Una de las grandes preocupaciones que movieron a los brasileños a votar por Jair Bolsonaro fue el desbordado aumento de la criminalidad e inseguridad en Brasil.
Durante los gobiernos de Ignacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, el número de asesinatos en el país alcanzó a ser uno de los más altos del mundo. Las bandas criminales llegaron a controlar grandes territorios y a poner en jaque a las fuerzas del gobierno. Atracos, violaciones, desapariciones y asesinatos se convirtieron en pan de cada día.
Por eso, la mayoría de los brasileños consideran que la criminalidad es hoy un problema de seguridad nacional que requiere mano dura, algo que ofrece Bolsonaro. Su respuesta a los grupos delictivos, aliados del narcotráfico, el contrabando, el tráfico de personas y de armas, será contundente.
Esto dará un respiro al pueblo y a la economía del país, que se ve afectada por la inseguridad, la asfixiante corrupción, desempleo, despilfarro y caos causado durante los 17 años de gobierno de Partido de los Trabajadores.
De su equipo se destacan tres hombres que dan mucha tranquilidad por su rectitud y experiencia en los temas que tendrán a su cargo. Paulo Guedes encabezará el nuevo superministerio formado por los antiguos ministerios de Finanzas, Planificación y Comercio. Por su preparación y experiencia, su nombre cayó bien en los medios financieros. Es de notar la positiva reacción de la bolsa de Sao Paulo luego de su nombramiento. Impulsará la reducción del gasto público, importante promesa de Bolsonaro; comenzará por reducir el número de ministerios de 29 a 15.
El general en retiro Augusto Heleno Ribero, quien fuera instructor del recién electo presidente en la academia militar donde fue cadete, será el nuevo Ministro de Defensa. Heleno tiene una clara trayectoria de eficiencia y honestidad en su trabajo. Su desempeño como primer comandante brasileño de la misión de la ONU en Haití y su trabajo en defensa de los indígenas, cuando ejerció como Comandante Militar de la Amazonía, hablan muy bien de su carácter.
El ministro de Justicia será Sergio Moro, quien, a pesar de toda clase de amenazas e insultos, se mantuvo firme en su investigación de los actos de corrupción existentes contra Lula da Silva y Rousseff. Finalmente, sin que le temblara la mano, acogiéndose a la ley, dictó sentencia de 12 años de cárcel contra el expresidente.
Bolsonaro ha prometido que su gobierno buscará la reconciliación, el bienestar de todos los brasileños, independientemente de su color político, raza, religión, sexo o inclinaciones sexuales.
Ojalá, sus expresiones extremas, que alarman, pertenezcan al pasado. Ojalá, su elección, por 56 por ciento del pueblo, lo empuje a la grandeza y a esa reconciliación que ha prometido. Brasil requiere un demócrata convencido con cabeza fría y mano fuerte.
Reconforta saber que Bolsonaro es un decidido defensor de la libertad de prensa, la cual ha respetado, aun frente a los feroces ataques que ha recibido de los medios izquierdistas.
Con la llegada al poder de dos fuerzas opuestas, Andrés Manuel López Obrador, pura izquierda en México, y Jair Bolsonaro, pura derecha en Brasil, comienza una nueva era para Latinoamérica. A los dos les debemos dar un compás de espera antes de juzgarlos. La historia nos dirá si el poder los hizo “grandes”, o los juzgará como ineptos.