La Corte de Cuentas
“Armatoste de la Contraloría no apto para delicada tarea”
EL magistrado Espinosa y la contralora Morelli han puesto sobre la mesa la necesidad de una Corte de Cuentas que ejerza el control fiscal de la Nación. En el trasfondo de la propuesta palpita la convicción de que el pesado armatoste de la Contraloría no es apto para su delicada tarea, pues, persiste en su organismo el virus clientelista que le inocularon la larga lista de contralores liberales.
La Constitución del 91 estableció el actual sistema de elección del Contralor mediante terna conformada por las Cortes. Por ese alto origen, se pensaba que los escogidos serían magistrados, personalidades del foro y de la economía, ejemplos de virtudes ciudadanas. La expectativa por la terna inicial era notoria y la Corte Constitucional, al reservarse para escoger al último integrante, la acrecentó. Se suponía que la demora se debía al alto nivel de los postulados, dadas sus calidades académicas y morales. Además, se valoraría el espíritu con que las Cortes ejercerían sus nuevas funciones. En esos días, una anécdota corrió por los pasillos del Congreso: Cuando oyó el nombre del escogido por la Corte Constitucional, uno de los constituyentes rasgó el ejemplar autografiado de la Carta Política. El señalado, y posteriormente elegido por el Congreso, fue David Turbay Turbay, gran activista de su propia causa y ajeno a las disciplinas propias de un Contralor General de la República.
La reforma Barco de julio/88 contemplaba un Tribunal de Cuentas, por lo que recibió el aval de los partidos en el “Acuerdo de la Casa de Nariño”. Sin embargo, el malestar de la bancada liberal era evidente, a tal punto, que el ministro César Gaviria me advirtió de una llamada del presidente Turbay Ayala, quien solicitaba que se reestudiara el tema. A pesar de tan ilustre petición, mantuve la posición del Conservatismo, como su vocero en la Comisión 1ª del Senado. La reforma fue aprobada en la primera vuelta gracias a la diligencia del ministro Gaviria, quien aún se ufana de su éxito. Pero, ante la presión de la manzanilla, el ponente para segunda vuelta eliminó los artículos sobre la Corte de Cuentas.
La historia del control fiscal en los países europeos se centra en las Cortes de Cuentas, su credibilidad es proverbial y sus informes anuales son objeto del aprecio de la Nación. Sería útil aprovecharnos de tan vasta experiencia. En 1996, los senadores conservadores presentamos un proyecto de acto legislativo “por el cual se crea la Corte Nacional de Cuentas”, donde se proponía la gran magistratura para el control fiscal. Tuvo muerte de trámite. El viejo apetito sectario-burocrático impidió a López Michelsen dar la Contraloría al partido de oposición y hundió la reforma Barco. El referéndum sobre la extradición fue apenas un dispositivo eficaz para tal propósito.
P.S.: Lemaitre sostenía que por un problema de Cuentas (1590), Cervantes no escribió El Quijote en Cartagena.