El esfuerzo en el programa de vivienda de interés social debe proseguir. Desaparecer en la reforma tributaria el beneficio de exención en la venta de inmuebles de esta clase desestimula la construcción, disminuye el empleo, e impacta. Las voces de reclamo tienen que hacer reflexionar al Congreso. Parece que el Presidente de la República está dispuesto a enmendar el entuerto.
Es increíble que en el esfuerzo por tapar el hueco fiscal, originado en la disminución de los precios del petróleo de hace dos años y el abultado gasto público, se ponga en peligro la continuidad del plan de estructura y vivienda, en el intento de elevar el IVA a 19 por ciento, de afectar la cultura con impuestos a internet, computadores y libros, de amargar las bebidas azucaradas, de disminuir el poder adquisitivo de ingresos y salarios. El asunto pone al descubierto carencia de unidad, la palabra “estructural” no cuadra.
Recojo lo dicho por Germán Vargas: “Soy miembro del Gobierno, pero a nosotros, a mi personalmente, nadie nos consultó al interior lo que estaban pensando en materia de vivienda de interés social, lo cual simplemente acabaría con ella.” El vicepresidente, quien expuso también su desacuerdo en el plebiscito con la creación de la Justicia Especial presta servicio al país, la opinión pública lo acompaña.
Es extraño que el presidente Juan Manuel Santos hubiese aceptado incluir en la reforma tributaria la afectación de una de las fortalezas de la administración reconocida por Tirios y Troyanos, puesta en duda por gente de su entorno. Tan fuera de lugar como los cantos de sirena de quienes nos exponen a perder el mar desobedeciendo su nítida posición respecto de la Corte de la Haya.
El senador Horacio Serpa, director del partido liberal, políticamente alejado del vicepresidente, declara: “Pediré al liberalismo que acompañemos al vicepresidente en esa justa reclamación a favor del pueblo. Me parece muy bien traída la propuesta de Germán Vargas Lleras, tenemos una posición clara, no apoyaremos incremento del IVA ni impuestos contra la clase media, a los libros, en oposición al desarrollo tecnológico. El presidente del conservatismo, David Barguil, asegura: “Respaldamos al vicepresidente en su preocupación por los posibles nuevos tributos para la vivienda de interés social, que afectarían a millones de colombianos pobres.” ¿Expondremos mil quinientos proyectos que se están desarrollando y los venideros al ostracismo?
Esperamos impuestos ceñidos a los principios de justicia, certidumbre, comodidad, economía, que el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas recuerde cuando aprobó, seguramente de buena fe, la conciliación con Dragacol, para después, tardíamente, verse obligado a rectificar y pedir su anulación.