Las escenas guerreras representadas en la cueva de Cogal indican que desde hace más de cien mil años los seres humanos viven en guerra, no es actitud pesimista sino realista suponer que individuos o colectividades, denominadas pueblo, tribu, Estado, la continuarán.
Pregonamos que somos civilizados y se habla del Orden Mundial con base en la Paz de Westfalia cuando mediante la suscripción de Tratados Multilaterales en 1648 se proclamó la intención de verdadera amistad universal para gloria de Dios y seguridad de la cristiandad; empero, a los musulmanes les importa un bledo lo acordado por los enemigos de Alá en Westfalia.
En el siglo XX1, si bien la Organización de Naciones Unidas congrega a representantes de la mayoría de Estados del planeta la violencia impera a pesar de la amenaza de la Tercera Guerra Mundial, hemos heredado un legado destructor inmenso.
Hay compromiso con la guerra, la estatua de Marte ocupa su pedestal en Roma y desde el Kremlin Vladimir Putin, testarudo, prosigue la fracasada ¨operación militar especial¨ contra Ucrania, que lleva más de un año, con ciento cincuenta mil militares rusos muertos, sin abdicar de su condición de cristiano ortodoxo redobla aspiraciones mongólicas expansionistas.
Simultáneamente los Estados Unidos, la Comunidad Europea y los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) envían armas, sofisticado arsenal, al sacrificado país, pero no encuentran camino para terminar una guerra que nos identifica con los antepasados de las cavernas.
Avanzamos en arte, ciencia y tecnología, pero abusamos del término civilización, mientras que la atrocidad atafaga, los guerrilleros alegan el derecho de matar a sus propios compatriotas en emboscadas y los terroristas hacen ostentación de sus acciones.
Con frecuencia escucho a quienes afirman que los humanos son racionales, tienden al sentido común, a la democracia, el discurso se repite, al igual que el explosivo de los dirigentes Talibanes en defensa de su régimen opresivo. Con independencia de razas y credos continúa expandida la idea de que la guerra es imprescindible, por eso internacionalmente se incluyen disposiciones referentes a la prohibición durante su desarrollo de cometer crímenes de lesa humanidad.
Decía Gandhi ¨ojo por ojo y diente por diente el mundo terminará ciego¨, no vislumbro para las venideras generaciones un futuro mejor, tal vez sea inútil pedir que dejemos de matarnos, el planeta ha albergado civilizaciones cimentadas en la confrontación permanente, la actual no es la excepción. La responsabilidad de los lideres mundiales es grande, alarman las noticias de proliferación nuclear belicista, el esfuerzo en este sentido preocupa, el que debe incrementarse es el de impedir más holocaustos.
En teoría la civilización hila con cultura y armónica solución de discrepancias, triste reconocer en la historia que en su nombre se hayan librado tantos desafueros, nos hallamos en proceso de cambio de liderazgos. ¿Cómo afectará el concepto de civilización? Decisivo disminuir el recalentamiento global, respetar valores esenciales y abandonar el erróneo principio de la obligatoriedad de la guerra, la humanidad necesita que el uso de la tecnología no sea troglodita.