Cuando pensamos en quienes somos los colombianos, nos remontamos a nuestra formación en las clases de prehistoria e historia, cuando estas asignaturas formaban parte del currículo. Actualmente, eliminadas de este. Un gran error.
Hoy contamos con genetistas que han estudiado nuestro ADN y han aportado a su comprensión, antropólogos, planificadores territoriales y demás expertos, estudiosos del origen de nuestros genomas dependiendo de las regiones y deduciendo nuestro mestizaje, diversidad racial y cultural. Sobresalen el colombiano, Emilio Junes, quien fue el padre de la genética en el país. También el doctor Andrés Moreno, especialista en genética evolutiva, migraciones asociado con la Universidad de Stanford; el investigador Juan Carlos Restrepo quien ha investigado sobre el mestizaje y sus implicaciones; Luis Linares, doctor en genética de Cambridge; el norteamericano David Reich de la Universidad de Harvard y especialista en la genética de los pueblos antiguos migraciones y mezcla de poblaciones; el doctor Francisco Maturana doctor en Planificación Territorial, además de los descubrimientos globales, del Human Diversity Genomic Project.
El profesor Reich descubrió, hace años, que la base y origen real de nuestra población viene del Asia y que evidentemente llegó a las Américas en la última glaciación que se dio, hace ya 15.000 años atrás, cruzando el estrecho de Bering que se unía a Alaska y al nordeste de Rusia. Esos pobladores llegaron al continente americano, desplazándose posteriormente al sur y arribando a nuestro país. Su genoma y rasgos eran asiáticos: ojos oblicuos, pelo liso y el tono de la piel más oscura.
Con los siglos fueron formando regionalmente etnias y tribus con diferentes características como la gran Confederación Muisca en donde se ubicaban los Chibchas en la región cundiboyacense, que no llegaron a ser como los Incas o Mayas, pero que tuvieron mucho avance en la agricultura, al sembrar sobre terrazas con desagües y canales de riego, trabajando también el oro. Los zenúes, acomodados en la región caribe, dedicados a la orfebrería, el trabajo textil y la alfarería, construyendo canales de irrigación para sus siembras. Los Tayrona ubicados en la región samaria, con una organización social compleja, desarrollaron conocimientos de ingeniería y arquitectura. Los Waibos situados en los Llanos Orientales fueron cazadores y pescadores nómadas; los Ticunas instalados en las dos márgenes del rio Amazonas, pescadores, cazadores y conocedores de la selva; los quimbayas asentados en el Valle del Cauca, quienes se dedicaron a la orfebrería y agricultura.
Con la llegada de los españoles (1499), comenzó el mestizaje, unido al de los esclavos traídos del África, en un 70% de países como Costa de Marfil, Senegal, Nigeria, Ghana, ubicándose en la costa norte y la costa pacífica. A esto se suma la migración italiana en 1920, la árabe en 1889, compuesta por sirio libaneses y palestinos que se situaron especialmente en Cerete, Lorica y Montería.
Los esclavos afros contribuyeron a su acervo en el Pacifico y la Costa Atlántica. Razón por la cual esta región es una mezcla de más población afro con europeo e indígena; la Costa Pacífica más afro, con poco europeo. La región andina, unión de blanca europea con indígena; la región de los Llanos Orientales más indígena. La influencia española fuerte vino del sur y del país vasco, hoy tenemos 3.500 apellidos que tienen origen de Euskadi. Se calcula que diez millones de colombianos vienen de los chibchas. La migración árabe de 1880 aporto los 3,2 millones de colombianos con este origen. La población afro tiene entre 10 a 12 millones.
Definitivamente la genética y la cultura han moldeado y permitido la diversidad cultural lo que nos hace un país tan rico en razas, gastronomía, danzas, música, fiestas regionales, diferentes acentos y, en fin, todo lo que somos como producto del mestizaje indio, blanco, negro, europeo y árabe que nos hace un país de ensueño. Según los expertos nuestro ADN viene en un 60% de Europa, 30% es indígena y un 10% africano.