Después de muchos fracasados intentos de devolverle la democracia a Venezuela, después de varias inútiles coyunturas donde se vislumbraba el fin de la tiranía en Venezuela, de marchas, de discursos, de elecciones truncadas, el mundo había optado por aceptar que Venezuela se quedaría en manos del dictador Maduro. Era una resignación como la que acompañó la estabilización de la dictadura en Cuba. Todo parecía consolidarse en contra de los principios democráticos.
Sin embargo, quiero resaltar el papel que ha jugado el Presidente Duque en este nuevo desenlace. Hay que reconocerle a él y a nuestro canciller Carlos Holmes Trujillo, la entereza y destreza para crear un nuevo momento político. Sin violencia, sin guerra, sin imposiciones, donde la presión internacional está a punto de sacar del poder a Maduro. Este plan, impensable, pues requería la acción coordinada de los gobiernos del mundo, y la destreza de arriesgar posiciones, está ya generando buenos resultados.
Varios países ya reconocieron a Guaidó, presidente de la Asamblea de Venezuela, como Presidente encargado de la nación para que realice elecciones libres. EE.UU., Europa y el Reino Unido congelaron las cuentas, y le dieron poder sobre ellas a Guaidó.
Lo cierto es que Venezuela ya tenía dificultades financieras. De los 3 millones de barriles diarios que producía el país vecino en el 2007, solo quedó a finales del 2018, una producción de 900 mil barriles. En 2018 ascendió a US$157.000 millones equivalentes al el 150% del PIB. A eso hay que sumarle que la inflación supera más del millón por ciento, el 87% de las familias están bajo la línea de pobreza, el 62% en pobreza extrema, el 64,3% de los adultos han perdido un promedio 11,4 kilos, y los escasez de medicamentos es del 80%. Aproximadamente el 12% de la población está desnutrida.
Los países que siguen acompañando al régimen, como China y Rusia, lo hacen más por motivos económicos. Han sido prestamistas del chavismo. Las deudas con China se calculan que van desde 70 mil millones de dólares (comprometiendo el petróleo) hasta unos 13 mil millones de dólares. Los rusos que le prestaron 1.500 millones de dólares al régimen tienen parte de las filiales de Pdvsa, que seguirán operando en EE.UU. pero no podrán girarle la palta a Maduro. La dictadura paga parte de esa deuda con barriles de petróleo y con el bloqueo internacional es de esperar que las dos naciones protejan sus deudas y entren al bloque que reconoce a Guaidó. Con todas las cuentas bloqueadas y sin ingresos, el régimen tiene los días contados.
El bloqueo económico de EE.UU. al régimen tendrá graves repercusiones. El 85% de los dólares que recibe Venezuela, proceden de los Estados Unidos. Paradójicamente, el mal llamado “imperialismo” fue el que permitió el gasto social descontrolado de la revolución bolivariana. Cerca del 60% de los barriles que hoy produce Venezuela son exportados a Norteamérica. Esto, sumado a que el crudo producido en Venezuela es pesado, y necesita de la importación de aditivos livianos de los que solo le provee Estados Unidos. Esta semana la dictadura pierde 11 mil millones de dólares de ingresos de Pdvsa, y más de 7 mil millones por la congelación de los activos de Citgo.
Venezuela tiene hoy, una vez más, una oportunidad para recuperar su democracia. Todo está dado para que el Presidente Guaidó cristalice el esfuerzo de las democracias del mundo. Ojalá la llamada oposición venezolana se una definitivamente a Guaidó, dejen las rencillas internas, y defiendan esta única y tal vez última oportunidad para salir de la tiranía. Tarde o temprano los militares volverán a respetar la constitución, y aceptarán la legitimidad del presidente interino.
El mundo entero se ha unido en torno a los principios democráticos. Estamos viviendo un momento histórico, así como la amenaza a las democracias hoy está dada por el populismo que gana en las urnas y luego suprime las garantías; la caída del dictador no requerirá ni enfrentamientos ni guerra, bastará la unidad de las naciones y el bloqueo económico. El punto final lo tendrán que portar las fuerzas democráticas vivas de Venezuela. Solo unidas, y leales a los principios superiores, podrán avanzar en una elecciones para celebrar su democracia y empezar la larga y difícil tarea de reconstruir Venezuela. Se unió el mundo, ¿se unirá la oposición venezolana?