Profundo dolor produjo entre los colombianos el pésame expresado por el comandante del Ejército, General Zapateiro, a la familia de John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye. Todos lamentamos que en momentos en los que padecemos el recrudecimiento del terrorismo de parte de los agentes del narcotráfico, el comandante del Ejército exprese su aflicción por la desaparición del sicario más mortífero que haya conocido el país, siempre a las órdenes del monstruo más satánico y sanguinario entre los capos de los carteles de la droga, Pablo Escobar Gaviria.
Popeye fue el asesino en serie más despiadado que ha conocido el país, cuyos delitos aterrorizaron a los ciudadanos y sesgaron la vida de notables colombianos como Luis Carlos Galán, Lara Bonilla, Low Mutra y Guillermo Cano; que participó en el horrendo derribamiento del avión de Avianca; que coordinó múltiples secuestros, los que, con las excepciones del expresidente Andrés Pastrana y del exvicepresidente Francisco Santos, terminaron en ejecuciones de sus víctimas; que organizó el Plan Pistola que condujo al asesinato de medio millar de policías y que se jactó de ser el artífice de más de 300 asesinatos de ciudadanos, servidores públicos y de todos los que señalara su patrón Escobar.
Para la ciudadanía es incomprensible que el jefe de nuestro ejército lamente la muerte de un verdugo de las condiciones de Popeye. Sus posteriores declaraciones no aclaran su actitud y dejan incólumes las afectaciones a las familias de las víctimas, a la moral de las tropas y podría sembrar dudas sobre su capacidad para someter a la delincuencia de todo pelambre y recuperar para la institucionalidad los territorios bajo el yugo de todas las organizaciones armadas que se disputan rutas y rentas del narcotráfico.
Es legítima la indignación del exdirector de la Policía Nacional, Rosso José Serrano, quien expresa la de todos los miembros de la institución que, con insuperables voluntad y decisión, contuvo y desarticuló a los grandes carteles de la droga, a costa del sacrificio de muchos de sus hombres que mostraron rectitud y valentía indeclinables para lograrlo.
En momentos en que es indispensable la cohesión y alta moral de la Fuerza Pública para recuperar la seguridad y materializar la legalidad y el ejercicio de la justicia en todo el territorio nacional no pueden aflorar dudas, ni escepticismo sobre su cohesión y accionar que solo suscitan inquietudes entre los colombianos y alegría entre los delincuentes y malquerientes de nuestra democracia. Todos sabemos de las altas calidades de soldado del general Zapateiro y confiamos en que sabrá despejar las incertidumbres que se suscitaron y que permitirá una vez más demostrar su pundonor y su capacidad de superar situaciones que afecten el ejercicio del mando que todos le reconocemos y en cual confiamos.