Al comienzo de marzo el Presidente Santos cínicamente declaró, refiriéndose a Odebrecht: “A esa empresa en mi gobierno le ha ido como a los perros en misa”, luego afirmó que “esa empresa” había querido participar en 20 contratos pero solamente había ganado uno. Lo que muy astutamente omitió era que, precisamente, ese era el contrato más grande y costoso de Colombia, el dragado del Rio Magdalena, además de una multimillonaria adición al contrato de la Ruta del Sol.
¡Qué vergüenza mentir de esa manera! Pero son tantas las mentiras y verdades a medias con que Santos constantemente nos bombardea, que ya lo están alcanzando, yo diría, lo tienen cercado, asfixiado.
Pero volvamos al vergonzoso tema de Odebrecht. Es bien significativo que la declaración anterior fue pronunciada por Santos precisamente después de que afloró el escándalo de la posible entrada de dos millones de dólares a su campaña presidencial del 2014, provenientes de esa ominosa compañía. Un millón, en la forma de dinero, contante y sonante, que supuestamente fue entregado al gerente de su campaña, Roberto Prieto, y otro millón entregado a la compañía publicitaria Sancho BBDO, teóricamente para la elaboración de una misteriosa encuesta, o algo por el estilo, para la misma campaña presidencial, o quien sabe para qué.
Como todos sabemos, en pocos días las cosas se le han complicado al Presidente. Prieto ya aceptó que en la primera campaña presidencial de Santos, la del 2010, pagó 2 millones de camisetas con 400.000 dólares provenientes de la constructora brasileña y que todo el comité de la campaña estaba enterado. ¡Horror! ¿Cuántos hombres y mujeres del corazón de Santos cayeron en esa redada?
Pero Santos, como el gran jugador de póker que es, inmediatamente aprovechó el nuevo escándalo para tratar de tapar el otro y, rápidamente, montó una “conmovedora” alocución televisada, haciendo cara de honestidad e indignación, jurando su inocencia y asegurando : “Yo me acabo de enterar”. Además, ordenó investigar y castigar a los culpables de haber recibido los 400.000 dólares.
Señor Presidente, no me diga que usted no sabe que en una campaña política el responsable directo de lo que pasa en ella es el candidato y su partido político. Usted no puede acusar ignorancia de los desmanes ocurridos en su campaña. Menos de la entrada de una suma tan sustanciosa. ¿Usted realmente cree que le vamos a creer que no se enteró de los 2 millones de afiches que se imprimieron con los famosos 400.000 dólares? Si hay algo que todos reconocemos, señor Presidente, es su astucia y dos millones de afiches no pasan desapercibidos, ni a un ciego.
Caramba, de verdad Santos creerá que los colombianos somos unos idiotas. Unos domados imbéciles que tragamos entero todo su cuento y sus patrañas. Su, ya famosa frase: “Yo me acabo de enterar”, a minutos de haber salido de su boca, se volvió viral en las redes sociales y hoy es bandera esgrimida en su contra. La indignación del pueblo crece. Su popularidad está por los suelos y es fácil ver que, a quien le está yendo “como a los perros en misa”, es a él.
Hoy, Colombia exige que Santos esplique no solo lo de Odebrecht, sino también aquellos dineros del narcotráfico que supuestamente J.J. Rendón ofreció a su campaña en el 2010 y, además, aquellos de Interbolsa y los de Aroch Musgrabi, quien tiene casa por cárcel por enriquecimiento ilícito, entre otros pecados.