La criminología sostiene que los delincuentes mutan de tiempo en tiempo. Con todo respeto no comparto esa tesis, los malhechores no cambian, ellos son y seguirán siendo antisociales por su condición misma y mil razones más que no vamos a debatir en esta columna; es la modalidad delictiva lo que muta, de acuerdo a una larga serie de circunstancias como el calendario, hablamos de vacaciones, primas y movimientos entre ellos bancarios, el clima, lluvia, visibilidad, en fin, son demasiadas las aristas que direccionan la delincuencia.
Hoy estamos sorprendidos por la presencia de los llamados rompevidrios, circunstancia que no es nueva y se ha practicado en diferentes ciudades del país. Especialmente en Bogotá apareció cuando un grupo delictivo se percató que el pedernal de las bujías chocando con el vidrio provocaba la pulverización de este, facilitando el accionar de la banda sin mayores riesgos soportados en la sorpresa de conductores y transeúntes. Pero esa modalidad fue cayendo en desuso por las películas de seguridad que dueños y usuarios fueron instalando en vidrios del auto, quedando la estrategia en desuso, salvo casos aislados, especialmente al sur de Bogotá.
Pero la vida ha cambiado, la ciudad creció, el tránsito se congestionó y aquellos delincuentes que no duermen buscando alternativas para timar a ciudadanos de bien, seguramente analizaron el panorama y montaron la táctica que hoy tanto nos preocupa, llevando esta situación a extremos alarmantes, pues no es una banda, son varias, localizadas y afianzadas en diferentes sectores de la ciudad. Eso lo tienen claro las autoridades y seguramente ya están en marchas los planes para neutralizar esa modalidad, totalmente identificada y que me voy a permitir describir sucintamente. “El iniciador se acerca al carro siempre con el solo conductor pretextando ofrecer cualquier producto, acercamiento que aprovecha para husmear el interior del vehículo y ver que lleva a la vista, si es exitosa la búsqueda hace señas al grupo, que procede lanzando la bujía al panorámico, abordando el vehículo por todo los costados, hurtando las pertenecías y huyendo en desbandada”; la víctima, los transeúntes y demás conductores no salen de su asombro por lo coordinado del asalto y la velocidad del grupo. Recomendar no caer en la emboscada es inútil, estamos atrapados en un trancón, luego las pocas posibilidades de defensa están, primero, en no portar artículos a la vista, todo debe ir en el baúl; segundo, el celular escondido, y tercero una distancia entre auto y auto que permita alguna maniobra. ¡Las películas de seguridad funcionan! Además debemos ser solidarios con las víctimas haciendo sonar los pitos y denunciemos, porque pasado el susto las cosas se olvidan, les aseguro que la policía está tomando cartas en el asunto y pronto vendrán las capturas.