CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Mayo de 2012

Enigmas para feministas de segunda ola

La primera ola feminista fue un movimiento justo y razonable del liberalismo clásico. Por esto lo que en últimas logró fue extender el valor político de igualdad frente a la ley al sexo femenino: derecho al voto, eliminación de los recortes a la capacidad jurídica de la mujer casada, derecho de las mujeres a cursar estudios y ejercer una actividad profesional, etc.

Pero luego vino un primer deterioro de ese feminismo auténtico con la “segunda ola” que, considerando insuficientes las conquistas mencionadas, adoptó una posición “anti-familia”. De ahí que su premisa base consistió en sostener que la “opresión de la mujer” se originaba en su rol de ama de casa y madre. He aquí la raíz de los argumentos -bien escritos pero plenos de emotividad y utilitarismo, quizás para esconder sus falacias- de Florence Thomas en su última columna en El Tiempo titulada “Teníamos 20 años cuando llegó”:

“…Mi cuerpo para mí, mi cuerpo gozoso para mí. La maternidad, solo si la deseo y cuando la deseo… Sí, mi generación fue la primera en la historia de la humanidad que iba a poder separar sexualidad de reproducción; la primera que iba de alguna manera a politizar la maternidad volviéndola una opción después de siglos de deber y obligación; la primera que lograría romper esta definición perversa de mujer como sinónimo de madre…”

Pues bien sería importante para sus lectores y ella misma, que proveyera razonamientos encaminados a resolver enigmas -presentes en las tierras donde cumplió sus 20 años- como los siguientes:

¿Por qué Europa está cometiendo un verdadero suicidio demográfico mediante una despoblación sistemática que el historiador británico Niall Ferguson denomina la mayor “reducción sostenida de la población europea desde la Peste Negra del siglo XIV”?

¿Por qué dieciocho países europeos reflejan un “incremento natural negativo”, es decir, más muertes que nacimientos? (Nicholas Eberstad “The Emptying of Russia”, Washington Post, 13 febrero 2004).

¿Por qué ningún país de Europa Occidental alcanza la tasa de equilibrio demográfico? Según los demógrafos el nivel de equilibrio demográfico se sitúa en 2,1 hijos por mujer. En 2004, la tasa de nacimientos fue: Alemania 1,3, Italia 1,2, España 1,1 y en Francia 1,7. La tasa de Francia se explica por la inmigración musulmana (Fouad Ajami “The Moor’s Last Laugh” Wall Street Journal, 22 marzo 2004).

¿Por qué en los próximos veinticinco años, el número de jubilados en Europa aumentará un 55%, mientras que la población activa descenderá un 8%? (Niall Ferguson, “¿The End of Europe?”). Con desproporciones como ésta ¿será muy difícil de entender la presión sobre el modelo de Estado de Bienestar que amenaza quebrarse en Europa?

¿Cómo entender datos demográficos como los anteriores en un contexto europeo de ausencia de guerras, de plagas o catástrofes naturales?

¿Por qué los países que Occidente había destinado al fracaso por sobrepoblación, como China, India y Brasil, son ahora las locomotoras del mundo? Y, al mismo tiempo, ¿por qué siguen aumentando las “interrupciones voluntarias de embarazos” europeas?