Creo que en Colombia y en muchas partes del mundo nos hemos acostumbrado o, más bien, se ha vuelto la regla general celebrar míseros logros a mediocres mandatarios. Logros los cuales, en su gran mayoría, no son más que funciones y deberes esperados del cargo pero que, debidamente extrapolados, son buen contrapeso a la ineptitud y baja capacidad de gestión.
Algo parecido ocurre en cuanto a la situación de seguridad de la capital. Hemos pasado de mandatarios, como Gustavo Petro, que nos decían que el robo de celulares era nuestra culpa por dar ‘papaya’ y nos proponía, en su momento como política seguridad, que no los sacáramos para no tentar al pobrecito ladrón. ¡Hágame el favor!
En la Bogotá ‘Cuidadora’ de Claudia López sucede lo mismo. El tema de la inseguridad, así como el de la movilidad no es con ella y cada vez que puede vuelve, como algunos de sus antecesores, a culparnos a nosotros los ciudadanos y se sale por la tangente vociferando que son mentiras nuestras y, que tenemos es más bien, un complejo de percepción de la misma. Muy en esa línea de la mandataria, la semana pasada, su Secretaría de Seguridad tuvo que retractarse de haber llamado mentirosa a la ciudadanía y culparla de desinformar al denunciar, vía redes sociales, varios atracos armados.
Es cierto que la cifra de homicidios se ha reducido, sin embargo, la ciudad continúa empeorando en el resto de indicadores. Para solo poner un ejemplo, analicemos el tema de robos que la Secretaría de Seguridad parece no querer abordar y que tampoco nosotros molestemos con el tema.
Al día, en la capital, les roban 350 celulares a los bogotanos, hay 3.095 más hurtos que el año pasado en la misma fecha analizada siendo 27.205 el total de casos de robo entre enero y marzo de este año y, ¿adivine que?: la impunidad de este delito es del 88%. Es decir, que de los 5.559 ladrones que se capturaron en el primer semestre de este año, 4.345 quedaron en libertad y nuevamente atracando a los indefensos ciudadanos.
Porque eso sí, recuerde que los únicos que tienen derecho a andar armados en Bogotá y en Colombia son los pobrecitos criminales. Usted y yo, ciudadanos cívicos y respetuosos de la Ley, Dios no permita, nos podamos defender. Además, como sostiene el ministro de Justicia, para los progresistas (incluyendo por supuesto a la alcaldesa ‘cuidadora’), los ladrones, vienen con aún más susto que la víctima y se mueren de la pena por lo que están haciendo. Ergo debemos, según ellos, contemplar políticas más blandas para los pobres angelitos en vez de mejorar las capacidades de la policía, más jueces y fiscales y aumentar la capacidad carcelaria junto con el pie de fuerza, a ver si logramos por fin que algún criminal tiemble.
Entonces, Bogotá potencia pacífica, como sostiene el presidente no es más que otro cruel eufemismo para no enfrentar los problemas.