De silicona y hueso
Resulta comprensible la especie de culto que se le rinde al seno femenino si se tiene en cuenta que no sólo son un par de objetos que dan vida a través del alimento, sino que también proveen de inmenso placer a hombres y mujeres durante los actos sexuales.
Lo incomprensible es que de ese par de adminículos dependa la autoestima de millones de mujeres, y en Colombia en particular sí que es cosa seria esa materia. La cultura traqueta trajo consigo un nuevo prototipo de mujer y cobró más vigencia de lo normal tener una figura curvilínea y voluptuosa con el fin de ser aceptadas y amadas por los acaudalados nuevos ricos. Su marca principal son unos senos descomunales, o en su defecto bastante visibles al ojo. Claramente, lo pequeño en las zonas frontales femeninas está out, aunque en términos prácticos sirven para exactamente lo mismo.
De ahí que cuando busca por Google la frase clínicas de cirugía plástica en Colombia, aparezcan 1.240.000 entradas y claro, las prótesis mamarias se han convertido casi en un artículo de primera necesidad en este país. Pues hace muchos años llegaron a Colombia las francesas PIP con su carga de silicona industrial y aditivo para carburantes. Recientemente se ha armado la de Troya para el gremio de cirujanos plásticos y el Invima porque la Agencia Francesa de Medicamentos anunció que esas prótesis contenían unos geles industriales cuyo uso no estaba autorizado y que pudieran estar causando el alto índice de rotura del 12%.
Pero el quid del asunto es otro y se debe abordar como un problema de salud pública: ¿cómo es posible que las mujeres siquiera consideren insertar en sus cuerpos objetos extraños a sabiendas de los riesgos que ello implica para su salud y su vida? ¿Qué pasó con su autoestima? Porque no sólo quieren parecerse a Yayita, la novia de Condorito, sino que además se dejan agredir físicamente, permiten que las manipulen sicológicamente y todo eso por unas migajas de supuesto afecto.
Yo sí considero que el Estado debe intervenir y así como Michelle Obama combate la obesidad promoviendo la alimentación sana, Doña “Tutina” (quien entre otras puede hacer gala de sus atributos frontales pequeños) podría trabajar en pro de la autoestima femenina y contribuir a eliminar de nuestra cultura el prototipo de mujeres de silicona y hueso, para volver a las de carne y hueso.
@CarlinaToledoP