Como supremamente complicado podemos calificar el problema con las armas blancas o cortopunzantes que hacen presencia en un alto porcentaje de los delitos, en las principales ciudades del país, por no decir en todo el territorio nacional.
Con el control y prohibición del porte de armas de fuego, las armas blancas cubrieron el escenario, causando sorpresa y desconcierto entre ciudadanos de bien y las mismas autoridades, que observaron el incremento de su uso en delitos contra la vida y bienes de los ciudadanos que caen en manos de atracadores y demás delincuentes dedicados a operar con ese perfil, pero en realidad la modalidad no es nueva ya que el atraco, asalto o robo a mano armada con cuchillo, siempre ha hecho presencia en la delincuencia citadina. Ahora simplemente se incrementó por los controles mencionados.
Hoy las autoridades se preguntan qué hacer para regular el porte de estos aparatos cortopunzantes que se comercializan, sin control de ninguna clase, a lo largo y ancho del país, por ser parte del diario vivir y en la mayoría de casos, convertidos e identificados como herramientas de trabajo; difícil entramado para hallar una solución general que cubra todos los ámbitos donde hacen presencia estos utensilios, utilizados en trabajos domésticos, laborales, recreativos, etc., que están enquistados en la cultura y vistos sin prevención por la ciudadanía, excepto en aquellos momentos que dichos instrumentos son utilizados para amenazar, amedranta o agredirlos por diferentes razones.
Difícil tarea, lo repetimos, pues controlar su comercio es imposible. Existen empresas dedicadas a la fabricación y comercialización de estos elementos, hasta la exportación hace parte de esta industria; recordemos que se venden en las calles, almacenes, misceláneas, ferreterías, almacenes de grandes superficies, son aditamentos de fácil consecución, de manera que de entrada ya tenemos un reto de altura: controlar su comercio y fabricación.
La única salida está en el porte, que si lo podemos encausar con arreglo a la ley, prohibir el porte de armas cortopunzantes de toda índole en lo posible y urge fijar requisitos y protocolos para sus traslados. También es viable proscribir el llevar oculta cualquiera de estas armas. Las autoridades de policía necesitan leyes y mecanismos que les permitan controlar esta situación, y la única forma es expidiendo licencias para aquellas personas que por razón de su condición laboral o similares, necesitan transportar estos elementos. Aquellos que a más de llevarlos ocultos generan sospecha, por su condición o comportamiento agresivo, ameritan un procedimiento policial. Ahora el asunto de navajas, bien puede ser prohibido por tratarse de elementos ajenos al mundo laboral y prestarse para atemorizar gentes de bien.
Pero todo este esfuerzo se perderá mientras no tengamos en el país una infraestructura carcelaria seria, con capacidad y control, que de verdad resocialice y genere respeto en la delincuencia.