CAMILO HERRERA MORA* | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Agosto de 2014

Habana II

 

La reelección del presidente Santos cambió las condiciones de la negociación en la mesa de La Habana de manera radical. Muchos se han anticipado a decir que el país votó por la paz, pero es claro que medio país votó por lo contrario, y esto hace que el panorama sea más complejo de analizar.

Las autodenominadas Farc han cometido tres grandes errores que dejan ver que son torpes o ingenuas, o bien que no tienen ningún interés en el proceso. El primer error fue no haber firmado la paz en el primer período de Santos, ya que esto aseguraba su reelección y 4 años de un gobierno a favor y dispuesto a hacer cumplir fácilmente los acuerdos; el segundo es seguir atacando a la población civil y matar a miembros de la fuerza pública de manera salvaje como ocurrió en Tumaco, ya que esto afecta aún más la posición del país con respecto a su reinserción y participación en vida política; y finalmente los últimos atentados contra la infraestructura petrolera y los derrames de petróleo, que dejan ver que es posible que quisieran minar la subasta de zonas de exploración para que fuera la nacional petrolera la que explotara los recursos, siendo fieles a sus propias normas, pero afectando los recursos para inversión social. Básicamente, en su arrogancia natural de combatientes, parece que creen que tienen una posición dominante en la mesa debido al clamor nacional por la paz, pero es fundamental que comprendan que lo que pide el país es el fin de la guerrilla y no un cambio de Nación, y por esto son ellos los que están en la parte débil de la negociación, que si se rompe, pierden la mejor oportunidad de salir bien librados de esa absurda guerra que se inventaron y desdibujan su posición internacional.

 Ahora Santos tiene la presión en contra y la opinión pública exigiendo que pasen cosas, y al no haber un horizonte electoral, no tiene ningún interés político de mantener la mesa andando, y puede comenzar a exigir que las cosas cambien o romper la mesa; situación que le daría todo el combustible político para pasar las grandes reformas que el país necesita (justicia, tributaria, salud, educación), y esperar que un país amigo haga de buen componedor y meses después reconstruya la mesa, ante el clamor de la guerrilla, que sabrá que perdió todo lo que había ganado, porque el mundo entero sabrá que la mesa se acabó por culpa de ellos.

Colombianada. Romper una mesa permite arreglarla o comprar una nueva, en la que nos sintamos más cómodos y dejando a los invitados en un espacio más pequeño.

@consumiendo

*Presidente de Raddar