota militar.
Así las cosas, al examinar los posibles resultados de una negociación se encuentran dos opciones: que se llegue a un acuerdo y que la guerrilla se desmovilice o que no se llegue a un acuerdo y que la insurgencia utilice la negociación como una estrategia de distracción para delinquir y fortalecerse en medio del proceso.
Ahora bien, el mejor resultado de una negociación sería un acuerdo de paz y la desmovilización de la guerrilla. ¿Será este resultado mejor a una derrota militar cuando el Estado actualmente tiene la ventaja en este campo? Para algunos sectores sería obvio que un acuerdo sería la mejor alternativa y por lo tanto valdría la pena negociar. Para otros sectores, así se logre un acuerdo, las posibles concesiones que tenga que hacer el Estado a la guerrilla y el riesgo de que no se logre un acuerdo y la guerrilla utilice el proceso para fortalecerse militarmente harían que esta no fuera la mejor alternativa frente a la salida militar.
¿Negociar, sí o no? será la cuestión que el Presidente tendrá que decidir buscando la mejor opción para el país.
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